Las ballenas

Estas poderosas criaturas estuvieron a punto de desaparecer, debido a una cacería implacable. Por ello, Greenpeace ha realizado una larga campaña en defensa de estos colosos, labor que ha dado importantes frutos.

Las ballenas son los más grandes animales que jamás hayan existido. Durante milenios han paseado por los mares del mundo, aunque en el siglo XX estuvieron a punto de desaparecer debido al desarrollo de una voraz industria ballenera las hizo víctimas de una persecución implacable. A ello se sumaron los impactos ocasionados por la contaminación de los mares, la sobrexplotación pesquera y el tráfico ilegal, así como los efectos del adelgazamiento de la capa de ozono y el cambio climático. Pero fue la cacería comercial la que principalmente mermó las poblaciones de ballenas hasta colocarlas al borde de la extinción.

La actuación de Greenpeace fue definitiva para frenar esta matanza. Atrajo la atención pública sobre este problema al obstaculizar las labores de las embarcaciones balleneras. En alta mar, los activistas han interpuesto sus cuerpos, sus lanchas y sus barcos para evitar el disparo de los arpones balleneros. También han protestado pacíficamente ante las embajadas y los gobiernos de Japón y Noruega para que desistan de seguir cazando ballenas.
Estas acciones crearon un ambiente propicio para la suspensión definitiva de la caza de ballenas e incluso el establecimiento de santuarios balleneros.
Los más grandes animales que jamás hayan existido
 
Las ballenas son los animales más grandes que jamás hayan existido. Pertenecen a un grupo de mamíferos marinos conocidos como cetáceos. No son peces, pues tienen sangre caliente, respiran aire a través de pulmones y dan a luz a crías vivas que se alimentan de leche materna. Tienen un oído excelente y son dos o tres veces más eficientes que los mamíferos terrestres para utilizar el oxígeno del aire que respiran. Las ballenas tienen cajas torácicas colapsables que las ayudan cuando se sumergen a profundidad. Además, poseen una capa de grasa muy gruesa que las aísla para protegerlas del frío.

Los científicos creen que las ballenas evolucionaron de mamíferos terrestres de cuatro patas. Ahora están perfectamente adaptadas a una vida submarina. Tienen un cuerpo aerodinámico y han perdido casi todo el pelo externo para evitar la fricción y mejorar el deslizamiento por el agua. Sus extremidades se transformaron en aletas.

Existen dos tipos principales de ballenas, las dentadas (como el cachalote y la orca) y las barbadas (como la ballena jorobada y la azul). Las barbadas tienen placas en forma de peines que están formadas por estructuras compuestas de pelos rígidos. Estos forman una red que filtra la comida del agua de mar. La gran mayoría de las grandes ballenas son barbadas y se alimentan principalmente de minúsculas criaturas llamadas krill, que son parecidas a los camarones. Las ballenas tienen unos orificios en la parte superior de la cabeza llamados "aventadores", los cuales actúan como nuestros orificios de la nariz. Las ballenas barbadas tienen dos aventadores y las dentadas sólo uno.

Las ballenas son animales difíciles de estudiar ya que viven su vida entera bajo el agua y son altamente migratorias. Por ejemplo, las ballenas grises migran de México, en donde se aparean y tienen a sus ballenatos, hasta Alaska, en donde se alimentan. Viajan más de 20 mil kilómetros anualmente. La mayoría de las ballenas vive aproximadamente 40 años, aunque otras -como el rorcual común- pueden vivir hasta 90 años. En 1993, se localizó a un gran macho de ballena de arco que había sido arponeado por los indígenas inuit de Alaska. En su cuerpo aún permanecía la punta de piedra del arpón. Este tipo de arpones dejó de ser usado después de 1900, lo que llevó a los científicos a especular que las ballenas podrían vivir más de 100 años.

Es muy difícil contar a las ballenas en forma certera. En condiciones naturales, sus poblaciones varían lentamente. Tras la agresiva cacería de que fueron objeto en el siglo XX, actividad que las colocó al borde de la extinción, sus poblaciones apenas comienzan a recuperarse aunque no es posible garantizar que estén fuera de peligro.

Lo que sí se sabe es que las ballenas pueden encontrarse en todos los océanos del mundo y bajo circunstancias apropiadas pueden ser vistas desde casi cualquier costa. La observación de ballenas se ha convertido en un pasatiempo muy popular en más de 87 países, incluido México.

Matanza comercial

Antiguamente, cazar una ballena garantizaba la subsistencia de una comunidad. Los métodos de cacería iniciales fueron muy sencillos y casi no cambiaron durante 300 años, era una cacería que no amenazaba a las especies. La cacería masiva comenzó en el siglo XVII y fue hasta los siglos XIX y XX cuando los modernos métodos de captura pusieron a varias especies de ballenas en peligro de extinción. La mayoría de las poblaciones de ballenas mexicanas disminuyeron porque, al ser migratorias, eran cazadas fuera de los mares territoriales mexicanos. Sin embargo, a finales del siglo XIX y principios del XX, las ballenas también fueron atrapadas en las costas de la península de Baja California por barcos americanos, noruegos, rusos y japoneses, principalmente. La ballena gris mexicana estuvo en dos ocasiones en peligro de extinción y es la única que ha recuperado su número original.

La cacería de ballenas continúa por parte de Japón y Noruega.

Tráfico ilegal

Aun y cuando existe una moratoria mundial sobre cacería de ballenas, Japón continúa cazando a través de un falso programa científico. Es justamente en ese país donde los productos obtenidos de los cetáceos alcanzan el mayor precio del mundo. Esta situación propicia la entrada de productos ilegales a ese mercado, al grado que, en los últimos años, en Japón y Corea se ha detectado la venta de carne de especímenes provenientes de poblaciones mexicanas así como de muchas especies prohibidas y en peligro de extinción.

Destrucción del hábitat

La contaminación de los océanos por el vertido de desechos tóxicos amenazan la vida de los animales marinos. La contaminación puede ser de origen industrial, agrícola o doméstico. Han ocurrido casos de mortandad masiva de cetáceos en las que los contaminantes persistentes han sido identificados como los causantes originales. Los contaminantes persistentes como pesticidas organoclorados y PCB pasan a formar parte de la cadena alimenticia, son bioacumulables y biomagnificables pues se acumulan en los tejidos grasos de los cetáceos afectando sus sistemas inmunológico, endócrino y reproductivo. La afectación del sistema inmunológico deja a los cetáceos susceptibles de cualquier enfermedad, a biotoxinas o al ataque de virus o bacterias que en otras circunstancias no serían perniciosos. La contaminación de los mares crea las condiciones ideales para los brotes de marea roja, cuyas biotoxinas ya han causado la muerte masiva de organismos marinos, incluyendo cetáceos.

Cambio climático

El cambio climático afecta a los ecosistemas oceánicos al fluctuar la temperatura de los mares, lo cual impacta las cadenas alimenticias en cuanto a la cantidad y diversidad de especies, pues provoca la dispersión de las mismas. Así, las ballenas pueden enfrentar escasez de alimento al no encontrar suficiente cantidad de las especies que usualmente consumen o simplemente no encontralas en las áreas a las que habitualmente asisten para alimentarse. Además, el cambio climático afecta a fenómenos meteorológicos como El Niño y la Niña, haciéndolos más frecuentes, prolongados e intensos. Fenómeno de El Niño El fenómeno de El Niño provoca cambios en la temperatura del agua lo cual afecta las cadenas tróficas y la distribución del alimento de los cetáceos. Además produce mareas rojas. "En el sureste del Pacífico las mareas rojas son raras y desde hace más de 20 años no se tenía conocimiento de ellas. Recientemente han aparecido mareas rojas casi anualmente durante el invierno favorecidas por la presencia de El Niño..." (Cortés-Altamirano et. al. 1995).

Capa de ozono

Anteriormente se pensaba que la disminución de la capa ozono sólo tendría efectos en la Antártica, sin embargo, ya se han observado impactos en latitudes más norteñas como en Belice. La radiación ultravioleta que deja pasar el adelgazamiento de la capa de ozono puede penetrar hasta profundidades de 30 metros en mar abierto. Los rayos ultravioleta dañan el DNA y afecta el proceso de fotosíntesis, enzimas, metabolismo de nitrógeno, tasa de crecimiento, entre otras funciones del fitoplancton, que en su mayoría está restringido a las capas superiores del mar. El fitoplancton es la base de la cadena trófica y al ser afectado causa trastornos en toda la cadena alimenticia. También tiene un efecto directo sobre el zooplancton. Asimismo, los huevos y las larvas de muchas especies de peces son muy sensibles a la radiación ultravioleta. En México la situación de las ballenas es grave. De hecho la Procuraduría Federal para la Protección del Ambiente ha establecido que en el periodo de 1995 a 1999 la inmensa mayoría de las contingencias ambientales ocurrieron en ecosistemas acuáticos, y que después de los peces, los mamíferos marinos fueron los más afectados.