Para algunas personas, la idea de que nuestras acciones impactan positiva o negativamente al planeta es un cliché de ambientalistas, para otras es una realidad innegable si pensamos en la Tierra como un organismo vivo donde todo está conectado y cada una de sus partes cumple con una función.

Pensemos por un momento en el planeta como si fuera el cuerpo humano, donde el equilibrio natural de todos sus órganos permite la vida, ese es el mismo planteamiento que el químico y ambientalista británico James Lovelock postuló en la llamada hipótesis de Gaia en la década de los 70.

En ese sentido, si la Tierra es un organismo vivo cuando afectamos el equilibrio natural de sus componentes estamos dañando su salud. Siguiendo con esta analogía, el ser humano sería un parásito que altera el funcionamiento del planeta: actualmente enfrentamos la mayor extinción de especies de la historia, síntoma inequívoco de que este gran organismo vivo se encuentra enfermo, y el diagnóstico no es alentador.

Nuestro mundo está teniendo problemas para respirar y su capacidad pulmonar se está reduciendo porque estamos perdiendo nuestros bosques, los pulmones del planeta. Según un informe Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación (FAO) a nivel mundial se han perdido 13 millones de hectáreas de bosques anuales entre 2000 y 2010, una superficie equivalente a toda Costa Rica. Se estima que hace miles de años el 14% de los 150 millones de kilómetros cuadrados que componen nuestros ecosistemas terrestres era selva tropical.

Actualmente sólo queda un 6% de esta cobertura, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Si los bosques son los pulmones del planeta, los manglares serían los riñones, ya que gracias a ellos se purifica una gran cantidad de agua que va directo a nuestros ya saturados océanos.

Pese a ello, hemos visto casos como el de Malecón Tajamar en Cancún donde se ha privilegiado el apego a leyes obsoletas y maliciosas en directo perjuicio de los ecosistemas; hemos sido testigos de la colusión de las autoridades con proyectos que destruyen nuestros recursos en lugar de cumplir con su labor de protegerlos en beneficio de todos.

Lamentablemente México está plagado de otros “Tajamares”, proyectos que evidencian que nuestras formas de entender el éxito, desarrollo y progreso son obsoletas y obedecen a un método antiguo de ver el planeta, donde los recursos parecían inagotables.

Los ríos serían las arterias del mundo, mismas que están seriamente dañadas. Tan solo en México el 70% de nuestros ríos están contaminados pese a los esfuerzos por sensibilizar a la ciudadanía de la importancia de cuidar el agua y mantenerla limpia. Hoy más que nunca es necesario exigirle a las autoridades tener políticas públicas que garanticen nuestro acceso al agua en cantidad y calidad suficientes para mantener la vida en la Tierra.

Es innegable que el agua es un elemento vital, pero veces se prefiere destinarlo a procesos productivos de alto impacto, a la minería y además es contaminado por nuestra forma de producir alimentos en consecuencia cada vez se reduce más el recurso hídrico disponible para la población que va en constante aumento.

Como pacientes normalmente seguimos las indicaciones del médico para mejorar nuestra salud, pero con el planeta hacemos lo contrario pese a la evidencia científica que sugiere las acciones que debemos tomar para mantener nuestra supervivencia en la tierra.

Por ejemplo, los especialistas recomiendan desarrollar proyectos de infraestructura sostenibles, que tengan el menor impacto posible en los recursos naturales, pese a ello se planea construir la vía férrea del tren México-Toluca que conectará esta parte del país afectando seriamente los manantiales de agua que por derecho pertenecen a los habitantes de San Lorenzo Acopilco y del que poco se ha hablado en los medios de comunicación.

Si la hipótesis de Gaia explica cómo funciona nuestro planeta, entonces todos estos casos de negligencia ambiental, son la causa de que el planeta esté enfermo y los seres humanos somos parte del problema pero también de la solución. 

Mahatma Gandhi dijo que “en la Tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos”, es quizás esto último la principal amenaza de este gran organismo vivo que llamamos Tierra al que debemos cuidar como si fuera nuestro cuerpo.