2015: ¿la confianza perdida?

Prensa - 29 diciembre, 2015
El 2015 ha sido un año difícil, de avances lentos e importantes pérdidas de confianza. Todo ello, quiero creer, nos ha dejado un aprendizaje; La gente es el motor de cambio. Tanto en lo bueno como lo malo, esa parece haber sido la consigna resumen.

Lejos lo mejor del año fue la victoria en hacer retroceder a Shell del Ártico; conseguir que una empresa de ese tamaño vea frustrados sus planes de exploración petrolera en la zona nos acerca un par de pasos en la ruta para conseguir que el Ártico sea un territorio protegido.

La caída de esta idea absurda de perforar el Ártico trajo consigo avances cruciales, otras noticias similares en otras empresas, hasta la suspensión de permisos del gobierno de Obama que despejan esa ruta. Los siete millones de personas que estuvieron detrás de ello fueron protagonistas.

 La visita de nuestro barco, El Esperanza, también estuvo alentada por el cariño enorme de miles y miles de personas de todas las edades. Ellas fueron una recarga de energía importantísima al ver sus caras de alegría cuando explicamos que Greenpeace se sostiene únicamente gracias al aporte de personas como ellas y que no recibimos un centavo de corporaciones, gobiernos o partidos políticos.

 Sin la convicción de la gente de tomar partido y decidir que hay cuestiones que cruzan el límite de lo aceptable y que deben ser prohibidas, no podríamos avanzar. El destape de la información de Barrick de que habían transformado un glaciar en basurero caló profundo en quienes se enteraron de la noticia y hoy claman a las autoridades el castigo y la reparación que han dilatado por años.

 Por el lado de la ley de glaciares algo similar ha ocurrido; mientras cientos de miles de personas exigen una ley que garantice la protección de dichas reservas de agua, el Gobierno reemplazó el proyecto de ley original por otro que establece que los glaciares son demasiados, que protegerlos puede ser un estorbo que aleje las inversiones y ha puesto restricciones para limitar qué glaciares proteger y en que lugares. Si no fuera por la gente este sinsentido, auspiciado con los votos de la comisión de medio ambiente de la cámara de diputados habría pasado desapercibido y sin condena.  Y si no fuera por la gente el directorio de CODELCO que encabeza Oscar Landerretche no habría recibido miles de correos exigiéndoles detener la destrucción de glaciares que lideran con un  records mundial en Los Andes.

 Los derrames en Quintero demuestran que aún falta voluntad política para dar pasos firmes en detenerlos,  el abuso de poder económico de Antofagasta Minerals que ofreció pagos a una comunidad debilitada y empobrecida para ahorrarse cumplir un fallo de la justicia y ampliar el monstruoso tranque El Mauro. Las mentiras de Volkswagen en relación a sus emisiones para aumentar sus ventas, la condena global a Japón por desconocer los fallos de la justicia internacional y mantener operando la flota ballenera, todos momentos en donde la fuerza de la gente marcó la pauta para denunciar las injusticias.

 

 En la cumbre de cambio climático, a pesar de la violencia sufrida en atentados en todo el mundo, la gente movió la línea de lo posible. Auspiciados por unos pocos países progresistas y algunas declaraciones de importantes líderes, 195 países acordaron un texto que aunque insuficiente declara responsabilidad de todos el aumento de la temperatura y las emisiones y se compromete a detener el cambio climático. Es un paso histórico, muy insuficiente pero relevante, que ahora la misma gente puede exigir como piso para hablar. Hemos llegado hasta este punto, seguiremos adelante.

 Las movilizaciones para rechazar el carbón de Isla Riesco, las centrales del río Puelo, la represa Cuervo de Energía Austral, los abusos de Alto Maipo de AES Gener no son expresión del fastidioso “no a todo”; son claras señales de que podemos y nos debemos ofrecer más y mejor energía. Que sabemos que la opción está al alcance. Que la ciudadanía llegó para quedarse en estos asuntos.

 La corrupción, que marcó el mundo político en Chile, América Latina y varios países, no queda ajena. Frente a las absurdas justificaciones del mundo político respecto del financiamiento de sus actividades (“esto siempre fue así, cuando llegue ya pasaba, no es culpa mía”) la gente condenó esa pérdida de confianza. Ello marca el inicio de una crisis que será larga y de la que no será fácil salir.

 “Recuperar las confianzas”, sin embargo, no es algo simple. Pero nos equivocamos si creemos que la crisis de confianza está entre la gente y sus representantes. El lío acá es que la gente crea en sus capacidades de movilizarse, de marcar la cancha, de creer que su opinión importa, de entender que no estamos limitados al consumo para actuar, y que no estamos solos. Somos muchos y desde distintos ángulos pidiendo un país y un planeta mas justo, igualitario y sustentable.

 El problema que nos está deteniendo, está en no creer que somos nosotros mismos, con nuestras manos, los que construímos ese mundo, y lo podemos cambiar. Los invito a que este 2016, desde el primer día, trabajemos juntos para hacerlo realidad.

Otro mundo es posible. Felicidades a todos.

Matías Asun
Director Greenpeace Chile