“Ojos hacen fe.” Estas son las palabras de Lucy Martín, una inspirada investigadora de Cuba que trabaja para Oxfam en la Habana. Ella ha vivido décadas de cambios en Cuba mientras permanecía en la realidad de los agricultores locales.

Ella usa las palabras “ver es creer” para explicar la importancia de los casos tangibles que demuestran que la transformación de nuestro sistema alimentario sí es posible. Pese a la escasez en Cuba, y en un sistema donde muchos cambios permanecen, el país ha sido capaz de innovar exitosamente en la agricultura ecológica desde principios de los años 90.

Cuba es un país pequeño con alrededor de 11 millones de pobladores. En 1990, el fin del apoyo de la Unión Soviética trajo, entre otras cosas, un desplazamiento masivo del campo a las ciudades. Actualmente, casi el 80% de la población cubana vive en las ciudades, sólo el 20% permanece en el campo.

Los años que siguieron al fin del apoyo de la Unión Soviética en los 90 son llamados “el periodo especial” en Cuba. Durante ese tiempo la agricultura cambió abruptamente, casi de la noche a la mañana. La agricultura pasó de tener un modelo industrializado, respaldado por insumos agrícolas e importaciones de comida, al vacío. Sin exportaciones ni productos, sin importaciones ni insumos, sin dinero y mucha menos comida. Este tiempo, de gran impacto y desesperación para todos los cubanos, también fue el tiempo de las tierras vacías, de las granjas abandonadas y los platos sin alimentos en el campo.

Los agricultores de todos lados, no solo de Cuba, suelen ser muy innovadores y fuertes. Están familiarizados con las crisis (sequías, inundaciones, pestes) pero también poseen un increíble impulso por no dejarse vencer fácilmente y experimentar cosas nuevas. El periodo especial cubano trajo al país un cambio único en la agricultura, una nueva respuesta agroecológica a la crisis.

Cultivar alimentos para la gente, no solo productos para exportar, se convirtió en la gran prioridad para el país. Esto también representó cultivar alimentos sin el uso excesivo de agrotóxicos y agua, utilizando el conocimiento de la naturaleza, la tierra, las semillas y plagas para sustituir los químicos con soluciones locales e inteligencia ecológica.

Cuba tiene el 2% de la población de América Latina pero el 11% de sus científicos. En los 90 utilizaban este recurso para pasar estas investigaciones y su desarrollo a donde fuera más necesitado: la agroecología, o cómo cultivar comida para la gente, con gente y con la naturaleza.

De acuerdo con el programa de las Naciones Unidas, World Food Program, Cuba ha erradicado la pobreza y el hambre en los últimos 50 años, gracias a la protección de los programas sociales. Clasificó en el lugar 67 de 188 países en Desarrollo Humano y está entre los países más exitosos en lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas.

Hoy en día, Cuba tiene más de 30 centros de investigación y desarrollo dedicados a encontrar soluciones para pequeños agricultores y un respaldo de políticas incentivas para promover la agricultura ecológica, a las familias agricultoras y las cooperativas de las familias urbanas que dependen de ella.

En estas dos décadas, desde el Periodo Especial del país, se ha tenido un progreso significativo. Actualmente, los agricultores cubanos, en ciudades y áreas rurales producen cerca del 80% de los vegetales y frutas que el país consume. Además, el número de cooperativas incrementó del 15% de la tierra cultivada en 1989 a más del 70% en la actualidad y produce alrededor del 70% de la comida cultivada nacionalmente (86% del maíz y frijoles cultivados y el 90% de los vegetales) (1). El país también redujo su consumo de agroquímicos en un 75% en los últimos 20 años. (2)

En ciudades, los agricultores urbanos surten aproximadamente el 50% de los vegetales y frutas que se consumen localmente, una tasa que continúa incrementándose en años recientes.  El programa de Agricultura Urbana es uno de los siete más importantes priorizados por el Ministro de Agricultura. Ha creado alrededor de 300,000 trabajos en las ciudades, con el 50% de ellos dirigidos a mujeres en la edad urbana.

A pesar de estos signos de progreso, todavía hay muchos problemas en la agricultura y otros temas. Cuba todavía importa el 70% de la comida que el país necesita, la mayoría granos y productos de ganado, representando el 14% del total de las importaciones al país y cerca de dos mil millones de dólares por año. Sin embargo, también ha sido estimado que evitando las importaciones de semillas y agrotóxicos, los ahorros del país alcanzan un estimado de 50 millones de dólares al año. (3)

 

Fernando Funes Aguilar, un investigador agroecológico cubano ha estimado que el país podría volverse autosuficiente en tres años, transformando la mitad de la tierra cultivada en el país (tres millones de hectáreas) a sistemas intensivos para pequeños productores. Esta proyección optimista está basada en el hecho de que en 2006, los pequeños agricultores produjeron el 65% de la comida producida en Cuba, cultivando solo el 25% de las tierras destinadas a la agricultura.

La experiencia cubana en agroecología no es una situación perfecta, tampoco es un sistema perfecto pero demuestra una manera de superar los tiempos de crisis y una mejor y más flexible manera de alimentar a la gente en el futuro. Ver el caso de la agricultura ecológica en Cuba es creer que un mejor sistemas no es imposible sino que ya existe.

Referencias:

  1. Martin, Lucy. 2015. Cuba crece. La Agricultura campesina sostenible. El caso cubano. Oxfam. La Habana Cuba, Julio 2015. 
  2. Funes Aguilar and Vázquez Moreno. 2016. Avances de la Agroecología en Cuba. Estación Experimental de Pastos y Forrajes India Hatuey (Ed), La Habana, Cuba.
  3. Íbidem.

*Reyes Tirado es una investigadora de la agricultura en el laboratorio de Greenpeace basado en la Universidad de Exeter, Reino Unido.