El momento preciso en que nuestros activistas despliegan el lienzo en las oficinas de Hidroaysén en Santiago.

Ya no cabe duda alguna que la supuesta política energética del gobierno va de mal en peor y que la única definición posible es “¡Aprobar y aprobar que el gobierno se va a acabar! y ¡A Dios rogando y con el mazo dando!”.

Sólo en estos pocos meses transcurridos del 2011, la carbonización de la matriz energética ha sido evidente y reconocida por expertos que han clamado al gobierno abrir las puertas a una discusión social en el amplio sentido sobre la energía que queremos, que necesitamos y que podemos utilizar.

Hoy somos bombardeados por publicidad que omite información clave respecto de las necesidades energéticas; que no habla sobre la altísima concentración del mercado –reconocida incluso por representantes del empresariado que describen la situación actual como de monopolio de facto-; o, hacen apología a la supuesta bondad de proyectos innecesarios, dañinos y que se traducen en costos para las economías locales o incluso para la salud de las personas.

Una y otra vez, la misma historia de siempre.


Como Greenpeace lo hemos dicho de todas formas y hemos actuado con mucha claridad: el país se está perdiendo la oportunidad, que es urgente y necesaria, de invertir de una vez por todas en Energías Renovables No Convencionales (ERNC). En marzo miles de personas clamaron en el centro de Santiago: Queremos energías limpias; queremos un desarrollo sustentable; queremos un Chile donde quepan todos.  

Existen diversas opciones de generación energética con fuentes limpias, sustentables y con un impacto mínimo con el medioambiente pero poco se puede hacer cuando el mercado de generación está en mano de tres grandes corporaciones y cuando el gobierno decide olvidar dos de sus preceptos fundamentales: velar por el bien común y abrir las puertas a la construcción de acuerdos sustentables entre todos los actores involucrados.

Estamos por el desarrollo, y por incorporar en Chile la mejor y más moderna tecnología. Los impedimentos son claros: falta de compromiso con política pública, nula resistencia que regule los mercados de generación eléctrica, gigantescas desigualdades de poder entre corporaciones y ciudadanos y, sin duda, procedimientos ambientales que se pueden utilizar a conveniencia para favorecer a unos pocos en detrimento de muchos.

De muestra un botón: ¿Sabías tú que hoy en Chile hay menos presupuesto asegurado para estudiar y favorecer propuestas de eficiencia energética? En éste y otros asuntos claves en el marco de nuestras propuestas globales de Revolución Energética hay soluciones a corto, mediano y largo plazo, baratas y factibles pero no ha habido voluntad política de impulsarlas.

El proyecto Hidroaysén y todo el oscuro y deteriorado proceso que se ha ido dando en los últimos años es la culmine manifestación de falacias que tienen como base favorecer un negocio millonario que usa –al igual que los industriales del mercado nuclear- un discurso supuestamente favorable a las personas, con mecanismos irregulares (por decir lo mínimo) y todas las redes de poder cruzadas en la toma de decisiones.

En resumen, la inminente aprobación de Hidroaysén es a todas luces un mal guión, con pésimos actores y con una argumentación trasnochada, ampliamente cuestionada y poco creíble. Nos van a aprobar Hidroaysén en nuestro rostro; contra todo sentido común, lo vamos a pagar todos. Y nos preguntamos ¿Hasta cuándo soportará el Gobierno esta seguidilla de errores si no hay encuesta que no señale que la “amplia mayoría” rechaza su gestión en materia ambiental?.
 

¿Por qué Greenpeace se opone a Hidroaysén?


No obstante que hemos venido trabajando codo a codo y como parte integral del Consejo de Defensa de la Patagonia, corresponde “actualizar” hoy por qué como Greenpeace nos oponemos a éste, un proyecto hidroeléctrico que en rigor se enmarca en “energía limpia”  por el uso del recurso hídrico como fuente.
 
Primero - Como Greenpeace defendemos a la Patagonia como uno de los principales patrimonios naturales de la humanidad. De ser inundada para la construcción de la mega represa se vería arruinada irreversiblemente para ser usadas por alrededor de 40 o 60 años y luego abandonadas, dejándolas como un pasivo ambiental y arruinando de paso a miles de propietarios y a cientos de empresarios turísticos.

Segundo - Porque, al contrario de lo que se ha difundido publicitariamente no existe para  la gran población de chilenos la necesidad de Hidroaysén. El “obligado” crecimiento eléctrico sólo se explica por la necesidad que tiene la gran minería -del norte- de contar con energía. Por lo tanto, nosotros exigimos que sean ellas, las empresas mineras, las que se comprometan a la brevedad al uso de a lo menos un 30% de Energías Renovables No Convencionales. Y para eso, obvio, se requiere voluntad, incentivos del Estado e inversiones.

Tercero - El proceso de evaluación ambiental de Hidroaysén ha estado repleto de denuncias de irregularidades, procesos omitidos, y su curso ha sido errático. Todavía existen varios aspectos no aclarados tanto desde el punto de vista legal como evaluativo. Se ha montado una máquina concertada, que incluye a diferentes sectores en la toma de decisiones, a favor de un proyecto que sólo beneficia a grandes empresas altamente rentables, a costa de la ciudadanía.

Cuarto - La gran mayoría de los chilenos se oponen a este proyecto y Greenpeace apoya las luchas medioambientales de la población. No obstante la millonaria campaña publicitaria y la implementación de estrategias mediáticas reiteradas, es un proyecto tremendamente impopular y de alta preocupación de las nuevas generaciones, según datos de la última encuesta IPSOS.

Como corolario, y aún sin estrenarse Hidroaysén, en esta cruzadilla de poderes la prensa ya informa que “en La Moneda ya está definido el guión para enfrentar eventuales protestas: respeto de la institucionalidad medioambiental, transparencia del proceso y la necesidad de nuevas inversiones energéticas para el país”. Nada que hacer. Calificación: Pésima.

> Descarga el comunicado de prensa sobre la acción de hoy en la mañana.

La lucha para salvar a la Patagonia es ahora o nunca, es nuestra responsabilidad defenderla, después ya no quedará nada.

Apóyanos en nuestro esfuerzo para poder detenerlos. Únete a Greenpeace.