Bajo el lema: ¡Ahora es cuando, para luego es tarde! ¡Que germine nuestra semilla contra el hambre! Decenas de personas, tan diversas como la diversidad de maíces mexicanos, se congregaron esta mañana en el monumento a la Madre para festejar el Día Nacional del Maíz, una fiesta que tiene como objetivo hermanar a todos los mexicanos, tanto a los del
campo, que producen nuestros alimentos, como a los de la ciudad, que los consumimos.

En México empezamos a cosechar elotes a fines de septiembre, lo cual se convierte en una fiesta donde los campesinos festejan con alegría el fruto de su trabajo, y Greenpeace se ha sumado a esta gran celebración como forma de resistencia ante la gran amenaza que la apertura comercial a la siembra del maiz transgénico supondría para nuestro campo.

Para ello, la Campaña Nacional Sin Maíz no hay País y el Carnaval del Maíz, prepararon un performance simbolizando un gran reloj que marca el tiempo, el tiempo de actuar para salvar nuestro maíz; y la milpa, un agroecosistema milenario que incluye y combina el cultivo de maíz, frijol y calabaza, la base de nuestra alimentación.

Además, diversos expertos, indígenas, campesinos e investigadores, han demandado impulsar el campo mexicano, promover el consumo de alimentos mexicanos sanos y de calidad, regresar a la milpa, y evitar a toda costa que las grandes transnacionales se apoderen de nuestro patrimonio más valioso, nuestro maíz, nuestro campo y los campesinos.

Greenpeace aplaude esta iniciativa. Estamos convencidos de que México tiene la capacidad de producir alimentos suficientes, sanos y de calidad, con base a una agricultura ecológica social, económica y ambientalmente justa y sin transgénicos.

Disponemos de una gran riqueza y diversidad de maíces que durante siglos han sido adaptados y seleccionados por nuestros ancestros para poder producir en los diversos ecosistemas mexicanos, y no estamos dispuestos a permitir que la introducción de transgénicos los pongan en riesgo.