Entre juegos, canciones y manualidades, disfrutamos del curso de verano 2012. Niños y niñas de  5 a 13 años fueron parte de este proyecto en el que pudieron aprender sobre el cuidado y la protección del planeta, al estilo particular de Greenpeace.

La naturaleza fue nuestra compañía. Tuvimos grandes aventuras escalando montañas y subiendo pronunciadas pendientes en el Desierto de los Leones, comimos en medio del bosque, respiramos aire puro y hasta hicimos una pulsera que simbolizaba la protección de los ecosistemas. El frío no importó porque el paisaje era increíble.

En el Museo Interactivo de Economía, nos enseñaron cómo calcular nuestra huella ecológica, cuáles son las consecuencias de la sobre explotación de los mares, y lo más divertido ¡fabricamos  nuestras propias barras de amaranto! eso sí con la colaboración de todos y siguiendo las reglas del comercio justo y sustentable.

Aunque el sol no estuvo de nuestra parte y no pudimos cocinar con los hornos y ollas solares,  cada viernes nos volvimos chefs “orgánicos” y preparamos deliciosos platillos libres de transgénicos.

Lo mejor para los monitores fue que estas dos semanas nos convertimos en niños de nuevo y a pesar de que terminábamos agotados, el entusiasmo y sobre todo las ganas de construir un mundo mejor nos llenaban de energía cada día.

Sabemos que cumplimos con el objetivo de acercar a los niñ@s de Greenpeace y enseñarles cómo actuar para cuidar el medio ambiente. Cada vez que los veíamos recoger la basura, llevar envases reutilizables para el almuerzo y revisando las etiquetas de lo que comían para comprobar que no eran transgénicos, nos sentíamos muy orgullosos del trabajo realizado.

En el curso de verano conocimos a los ya de por sí defensores de nuestro frágil planeta y muy probablemente los futuros activistas de Greenpeace. Por supuesto que los monitores vamos a extrañar a todos los niños/as pero esperamos verlos el siguiente año.