El bisfenol-A es una sustancia conocida porque se utiliza para fabricar policarbonato y porque muchos estudios científicos demuestran sus graves efectos para la salud y sugieren su responsabilidad en otros. El policarbonato es conocido, por ejemplo, porque se utiliza para fabricar biberones y porque a altas temperaturas se libera del plástico pudiendo contaminar, también por ejemplo, un líquido que se encuentre dentro del biberón.

Hace meses que un estudio científico hacía saltar de nuevo las alarmas sobre la peligrosidad de esta sustancia. Y la semana pasada se hizo público el, tan esperado, dictamen de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, de sus siglas en inglés) sobre la seguridad del bisfenol-A. Con varios meses de retraso concluye que, con los datos actuales, no puede evaluar si ese producto puede perjudicar más (de lo que se sabe hasta ahora) a la salud humana. Según interpretación de la agencia, porque los estudios que subrayan los riesgos tiene “lagunas”. Y por lo tanto la EFSA no tiene la seguridad de que haya que rebajar la “dosis máxima tolerable”. Y, claro, sin seguridad pues no se va tomar una medida que pueda tener tan graves consecuencias....para la industria. ¿Se va a aplicar el Principio de Precaución cuando se trata de proteger los intereses empresariales? Extraña evolución de un término, que surgió para proteger la salud y el medio ambiente.

Pero la EFSA no decide, recomienda. Su dictamen científico, que no niega el hecho de su peligrosidad como disruptor hormonal, será el que utilicen los políticos y gobernantes para decidir medidas. Además, esta sustancia puede ser sustituida fácilmente por otras alternativas. En este punto, pues, la decisión es política. Así que la aplicación del Principio de Precaución tendrá interpretación libre en función de los intereses que cada uno considere que son más importantes proteger.

Por ejemplo, sólo en Europa por no irnos muy lejos: Dinamarca ya ha introducido una prohibición nacional en los materiales en contacto con los alimentos para niños de 0-3 años, Francia ha aprobado una ley que lo prohíbe en biberones; y Suecia y Austria anunciaron que tomarían medidas nacionales si la UE no lo hacía. Más lejos, Canadá y EE.UU también han anunciado futuras medidas. En España, al contrario, parece que el Principio de Precaución lo utilizan de aquella extraña manera.

Sara del Río, responsable de la campaña de Contaminación de Greenpeace

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