Greenpeace considera irresponsable la decisión del G8 sobre Cambio Climático

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Noticia - 11 julio, 2008
Greenpeace considera, tras conocer los acuerdos alcanzados en Toyako (Japón), que el G8 da la espalda al mundo una vez más. Mientras el Ártico desaparece, estos ochos países posponen cualquier actuación. Sólo se han conseguido declaraciones huecas y no acuerdos reales para luchar contra el cambio climático.

Central eléctrica de carbón alemana más contaminante, RWE central de carbón marrón, Frimmersdorf

"Es un fracaso completo. No se ha avanzado nada. El G8 ha evadido su responsabilidad de adoptar objetivos claros en el mediano plazo, incluso el objetivo del 2050 es lo que ya se había acordado en la cumbre de Heiligendamm el año pasado," dijo Daniel Mittler, consejero político para Greenpeace Internacional.

El cambio climático es la amenaza más cara y una de las más graves a las que se enfrenta la Humanidad, y ha sido causado, principalmente, por los países del G8. El 80% de las emisiones en la atmósfera ha sido producido por estos ocho países, y, en la actualidad, emiten más del 40% de las emisiones globales de CO2, a pesar de que ellos representan únicamente el 13% de la población mundial.

Las medidas mínimas que deberían ser acordadas son:

- mantener el aumento medio global de la temperatura por debajo de dos grados centígrados, comparado con los niveles preindustriales,

- una reducción de los niveles globales de emisiones para 2015 y más del 50% para 2050 (comparado con los niveles de 1990)

- los países industrializados deben tomar la delantera y concretar reducciones del 30% para 2020 y del 80-90% para 2050, también comparado con los niveles de 1990.

"Han sido tres días perdidos que el mundo no puede permitirse. El G8 no ha aportado nada nuevo en relación con la crisis alimentaria, ha dado una mala respuesta al tema del aumento del precio del petróleo y ha evitado actuar en contra del cambio climático" ha afirmado Daniel Mittler, consejero de Greenpeace en materia de política internacional.

En relación con el clima:

Los países industrializados han fallado al no establecer objetivos vitales para el año 2020 a causa de la intransigencia de los mandatarios George Bush (EEUU), Stephen Harper (Canadá) y Yasuo Fukuda (Japón). Estos objetivos son esenciales si el mundo tiene que acordar un plan de rescate para el clima en Copenhague en 2009. Los países en desarrollo estaban preparados para movilizarse en este sentido.

En relación con la energía nuclear:

George Bush, Silvio Berlusconi (Italia), Gordon Brown (Reino Unido) y otros han abusado de esta reunión, utilizándola para hacer lobby en favor de sus grandes compañías energéticas, defendiendo la energía nuclear a pesar de su peligrosidad, su elevado costo y las dificultades  que presentan para asegurarlas debido a sus riesgos en materia de responsabilidad civil. Es un hecho que, hoy en día, la energía nuclear está basada en reactores inseguros, produce residuos letales cuyo depósito no ofrece garantías de seguridad y lleva aparejados elevados riesgos de fugas, accidentes y proliferación de armas atómicas. Por lo tanto, decir que la energía nuclear va a salvar el clima es, además de absurdo, peligroso. Necesitamos una revolución energética basada en la eficiencia y el uso de energías renovables para evitar los efectos más devastadores del cambio climático y garantizar la seguridad energética.

En relación con la crisis alimentaria:

Los líderes del G8 se decantan por las mismas políticas equivocadas basadas en la agricultura industrial que han minado la seguridad alimentaria global y nos han llevado a la actual crisis alimentaria. Es asombroso cómo, incluso ante los precios astronómicos de determinadas materias primas esenciales en el mercado mundial, los líderes del G8 siguen repitiendo su viejo mantra acerca de cómo los países deberían confiar en el mercado global para su seguridad alimentaria.   

Las soluciones, en cambio, radican en redirigir la inversión pública hacia métodos de cultivo ecológicos que, como ya se ha demostrado, proporcionan mayor producción, mejores alimentos y más resistencia al cambio climático. Si continuamos tratando nuestro suelo como basura y contaminando nuestra agua con compuestos químicos tóxicos no solucionaremos la crisis alimentaria actual.  

En relación con el comercio:

El ritual del G8 de pedir un final rápido de las conversaciones de la "Ronda de Desarrollo de Doha" acerca de comercio internacional podría resultar, incluso, divertido si no fuera porque la futura liberalización del comercio desatará el desastre para las sociedades más pobres y para el medio ambiente. Ya es hora de que los líderes del G8 admitan que sus viejas políticas han fallado y empiecen a construir un sistema de comercio basado en la equidad y la sostenibilidad. Seguir con las políticas de siempre ya no es una opción viable.

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