Rex Weyler cuenta nuestra historia

Página - 28 septiembre, 2011
Rex Weyler fue el primer Director de la Fundación Greenpeace, el editor del primer newsletter de la organización, y el cofundador de Greenpeace Internacional en 1979. Fue también fotógrafo y reportero en las primeras campañas de focas y ballenas de Greenpeace y ha escrito una de las mejores y más exhaustivas historias de la organización, “Greenpeace” (Raincoast, 2004). Su libro, “Sangre de la Tierra, una historia del Movimiento Indoamericano”, fue nominado al Premio Pulitzer. “Verde profundo” es la columna mensual de Rex, donde recorre las raíces del activismo y el ecologismo, y nos cuenta acerca del pasado, presente y futuro de Greenpeace.

Capítulo 35: Ilusiones nucleares

Por qué la energía nuclear no es una solución a nuestro desafío energético

Julio 2011

El calentamiento de la Tierra sigue siendo el síntoma más urgente del mal manejo humano de nuestra civilización tecnológica. Buscando desesperadamente respuestas para un régimen de energía bajo en carbono, algunos observadores proponen un “renacimiento nuclear” para sustituir los hidrocarburos. Compañías nucleares, naciones y adeptos ofrecen la nuclear como una posible ruta energética de “bajo carbono”. Sin embargo, la evidencia disponible muestra que la energía nuclear no es la solución que muchos esperan a las necesidades energéticas de la humanidad. Aquí están las razones:

1. La energía nuclear no es baja en carbono


La industria declara que la energía nuclear está “libre de carbono” porque mientras una planta nuclear opera, no quema directamente hidrocarburos. Sin embargo, en un análisis del ciclo de vida, la energía nuclear es un centro de carbono. La construcción de la planta – cemento, acero y electrónicos complejos – es intensiva en carbono. El ciclo de combustible nuclear – minería, molienda, enriquecimiento, fabricación, transporte, y procesamiento de residuos nucleares – es intensivo en carbono. Los compuestos halogenados usados en la refinación de uranio tienen un mayor impacto en el calentamiento global que el dióxido de carbono. Finalmente, cuando terminan los 40 a 60 años de vida de una planta nuclear, el desmantelamiento añade más costos de carbono y deja una mancha radiactiva y sin vida en el paisaje. Muchos estudios confirman que la electricidad nuclear no es baja en carbono; aquí hay tres:

Un estudio del carbono y energía nuclear del gobierno australiano y la Universidad de Sidney encontró que las plantas nucleares emiten cerca de 60 gramos de dióxido de carbono equivalente por Kilowatt-hora de electricidad, 3 veces las emisiones comparables de las turbinas eólicas.

La Perspectiva Energética Mundial 2006, de la Agencia Internacional de Energía, un reporte pro-nuclear, encontró que entre las alternativas – viento, solar, hidro – encontró que la energía nuclear ofrece la menor reducción de emisiones.

En la Universidad de Stanford, el Dr. Mark Jacobson comparó las emisiones totales de CO2 de las fuentes energéticas, “Revisión de las Soluciones al Calentamiento Global,” y encontró que la electricidad nuclear es la opción sin hidrocarburos más alta, emitiendo entre seis y 60 veces más carbono que el viento y la solar de concentración.

2. El riesgo a la salud es real


Las emisiones de radiación tienen implicaciones de salud serias. No existe nivel seguro de radiación. Cualquier aumento en exposición pública a la radiación causa la bio-concentración de radionucleótidos, cáncer, defectos de nacimiento y daño genético.

Los promotores nucleares declararon que “no había muertes” de la fusión accidental en Three Mile Island, en los EUA en 1979. Sin embargo, el Dr. Steven Wing, epidemiólogo en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Carolina del Norte documentó tasas de cáncer pulmonar y leucemia 2 a 10 veces más altas en la dirección del viento desde el reactor de Three Mile Island, comparado a las tasas en la dirección contra el viento.

Cuestionar nuestras suposiciones siempre es sabio, y algunos escritores han cuestionado los cálculos de la Dra. Helen Caldicott sobre efectos de la radiación en la salud. Esto es justo, pero si examinamos los datos, aparece un vacío significativo entre las interpretaciones médicas y las de la industria.

Por ejemplo, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) examina y aprueba las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre efectos nucleares en la salud. La AIEA/OMS estimaron “cuatrocientos cánceres mortales” del accidente de Chernobyl. La AIEA es promotora de la industria nuclear.

No debemos sorprendernos de que los estudios de la industria minimicen los niveles de radiación. Sin embargo, las estimaciones de la AIEA y la industria usualmente se basan sólo en dosis de radiación externa, sin contar la radiación interna inhalada o ingerida por las víctimas. Isótopos radioactivos como iodo-131 concentrado en cada nivel de la cadena alimentaria, migran dentro del cuerpo a órganos específicos como la tiroides o médula, irradian las células y producen cáncer y décadas de daño genético después de la exposición.

En 1992, la Revista Médica Británica publicó un estudio mostrando a un cambio significativo de mortalidad infantil en Alemania después del incidente Chernobyl, donde el índice de mortalidad postnatal dejó de disminuir y temporalmente aumentó. Los estudios mostraron un aumento del cáncer in Suecia y hasta leucemia infantil en los EUA ligada a la radiación de Chernobyl. En 2009, la Academia de Ciencias de Nueva York compiló datos de unos 5,000 informes de investigación no examinados en los reportes de AIEA/OMS y estimó 985,000 muertes en exceso debidas a la radiación de Chernobyl, 250 veces más muertes que las reportadas por la industria nuclear.

No podemos saber exactamente cuánta gente murió de la radiación de Chernobyl porque el rastro de la radiación es difícil de seguir, pero la gente muere. He atestiguado que los niños mueren de leucemia: una tragedia dolorosa y angustiosa. Hay algo el grotesco en contar a los muertos con los apologistas nucleares e intercambiar sufrimiento humano por electricidad. Yo no abogaría por una sola muerte por cáncer como un precio necesario por la electricidad, mucho menos por 4,000 o 985,000.

Igualmente, la gente morirá de la radiación de Fukushima, y las muertes no son cifras en una encuesta de salud, son el sufrimiento genuino de seres humanos inocentes. La energía nuclear es una forma del asesinato aleatorio.

3. Corrupción y colusión


Si la industria nuclear hubiera sido honesta sobre los accidentes, emisiones de radiación y otras dificultades con la energía nuclear, el gobierno y los ciudadanos estarían en una mejor posición para evaluar el valor de la energía nuclear. Pero un rastro de engaño, corrupción, y colusión con los reguladores cuenta una historia diferente.

Por décadas, desde los años 1950, los científicos independientes han luchado contra la supresión de datos de la industria nuclear. Después de Chernobyl, el Profesor Dimitro Godzinsky de la Academia Nacional Ucraniana de Ciencias declaró que “los defensores de la energía atómica” obstruyeron las investigaciones del accidente distrayendo a los científicos de los estudios de radiación, “negándose a financiar estudios médicos y biológicos,” y “liquidando entes gubernamentales” responsables de investigar el impacto de Chernobyl.

El miedo a la extinción llevó a algunas agencias a aceptar la metodología de la industria nuclear. En 2004, los abogados del gobierno del Reino Unido bloquearon un reporte minoritario del Dr. Chris Busby y colegas, que afirmaba que el Comité que Examina el Riesgo de Radiación de Emisores Internos (CERRIE) subestimó el riesgo de salud hasta 300 veces. El reporte de Busby documentó la falla en la cuenta de racimos de cáncer y leucemia cerca de las instalaciones nucleares en Gales, Essex, y Cumbria.

En 2009, el Dr. Jack Valentin renunció como director del Secretariado Científico del Comité Internacional de Protección Radiológica porque creía que los riesgos a la salud derivados a la exposición a radiación interna eran 100 veces mayores de lo que la organización declaró.

En 2000, Kei Sugaoka, un inspector nuclear en la planta Daiichi, dijo a la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial de Japón (NISA) que Tokyo Electric (TEPCO) había ocultado información de seguridad sobre un secador de vapor roto. En vez de actuar sobre esta información, NISA y TEPCO atacaron Sugaoka y lo expulsaron de la industria.

Entre 2002 y 2006 trabajadores nucleares, que temieron represalias de TEPCO, reportaron 21 advertencias de seguridad al gobernador de Fukushima Eisako Sato, que pasó estas preocupaciones a NISA. Sin embargo, NISA y TEPCO ignoraron las advertencias, atacaron al gobernador Sato, lo acusaron de corrupción y lo expulsaron de su cargo. Mientras tanto, TEPCO rutinariamente recompensó la colaboración empleados de NISA con puestos ejecutivos en la compañía.

Victor Gilinsky, quién sirvió en la Comisión Reguladora Nuclear estadounidense (NRC) durante la fusión de Three Mile Island en 1979, dice que la NRC es “una filial totalmente poseída de la industria de energía nuclear.” Como sus colegas japoneses, los reguladores cooperativos de NRC pueden desear empleos industriales cuando abandonen la agencia. Durante la década pasada, la industria nuclear estadounidense donó más de 4.6 millones de dólares a miembros del Congreso, y en 1996, cuando el NRC investigó los defectos de diseño del reactor, el Senador estadounidense Pete Domenici amenazó con cortar el financiamiento de la agencia.

Si la energía nuclear demostrara ser segura, las mentiras, corrupción y colusión no serían necesarias.

4. Costos y Subsidios


Un kilowatt-hora de electricidad de una central nucleoeléctrica nueva cuesta 14 a 17 centavos comparada con la electricidad de granjas eólicas a 7 centavos.

Los proyectos nucleares rutinariamente exceden los presupuestos debido a tardanzas, defectos de diseño y precios crecientes de materias primas. En Canadá, por ejemplo, la planta nuclear de Darlington, con un presupuesto de construcción de 6 mil millones de dólares, ahora se acerca a 26 mil millones.

En el Reino Unido, una planta nuclear nueva cuesta cerca de £6 mil millones (10 mil millones de dólares; € 6,700 millones de euros) para construcción, sin incluir seguro, accidentes, residuos, seguridad, seguridad ni desmantelamiento. Estos costos añadidos son pagados a partir de fondos y subsidios, públicos.

En los Estados Unidos, el reactor “privado” promedio  ha recibido cerca de 1.3 mil millones de dólares en subsidios públicos. Si la industria practicara el capitalismo de libre mercado, colapsaría. Históricamente, el modelo económico de la industria nuclear privatiza ganancias, socializa costos y riesgos, y deja la basura para la posteridad.

En la revista Solutions, los especialistas en energía Robert Costanza, Cutler Cleveland y colegas preguntan: “¿Puede la energía nuclear ser parte de la solución?” Ofrecen una evaluación balanceada, pero citan los costos escondidos, subsidios fiscales y subsidios de “legado” como los residuos. Ellos recomiendan “Retirar los subsidios, requerir que las plantas nucleares estén totalmente aseguradas y etiquetar fondos adecuados para desmantelamiento y disposición a largo plazo de los residuos radioactivos.”

5. Residuos radioactivos: Sin resolver


En Fukushima, la mayor parte de la exposición pública a la radiactividad vino de barras de combustible gastadas en almacenes temporales. La industria nuclear no ha solucionado todavía el problema de los residuos, entonces las barras gastadas se depositan en estanques hechizos alrededor del mundo en hasta 1000°C, requiriendo refrigeración y seguridad las 24 horas. El Reino Unido retiene más de 112 toneladas de residuos de plutonio. En 2002, la Sociedad Real estimó que un sistema de almacenaje suficiente costaría £ 85 mil millones (95 mil millones de euros, 140 mil millones de dólares). El Reino Unido opera 19 reactores, de modo que la deuda en residuos se vuelve aproximadamente £ 4,500 millones por reactor.

En EUA, los residuos radioactivos se depositan en 121 instalaciones temporales, que son un riesgo duradero al ambiente y la seguridad. La Comisión Reguladora Nuclear estadounidense (NRC) gastó 7 mil millones de dólares investigando un sitio de almacenaje en Yucca Mountain, Nevada, proyectado para costar en total 96 mil millones de dólares, pero que podría nunca abrirse debido a problemas técnicos, reportes geológicos fraudulentos y gastos altísimos. “Las compañías energéticas no quieren pagar para ello,” dice Robert Alvarez, antiguo consejero político del Departamento de Energía estadounidense. El total de residuos nucleares estadounidenses asciende a 72,000 toneladas de sitios civiles, 34 toneladas de plutonio militar, además de otros residuos militares secretos, sumando más de lo que el sitio hipotético de Yucca Mountain podría acomodar.

EUA gastó 5 mil millones de dólares para construir una fábrica de combustible nuclear en el Río Savanna en Carolina del Sur, combinando residuos de plutonio con uranio para crear combustible de mezcla de óxidos, MOX. Sin embargo, después de una década de construcción, la planta está terminada a la mitad, sin clientes.

Reino Unido construyó una planta MOX en Sellafield y proyectó producir 1200 toneladas de combustible en una década. Sin embargo, desde 2002, la planta ha producido sólo 13.8 toneladas. Un cable diplomático de EUA filtrado de Londres cita fuentes del gobierno británico y dice que la operación de la planta de Sellafield cuesta £90 millones al año y es “una de las fallas más embarazosas del gobierno de Su Majestad en la historia industrial de Gran Bretaña.” Los clientes japoneses se quejan de los problemas de producción británicos y han cancelado los pedidos de combustible para la próxima década. Para ese tiempo, la planta se acercará a su fecha de expiración y será desmantelada a expensas de los contribuyentes británicos.

El vertido clandestino de desechos radioactivos en el mar continúa, como fue evidenciado por los contenedores de residuos que bañaron la costa de Somalia después del tsunami de 2004. Ninguna solución ha sido acertada aún para el almacenaje o procesamiento del desecho radioactivo peligroso, amontonándose como una deplorable herencia a nuestra progenie.

6. Proliferación de armas y seguridad


Desde la Segunda Guerra Mundial, la industria nuclear ha creado más de 1,200 toneladas de plutonio. Cerca de 260 toneladas tienen “grado de armas,” y el resto pueden considerarse armas de grado inferior o ser reprocesadas en armas nucleares de alto grado. El plutonio es un cancerígeno tóxico que se almacena en los huesos y el hígado. Las armas de grado plutonio-239 tienen media vida de 24,110 años, y las mayores, Pu-244 tienen vida media de 80 millones de años.

La reserva existente de armas de grado plutonio podría fabricar cerca de 60,000 cabezas nucleares, y la reserva de plutonio entera podría fabricar más de 200,000 cabezas nucleares. Las naciones que desarrollan una industria nuclear se vuelven una amenaza para el mundo como proveedores de plutonio, objetivos del terrorismo y usuarios potenciales de armas nucleares.

China, Francia, Rusia, Reino Unido, EUA, Israel, India y Paquistán ahora poseen cerca de 8,800 cabezas nucleares. Siria, Corea del Norte, Sudáfrica, Iraq, Bielorrusia, Kazakstán, y Ucrania tenían o todavía tienen programas de armamento nuclear. Libia, Argentina, Brasil, Corea del Sur y Taiwán han aplazado programas de armamento nuclear. Así, veinte naciones poseen la capacidad de crear armas nucleares sofisticadas. Mientras tanto, cualquiera con un suministro de plutonio y conocimiento técnico común puede crear armas nucleares sencillas.

7. Escala


El mundo opera ahora cerca de 434 reactores nucleares, sin contar aquellos actualmente en fusión o cerrados por reparaciones. Para reemplazar la actual producción de energía de hidrocarburos por energía nuclear en la capacidad media actual, requeriría cerca de 7,000 reactores nucleares. Para sustituir la mitad de nuestra energía de hidrocarburos por nuclear (3,500 reactores) hacia 2030, tendríamos que construir 175 nuevos reactores por año, 3 nuevos reactores por semana durante veinte años.

Tal escenario no es posible debido solamente a la cadena de suministro (cemento, acero, sitios apropiados y capacidad de construcción). De 1996 a 2009, la industria nuclear retiró 43 reactores viejos y abrió 49 nuevos, una ganancia neta de seis reactores en 13 años.

Si tal escenario fuera posible, podríamos esperar 8 veces más accidentes nucleares y casos de leucemia y cáncer subsecuentes, y 8 veces más residuos nucleares anuales y demanda de uranio. La industria nuclear actual consume 68,000 toneladas anuales de uranio. La estimación más optimista de reservas de la Agencia Internacional de Energía Atómica, incluyendo reservas supuestas por ser descubiertas, es de 7.7 millones de toneladas. Tres mil quinientas plantas nucleares en operación drenarían estas reservas en 14 años, dejando comunidades terrestres envenenadas con polvo radiactivo, gas radón y sufriendo de una herencia de defectos de nacimiento, leucemia y otros cánceres.

Además, nada de esto considera el crecimiento demográfico y económico. Dos mil millones de personas viven sin electricidad. Las Naciones Unidas estiman que podemos añadir 3 o 4 mil millones de personas más, antes de que la población humana se estabilice. Mientras tanto, el 15% rico del mundo consume la mayor parte de la capacidad de energía actual. Incluso considerando algunas ganancias de eficacia y estilos de vida modestos, para satisfacer estas necesidades de crecimiento y justicia social requeriría 3 a 4 veces nuestro actual consumo de energía y suministrar la mitad de esto con energía nuclear requeriría cerca de 15,000 plantas.

Las plantas nucleares tienen un ciclo de vida de 40 a 60 años. Para mantener una industria de 15,000 plantas nucleares, tendríamos que construir aproximadamente una nueva planta cada día, para siempre; mientras desmantelamos una planta cada día, para siempre, dejando miles de zonas radiactivas muertas vulnerables a terremotos, tiraderos de extracción de uranio y residuos radioactivos mortales.

Iniciar por la Conservación


Estos escenarios no son siquiera físicamente alcanzables, mucho menos “sostenibles”, y ciertamente no ofrecen una “solución” a nuestros desafíos de energía y calentamiento global.

La primera y más importante alternativa genuina al uso de energía de hidrocarburos es la conservación, especialmente en las naciones ricas. Los estilos de vida dispendiosos que el petróleo ha hecho posibles no son sostenibles, así que imaginar una industria nuclear para sostener dichos estilos de vida sigue siendo contraproducente. Podemos reducir las necesidades energéticas con mejor transporte público, comunidades diseñadas para caminar y bicicletas, con economías localizadas que minimicen los envíos; y eliminando el consumo dispendioso. No escuchamos este tipo de soluciones de nuestros regímenes políticos actuales porque ellos permanecen encadenados a la suposición del crecimiento interminable.

Después de la conservación, sí existen las verdaderas alternativas energéticas. Los sistemas de sol y viento deben alcanzar la misma escala y cuestiones de reemplazo que enfrenta la energía nuclear, pero estos no dejan una herencia de cáncer, residuos radioactivos y zonas muertas radiactivas abandonadas.

Cada dólar, cada pedazo de tierra y cada recurso gastado en energía nuclear es una oportunidad perdida, que consume recursos económicos, humanos y naturales requeridos para las soluciones reales.

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Fuentes y enlaces

-Estudio de carbono nuclear en Australia: M. Lenzen, “Balance energético y emisiones de gases de efecto invernadero del ciclo de vida de la energía nuclear en Australia, Departmento de Análisis de Sustentabilidad Integrada, Universidad de Sydney, 2006/08”

-Perspectiva de la Energía Mundial IEA 2006, Agencia Internacional de Energía p.190,

-Carbón vs. nuclear: Ver gráfico en la página 18, “Impactos radiológicos de efluentes transportados por el aire de plantas de carbón y nucleares,” J.P. McBride, et. al., Investigación en Salud y Seguridad, Laboratorio Nacional de Oak Ridge (5315), Agosto 1977.

-G. Monbiot sobre energía nuclear, The Guardian.

-Crítica de Monbiot sobre Caldicott.

-IAEA: páginas 15/16, "Legado de Chernobyl: Impactos a la salud, ambientee y socio-económicos", El Foro de Chernobyl, IAEA, 2006

-Mortalidad infantile alemana: “Mortalidad neonatal en Alemania desde la explosión de Chernobyl” Jens Scheer, British Medical Journal, no.304 p.843, 28/3/92

-Cáncer en Suecia: ¿Aumento de la incidencia total en cáncer regional en el norte de Suecia debida al accidente de Chernobyl?, Martin Tondel, Peter Hjalmarsson, Lennart Hardell, Goran Carlsson y Olav Axelson, Journal of Epidemiol Community Health, vol.58 pp.1011-1016, 2004.

-Leucemia infantile en EUA: “La leucemia infantil en EUA puede haber surgido debido a partículas de Chernobyl” Joseph Mangano, British Medical Journal, 314, 19 de abril de 1997.

-Dr. Stephen Wing, cáncer derivado de Three Mile Island.

-Reporte de la Academia de Ciencias de Nueva York, "Chernobyl: Consecuencias de la catástrofe para la gente y el ambiente, 2009". Dimitro Godzinsky en la Introducción.

-Dr. Jack Valentin (video)

-Victor Gilinsky, NRC estadounidense

-Reporte del Dr. Chris Busby y colegas

-Eisako Sato, Gobernador de Fukushima forzado a renunciar, The Independent, UK:

-Costo de planta nuclear británica: Bloomberg, 25 de agosto de 2010

-Costo/kWhr: Producción de electricidad renovable y energía nuclear

-Robert Alvarez, Departamento de Energía de EUA

-R. Costanza, et. al., subsidios nucleares, revista Solutions

-Reporte McKenzie: “Rutas para una economía baja en carbono” McKinsey & Company, 2009.

-Planta estadounidense MOX en el Río Savanna

-Planta británica MOX en Sellafield

-Cable estadounidense filtrado, Planta británica en Sellafield, The Telegraph, Feb. 14, 2011:

-Reserva mundial de plutonio, Bulletin of the Atomic Scientists, 1999:

-Programas de armamento nuclear en el mundo

-Reservas mundiales de uranio, Asociación Nuclear Mundial


Enlaces e información adicionales:

Energía en Reino Unido. Emisiones de dióxido de carbono en Reino Unido, por combustible, 1990-2009; 2009 Cifras provisionales de gas de efecto invernadero en Reino Unido, Departmento de Energía y Cambio Climático, Marzo 2010.

Paul Mobb, Ecolonomía, “Cuando los hechos cambien, cambiaré mi forma de pensar” una encuesta de energía nuclear y crítica al análisis de George Monbiot.

Reporte de Greenpeace sobre Chernobyl (en inglés).

Kei Sugaoka expulsado de la industria nuclear japonesa, New York Times.

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