Probablemente nuestros propios conflictos ambientales nos distraigan de las tremendas luchas que se dan en latitudes cercanas, tales como las de la Amazonia Brasileña. En aquel lugar, muchos luchan evitando la destrucción del bosque, entre ellos Greenpeace. El retroceso de este magno ecosistema, además de ser una pérdida muy importante de biodiversidad mundial, también es responsable de las altas emisiones de gases de efecto invernadero en Brasil.

El trabajo en Greenpeace me ha llevado a muchos lugares exóticos, pero cuando en el año 2002 me llevó a la selva amazónica, no se trataba de una tarea más. Era una labor que había que desempeñar en las entrañas de mafias, esclavitud, colonialismo y despojo de tierras por parte de las más grandes y poderosas forestales internacionales. Un lugar donde existe la Policía Ambiental Armada, la que se enfrenta a menudo contra los que quieren destruir la vida y la selva en esa región tan apartada de las zonas pobladas del continente.

Allí, uno de los más importantes personajes de la conservación de los bosques en Greenpeace, comandaba la campaña para recuperar las tierras indígenas Dení. Este personaje era Paulo Adario, el que ingresó a las filas de Greenpeace Amazonas hace más de 15 años, asumiendo una tarea gigantesca para evitar la matanza diaria del bosque, como consecuencia de la extensión de los ranchos ganaderos, la agricultura industrial transgénica, la corta ilegal, la apertura de caminos ilegales y proyectos mineros.

Paulo no sólo debía sortear esos obstáculos para la defensa de los bosques, sino que seguir en medio de amenazas de muerte permanentes, las incluso sufrió un poco antes de mi llegada. Esto influyó mucho en los protocolos de seguridad de nuestra organización, pero también respecto a su familia.

Desde esos años, Paulo ha sido muy importante en la defensa de los bosques amazónicos y ha logrado muchísimas cosas para la protección de su querida selva, desarrollando campañas desde Manaus, en el centro del estado de Amazonas, hasta Europa, Estados Unidos y China, denunciando lo complejos vínculos comerciales que están alimentando la destrucción de los bosques.

El enorme sacrificio personal y familiar, unido a los incontables obstáculos propios del trabajo, no han sido un freno y es por eso que las Naciones Unidas le han dado la Categoría de Héroe de los Bosques, en el Año Internacional de los Bosques, el pasado 9 de febrero en Nueva York.

Paulo, persona muy amable y profesional, no pudo olvidar a los otros héroes que como él han defendido la floresta amazónica. Entre ellos, a los que han perdido la vida por la misma causa, como Chico Mendes, la Hermana Dorothy Stang y Zé Claudio y su mujer María, quienes lucharon y murieron para mantener viva idea de que los bosques y las personas son inter-dependientes. El premio también va para las personas anónimas que están en este momento protegiendo su tierra.

En su discurso en las Naciones Unidas, Paulo recordó que ser destacado cómo un héroe es una señal de que los bosques aún siguen en peligro, no sólo en Brasil, también en Congo y en el Sudeste asiático, por diferentes razones pero con los mismos efectos. Si no podemos salvar los bosques no podremos salvar el clima mundial.

Podría llenar hojas de elogios para Paulo, pero lo que él seguro más desea es que nosotros, en cada lugar del mundo, no descansemos sino hasta ver su gran sueño hecho realidad: acabar con la deforestación en nuestro planeta.

Esta es sin duda una ocasión para el orgullo. Con ese sentimiento quisiera expresar lo orgullosos que estamos de tu trabajo en nuestra familia, la familia de Greenpeace. Felicidades a ti Paulo, héroe de la Amazonia.