Ayer varios miles de personas se manifestaban pacífica y lúdicamente en Barcelona pidiendo el cierre urgente de las centrales nucleares en el Día Mundial del Medio Ambiente. Fue una estupenda manifestación, llena de música, color y alegría. Alegría, pese a la tristeza que provoca el tremendo sufrimiento de millones de personas que se ven obligadas a vivir en zonas altamente contaminadas por radiactividad y que han enfermado o muerto por culpa de la energía nuclear tras accidentes como el de Chernóbil o Fukushima, entre otros muchos… Alegría, porque cada vez está más cerca el fin de la energía nuclear.

También alegría por la importantísima decisión de Alemania de acelerar el abandono de la energía nuclear en ese país; cerrará sus 17 centrales nucleares de aquí al 2022, incluyendo el cierre inmediato de ocho de ellas, y apostará por las energías renovables y la eficiencia energética.

Alegría por la noticia, publicada ayer en Francia por el periódico Le Journal du Dimanche, de que la inmensa mayoría de los ciudadanos y ciudadanas franceses (un 77%) quiere que Francia abandone la energía nuclear. Un 62% de los consultados desearían un cierre progresivo del parque nuclear galo (58 centrales nucleares, 78% de la electricidad de origen nuclear) en 25-30 años, y un 15% querría que se cerrasen “rápidamente".

Además de alegría, en la manifestación había ganas de movilizarse; y esto no ha hecho nada más que empezar. Nos queda un buen trecho hasta llegar al nivel de las movilizaciones alemanas, pero no vamos a parar hasta conseguirlo.

También se notó ayer la indignación de los ciudadanos con los políticos que no escuchan el clamor de la ciudadanía a favor del cierre de las centrales nucleares y de un sistema energético 100% renovable. Esperemos que el PSOE tome nota de una vez y cumpla ya su compromiso de cerrar las ocho centrales nucleares que amenazan nuestra existencia.

Carlos Bravo, responsable de la campaña anti Nuclear de Greenpeace.