Un día, un loco escuchó hablar de un guerrero, de un guerrero al que le llamaban Esperanza, pero él sabía que incluso su nombre se quedaba corto, pues representaba aún más.
Este guerrero siempre había estado luchando en grandes batallas: nació para enfrentar fieras llamas en aguas del Norte, aguas tan frías que cualquier hombre moriría de hipotermia en ellas. Y así, el guerrero lucho incansablemente durante 18 años. Pero un día se dio cuenta de que quería hacer algo más que sólo luchar en contra de incendios, así que decidió dejar de combatir el fuego y partió en busca de nuevas aventuras para librar batallas aún más grandes.
Desde ese día, el guerrero ha estado en grandes batallas. Cuentan que él está protegiendo algo más grande e importante, dicen que él lucha por el planeta y por todos en él. Siempre solitario y silencioso, lejos de todos y rodeado sólo por el mar.
Así, el loco al escuchar que este guerrero llegaba a su tierra, sin pensarlo demasiado salió en su búsqueda, sin importar las 12 horas de camino o los más de 800 kilómetros de distancia. Cruzó pueblos y ciudades con una sola ambición, conocer al gran guerrero. Cuando por fin llego al lugar indicado vio al guerrero pero parecía dormido, estaba ahí… enorme e inmóvil. El loco se acercó más y perturbado vio que el guerrero estaba muerto. Angustiado se acercó aún más y se dio cuenta de que ni siquiera estaba muerto, si no, nunca había tenido vida, solo era un gran pedazo de metal, cables y grasa.
El loco miro un poco más la enorme masa metálica y vio que dentro de ella habían personas y fue en ese momento en el que entendió algo importante, entendió que eran simples personas las que le daban vida al famoso guerrero, eran simples personas las que piloteaban al guerrero y juntas luchaban en enormes batallas, en las que se enfrentaban contra despiadados balleneros y monstruosas petroleras.
El loco consternado miró a su alrededor y vio a otras personas que apasionadas rodeaban al que ahora le parecía más majestuoso e imponente guerrero, pero estas también eran personas normales: jóvenes, adultos, estudiantes, hermanos, hijos, padres y amigos. Todas formaban parte de algo, algo aún más grande, incluso más grande que el guerrero que él loco había estado buscando, algo a lo que juntos le daban vida, y lo que el loco conocía como Greenpeace.
Me tomé la libertad de agradecer y sobre todo reconocer el arduo trabajo que nuestros compañeros y amigos están haciendo en los Open Boats, ya que después de visitarlos y ver el extraordinario esfuerzo no puedo hacer menos que escribir sobre la admiración que siento por ellos. Pues he visto como han estado por más de 12 horas bajo un sol abrazador, recibiendo con una sonrisa a cada visitante. Sin importar nada siempre están siempre firmes en sus posiciones como verdaderos guerreros.
Así que le agradezco a nuestros voluntari@s, a nuestro Dialogo Directo, atención a socios, Mandado Verde y a Elías por su gran trabajo "Por darle vida a esto que llamamos Greenpeace" ya que lo que están haciendo implica mucho más de lo que podía ver desde aquí o desde dentro del barco.
"Una sucesión de pequeñas voluntades consigue un gran resultado"
Charles Baudelaire
Por Rodolfo Sánchez, Greenpeace México-DF