Incendios forestales en Rusia

Como si de un fantasma se tratara, el recuerdo de la catástrofe nuclear de Chernóbil, ocurrida en 1986, se reaviva a medida que los incendios que están devastando enormes extensiones de Rusia se acercan a las zonas más contaminadas por la radiactividad del accidente o a otras áreas que sufren el mismo problema en otras partes del país. En los últimos días el fuego ha estado muy cerca. De momento se ha logrado contener los frentes que se habían aproximado más.

¿Qué peligro entraña que el fuego que asola Rusia alcance áreas contaminadas radiactivamente? Si esos incendios alcanzasen zonas contaminadas por radiactividad se produciría la liberación de materiales radiactivos a la atmósfera. Obviamente la situación no sería comparable a la que provocó el accidente de Chernóbil (que liberó al medio ambiente más de 50 millones de curios de radiactividad, una cantidad 200 veces mayor que la liberada conjuntamente por las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki en 1945), pero la presencia de materiales radiactivos en el humo aumentaría el riesgo para la salud, si ese humo fuera inhalado por gente, lo cual probablemente sería inevitable, en gran medida. Además esos materiales radiactivos se dispersarían en una amplia zona, lo que expondría a la población (y al resto de seres vivos) a riesgos adicionales para su salud.

El riesgo para la salud y las consecuencias de la dispersión de estos materiales radiactivos dependerá mucho de la contaminación en la zona del incendio (qué cantidad de radiactividad existe, si hay cobertura vegetal...), la intensidad del fuego, la fuerza y dirección del viento, etc. Por lo tanto, es difícil dar una respuesta concreta al grado de daño que podría producirse. Pero es claro que la dispersión de los materiales radiactivos presentes en esos terrenos tendría consecuencias negativas en cualquier caso y aumentaría la exposición de la población a la radiación.

Aunque los riesgos para la salud que entraña esta situación son de escala inferior a los que provocó la catástrofe de 1986, son otra consecuencia más del mismo: la radiactividad producida por el accidente de Chernóbil sigue planteando un grave riesgo sanitario en muchas regiones, incluso 25 años después. Además, los riesgos no se limitan al entorno inmediato al reactor de Chernóbil en sí, sino que también se extienden a las zonas contaminadas de Bielorusia y Rusia (principalmente Brianskaya Oblast).

Carlos Bravo, campaña de Energía