Acuerdo de Paris

Página - 17 agosto, 2017
El Acuerdo de París es un acuerdo histórico que indica el fin de la era de los combustibles fósiles. La velocidad con la que casi 200 países que representan el 87% de las emisiones globales se comprometieron con sus objetivos revolucionarios da cuenta de la urgencia del problema que enfrentamos. Sin embargo, se trata de solo un paso en un largo camino. Lo que importa ahora es cómo cada país implementa el Acuerdo y acelera el cambio. París fue solo el comienzo de un viaje que nos liberará de la contaminación del carbono, y aún queda mucho por recorrer.

El Acuerdo de París, ratificado en 2016, compromete a todas sus partes a comenzar el cambio hacia un mundo libre de combustibles fósiles y de todas las prácticas dañinas para el planeta, como, por ejemplo, la deforestación. El objetivo principal es detener el cambio climático y mantener la temperatura global por debajo del umbral crítico de 1,5°C. Cada país debe desarrollar un plan a largo plazo para transformar sus economías, prepararse para los impactos que este cambio pueda provocar y darle soporte a los más vulnerables. Los gobiernos deben revisar sus políticas energéticas y fomentar las energías renovables, deteniendo la financiación a los combustibles fósiles y la deforestación. Se espera que los países alcancen los objetivos que cada uno propuso y los escalen cada cinco años hasta que, en el largo plazo, se llegue a una economía de cero carbón. El Acuerdo es claro y no se permiten retrocesos.

La decisión de Trump de retirarse del Acuerdo de París es significante, pero no determinante: Trump podría hacer más lenta la transición hacia las energías limpias y terminar con muchos puestos de trabajo y oportunidades económicas pero no puede detener el cambio hacia el futuro. Aunque Estados Unidos es responsable del mayor porcentaje de emisiones climáticas destructivas per cápita y las recientes políticas recesivas de Trump respecto al medioambiente harán que sea difícil mantener la temperatura global por debajo de los 1.5° C, cerca de 200 países -que suman el 87% de las emisiones globales- siguen comprometidos con el Acuerdo, al igual que una creciente cantidad de estados y ciudades. Trump puede haber abandonado el Acuerdo, pero el resto del mundo está mirando hacia delante: desde noviembre de 2016, cuando Trump fue elegido presidente de los Estados Unidos, se han unido formalmente 76 países más. El cambio hacia las energías renovables ya está sucediendo y no se puede detener.

Argentina no solo es uno de los 195 países que firmó el acuerdo de París, sino que declaró el año 2017 como el año de las energías renovables. Nuestro país tiene como objetivo que el 8%  de la matriz energética provenga de energías renovables -en la actualidad es sólo el 1 %- y que represente el 20% para 2025 . Desde Greenpeace celebramos que el gobierno se haya fijado metas tan ambiciosas, sin embargo la realidad dista mucho del discurso: el desarrollo del yacimiento Vaca Muerta y  la enorme cantidad de centrales termoeléctricas que se están construyendo atentan contra el Acuerdo y contra los supuestos objetivos. A su vez, Argentina, junto a Irán Corea del Norte y otros pocos países, se comprometieron a utilizar la energía nuclear -la forma de generación de energía más sucia, peligrosa y costosa- como medio para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Estas falsas soluciones no son el camino hacia el futuro limpio y seguro que todos deseamos. Argentina tiene uno de los potenciales más grandes del mundo en la creación de energía eólica y solar. El gobierno debe invertir en formas de energía alternativas limpias, baratas, rápidas y seguras, y así cumplir con los compromisos asumidos.


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