Un ciclo nuevo implica casi obligadamente la revisión de lo ocurrido en el anterior con miras a no repetir los mismos errores, a corregir el rumbo, a tomar mejores decisiones y acciones. La política ambiental de nuestro país amerita sin duda esta reflexión.

Tendríamos que decir que durante el año que termina hemos sido testigos de una política ambiental más ocurrente que congruente y que ve los recursos naturales como mercancía.

Esta administración ha privilegiando un modelo extractivista apoyado en una “regulación” laxa en perjuicio no solo del medio ambiente sino también de las comunidades, lo que se ve reflejado en diversas amenazas a la biodiversidad y al territorio de pueblos indígenas.

Desde Greenpeace hemos sido compañeros cercanos de las comunidades mayas, por ejemplo, quienes están luchando contra el gobierno federal y grandes corporaciones para mantener sus tierras libres de transgénicos o por mantener viva la selva maya.

No son los únicos territorios de pueblos indígenas amenazados, la relatora especial de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, Victoria Tauli-Corpuz en su Declaración de cierre de la misión que llevó a cabo este año en nuestro país señala que la atención a los derechos sobre las tierras es un asunto crítico que se encuentra en la raíz de muchos de los problemas de derechos humanos observados vinculados a los temas de territorios y recursos naturales.

La misma relatoría alerta que la aplicación del deber de consultar a los pueblos indígenas es otra preocupación recurrente, en particular en relación con consultas llevadas a cabo sobre ciertos proyectos mineros, energéticos, extractivos, de infraestructuras y agrícolas ya que los procesos de consulta no han sido previos por naturaleza sino que las decisiones para autorizar dichas actividades ya habían sido tomadas.

Otros hechos marcaron de forma crítica este año. Los planes de recuperación y salvamento de la vaquita marina es quizá lo más lamentable del 2017. Los esfuerzos han sido enormes pero la especie sigue sin recuperarse.

Y ni que decir de otros proyectos de vergüenza: el proyecto de decreto que expide la nueva Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable que allana el camino para el saqueo de los recursos genéticos forestales no solo en bosques y selvas, sino en todos los ecosistemas del país y claro: la Ley de Biodiversidad.

¿Qué podemos rescatar de el año que terminó? La creación de nuevas áreas naturales protegidas. Resalta la creación del parque nacional Revillagigedo el que con más de 14 millones de hectáreas se convierte en el parque marítimo más grande de América del norte.

Así México llega a 182 áreas naturales protegidas. Sin embargo 79 de ellas no tienen un programa de manejo, algunas de éstas nunca lo han tenido y varias no actualizan su programa cada 5 años como lo indica la LGEEPA dejando así un vacío en la conservación.

Esperamos que la declaración de las Áreas Naturales Protegidas no se quede solo en el papel y cuenten con un plan de manejo estricto antes que termine el sexenio.

La reciente resolución de SENASICA de revocar el permiso otorgado a Monsanto para liberar su soya transgénica con fines comerciales en varios estados del país es una buena noticia.

Los retos para el 2018 son muchos pero nuestra organización ve como urgentes los siguientes:

  • Actualización de lista y retiro de plaguicidas altamente peligrosos del campo mexicano.
  • Hacer más estrictas las normas de calidad del aire en las ciudades para garantizar la salud de sus habitantes
  • Invertir esfuerzo y recursos en sistemas de movilidad sostenibles que aceleren la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en las ciudades.
  • Los gobiernos locales y federal en sus respectivas competencias deben trabajar en generar políticas públicas para transitar hacia una economía circular, en la que inversión se centre en crear y ejecutar planes ambiciosos de reciclaje, medidas de prevención de residuos y su reducción, diseño sustentable de empaques y estrategias de basura cero, en lugar de recurrir a medidas poco eficientes, caras y no sustentables como la incineración de basura para generar energía eléctrica.
  • Por supuesto, medidas como éstas ayudarán a enfrentar el mayor reto que tenemos como país en materia ambiental que es combatir el cambio climático.

*Angélica Simón es coordinadora de medios en Greenpeace México

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