Greenpeace advirtió pero no lo escucharon: Los desmontes provocaron las inundaciones en Tartagal

Noticia - 10 abril, 2006
Muchos criticaron el accionar de Greenpeace contra del desmonte de los bosques nativos y las malas prácticas forestales, aduciendo que así se ponen barreras al progreso del hombre y se impide el desarrollo de proyectos económicamente rentables. El desastre ambiental de Tartagal nos muestra las consecuencias de la desaparición de la superficie forestal en la zona.

23 de agosto de 2005 2da accion junto a Rex Weyler.

Los departamentos de Gral. San Martín y Anta, en la provincia de Salta, son algunos de los más afectados por la tasa de desmontes en los últimos años. Además, padecen los impactos de la explotación maderera sin control, que abre caminos en sus cerros en los que múltiples aserraderos ilegales irrumpen para robar madera y deteriorar sin pausa la estructura del bosque.

  "En esos departamentos el nivel de desmonte supera cinco veces el promedio de desmonte mundial, según el último informe de la Dirección de Bosques de la Secretaría de Medio Ambiente de la Nación", señaló Noemí Cruz, coordinadora en el NOA de la Campaña de Biodiversidad de Greenpeace Argentina. 

La situación se agravó especialmente en Tartagal, luego de que el avance del río que divide a la localidad de Villa Saavedra y el centro de la ciudad creciera durante este año por el aumento de las corrientes y como consecuencia de la mala sustentación del terreno. 

Sin la vegetación propia del lugar, la estructura de las laderas se vuelve cada vez más inestable. Sin retención suficiente, se acelera el escurrimiento superficial. Con poca retención y excesivo escurrimiento, las crecidas no se regulan. Con grandes crecidas, no hay puente ni camino que resista.

 

"Hubo desmontes en la parte media y baja del río Tartagal. Allí hay 3166 hectáreas depredadas. Es decir que la superficie de bosque eliminada, directamente relacionada con el río en la cuenca baja,  es tres veces mayor que la superficie de Tartagal. Esto hizo que el curso del río, en vez de seguir encauzado, produjera anegamientos. Al aumentar las lluvias el río acrecentó su capacidad de carga y generó una erosión «retrocedente». Es evidente que la deforestación en la parte baja del río afectó hacia atrás a la parte alta, aunque allí no se hubieran hecho desmontes", explicó Noemí Cruz.
 
El ecosistema es dinámico y se repone, pero ante la explotación descontrolada muchas veces no tiene capacidad de cicatrización para mitigar el impacto de copiosas lluvias en tan escaso tiempo.
 
En el norte, los desmontes no se detienen. La gente se encuentra cada vez más empobrecida y sabe que "el monte vencido" ya no retiene las aguas. También lo saben los evacuados de Libertador San Martín y los de Tartagal.

”Los bosques nativos son nuestra natural esponja y paraguas protector de suelo, son el más magistral diseño que equilibra los ecosistemas y garantiza gratuitamente nuestra supervivencia”, señaló Hernán Giardini coordinador de la Campaña de Biodiversidad de Greenpeace Argentina.
 
Un informe elaborado por la Unidad de Manejo del Sistema de Evaluación Forestal de la Dirección de Bosques de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación indica que los desmontes provocan emisiones de carbono a la atmósfera en un nivel tan alarmante que superan cinco veces las provenientes de los procesos industriales. Los desmontes producen casi la mitad de la principal causa de emisión: las provenientes del uso de combustibles fósiles. Todo esto, por supuesto, empeora el cambio climático. 

Sin embargo fueron muchos los que criticaron el accionar de Greenpeace contra del desmonte de los bosques nativos y las malas prácticas forestales, aduciendo que así se ponen barreras al progreso del hombre y se impide el desarrollo de proyectos económicamente rentables.
 
Un claro ejemplo de esto fue en 2004 con el arresto de los Jaguares de Greenpeace, cuando se hallaban constatando la desaparición de la superficie forestal justamente donde ahora se vive el desastre: al sur de la ciudad de Tartagal.

Como vemos, sin los bosques se incrementan los problemas sociales, ambientales y por supuesto económicos. El estado va a pagar por las obras reparadoras, por las frazadas, los colchones, los alimentos y los medicamentos para los evacuados, pero los que deterioraron el bosque y son responsables ¿no deberían pagar un porcentaje de sus ganancias al resto de la sociedad por daño ambiental provocado?
 
Desastres como estos muestran una vez más que no es racional ni justo que algunas empresas socialicen los costos y no los beneficios. 
 
Ante estos continuos desastres, Greenpeace considera que se debe planificar de manera urgente el ordenamiento territorial de los bosques nativos argentinos. Esto significaría terminar con los desmontes indiscriminados y reorientarlos priorizando efectivamente el establecimiento de los "bosques protectores" que, entre otras cosas, evitan impactos cuyas consecuencias económicas y sociales sí son una verdadera traba al progreso y desarrollo y no las campañas ambientalistas para salvarlos.

  •  Para ver información sobre las inundaciones en Tartagal en el 2009, hacé click acá.
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