Dilma: ¡salva la Amazonia!

Noticia - 29 noviembre, 2011
Este martes, Greenpeace llegó a varias embajadas de Brasil con un solo mensaje para la presidenta Dilma Rousseff: que vete las reformas al código forestal, aprobadas recientemente por el senado brasileño, ya que promueven la deforestación de la Amazonia.

Activistas de la organización llegaron a cada una de las representaciones diplomáticas brasileñas con un rompecabezas de 1 por 2 metros que presentaba dos imágenes: una de los robustos bosques de la Amazonia y otra de la misma región, pero arrasada por la tala inmoderada. En el rompecabezas se podía leer, en inglés y español: Dilma, save the forest! - ¡Dilma, salva los bosques! Para amenizar la visita a los embajadores brasileños, Greenpeace llevó desde grupos de samba hasta mariachis, como en el caso de México.

Prometeo Lucero / Greenpeace

 

A cada embajada (Berna, Berlín, Ciudad de México, Copenhague, Durban, Estocolmo, Helsinki, La Haya, Londres, París, Oslo, Roma y Washington), los activistas llevaron una carta dirigida a los embajadores para que comuniquen el mensaje a la presidenta Rousseff.  En la ciudad de México, la carta estuvo dirigida al embajador Marcos Raposo Lopes.

Mediante el actual código forestal, y una red de áreas protegidas y tierras indígenas, Brasil consiguió logros significativos en la lucha contra la deforestación durante la década pasada, asegurando así la conservación de la biodiversidad y de los servicios esenciales que la Amazonia provee, no sólo a los brasileños, sino a millones de personas en el mundo, como la regulación del clima global.

Hasta ahora, este país ha estado en el camino de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y ha estado a la vanguardia en el cumplimiento de sus compromisos internacionales para salvar el clima. Después de seis años de disminución de las tasas de deforestación, este año, nuevamente crece la amenaza de la destrucción de los bosques ya que con los cambios previstos en el código forestal, se brindaría una amnistía para la deforestación ilegal del pasado.

Brasil, el país con la tasa más alta de deforestación en el mundo de acuerdo con el más reciente informe de la FAO,y cuyas emisiones de gases de efecto invernadero se deben en 75 por ciento a esta causa, se comprometió a reducir su pérdida de bosques en 80 por ciento para el año 2020. Cabe recordar que la Amazonia es el bosque tropical más grande del planeta y uno de los pulmones más importantes del mundo.

El compromiso del gobierno brasileño, refrendado a nivel internacional, sólo se conseguirá mediante el veto de la presidenta Rousseff a las reformas depredadoras al código forestal. La decisión que tome en este sentido será evaluada por la comunidad mundial el año que viene, cuando ella sea anfitriona de la Conferencia de la ONU sobre el desarrollo sostenible en Río de Janeiro, veinte años después de la histórica cumbre que catalizó la acción de la comunidad internacional sobre medio ambiente y desarrollo.

La alta tasa de deforestación en la Amazonia es una clara muestra de lo que ocurre cuando, en ausencia de una política nacional de valoración, protección y fomento de prácticas de manejo sostenible, los bosques quedan a merced de las decisiones que toma un gobierno, con base en las tendencias del mercado.

Los ecosistemas forestales del mundo nos proveen de servicios ambientales indispensables para la vida de todos los seres vivos, incluidos los seres humanos, por lo que, aunque parezca que la deforestación del bosque amazónico no nos afecta en México, la realidad es que las emisiones de bióxido de carbono que ocasiona, así como la pérdida de este sumidero de carbono, aceleran el cambio climático con impactos a la población de diversas regiones del mundo.

En México, Greenpeace lanzó la propuesta [R]evolución forestal, en la que subraya la relevancia que tiene para todos los países el diseño y ejecución de políticas gubernamentales y herramientas legales sólidas para el manejo sostenible de los ecosistemas forestales, con un enfoque de desarrollo rural y una visión territorial, que se sustenten en la valoración de los servicios ambientales que proveen estos ecosistemas. Esto se conseguirá mediante el fomento y la adecuada retribución de todas las actividades que realicen los dueños de los terrenos donde se encuentran los ecosistemas forestales para el manejo y conservación de su integridad y biodiversidad.

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