Japón dice NO a la energía nuclear - Greenpeace Images (c)

Con la parada de la central nuclear de Tomari, Japón quedó hoy libre de energía nuclear después de cuatro décadas –el país es parte del club atómico desde 1966. Ahora Japón enfrenta una oportunidad histórica al mismo tiempo que da una lección al mundo sobre lo prescindible de esta fuente energética. Sus líderes tienen la responsabilidad de abandonar definitivamente la nuclear y avanzar en una red eléctrica inteligente, eficiente, segura, renovable y barata, que haga frente al cambio climático.

Catorce meses después de Fukushima, el desastre nuclear más importante desde Chernobyl, Japón logró salir de la crisis producida por el terremoto y el tsunami, alimentando su consumo energético interno con fuertes medidas de eficiencia y una administración inteligente de la red eléctrica.

La tercer economía del mundo es también el tercer país con más importancia entre los que ostentan reactores atómicos a escala global. El podio se compone por Estados Unidos, con 104, lo sigue Francia con 58 y pegado viene Japón con 54. Hoy el país llegó a cero, no por una decisión política antinuclear sino porque distintos factores de seguridad y mantenimiento obligaron a apagar cada uno de los reactores para evaluar sus riesgos.

No hay ningún motivo por el que Japón deba volver a encender ninguno de sus reactores, pero hay, como mínimo, 150.000 razones para que no lo haga: los evacuados de la crisis nuclear japonesa. Ellos conocen mejor que nadie que los riesgos de la nuclear son demasiado grandes. Puedes revisar las lecciones que aprender de esta crisis en nuestro reciente reporte.

El escenario de [r]evolución energética para Japón, es decir nuestra desafiante propuesta para lograr los cambios que el mundo necesita (link al documento en inglés), muestra como Japón puede diversificar su matriz energética abandonando los combustibles fósiles sin caer en la trampa de la nuclear, y aún así alcanzar sus metas de reducción de emisiones de CO2 para 2020.

Esta es una señal que atemoriza a la industria atómica. Si Japón pasa el verano sin nuclear y logra cumplir sus compromisos de reducción de emisiones de CO2, la realidad habrá probado una vez más lo que hace tantos años venimos advirtiendo: la energía nuclear no es una solución viable, limpia o segura al cambio climático como han intentando señalar sus promotores. Por el contrario la experiencia demuestra que es absurdamente peligrosa, cara y contaminante; pero por sobre todo, innecesaria.

El futuro está en manos del gobierno japonés. Sus líderes pueden aprovechar esta oportunidad histórica de liderar un cambio, o mirar atrás y darle la espalda a su gente. Profundizar el despegue de las energías renovables abandonando la nuclear tomaría solo una fracción del coraje que tuvieron para salir de la crisis del 11 de marzo de 2011. Los que aún sufren las consecuencias de Fukushima, no merecen menos.

Adaptado para Greenpeace en Chile por Mauro Fernández
Campañista de Clima & Energía, Greenpeace