Escribo desde México, donde nuestros compañeros de Greenpeace me han pedido que comparta con ellos la experiencia de nuestro trabajo en España. Para mi está siendo una oportunidad de conocer de cerca el problema de los transgénicos en este país.

La realidad en México, y en esto las similitudes con España son interesantes, es que la mayor parte de los que tienen el poder de decidir escuchan únicamente a las empresas transnacionales que promueven el uso de sus semillas transgénicas, como Monsanto, Pioneer, Syngenta y Dow Agroscience, e ignoran a los expertos que se oponen a la liberación de OMG al medio ambiente. Por ejemplo, Antonio Serratos, un biotecnólogo de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, uno de los mayores expertos mundiales en maíz comentaba estos días: “Después del levantamiento de la moratoria de 1998 al 2009 ha habido una regresión en el sistema de bioseguridad en México. La siembra experimental de maíz transgénico no ha dado ninguna información más allá de los datos que llevaron en a implementar la moratoria a la siembra de maíz genéticamente contaminado en 1998. Con los nuevos permisos de siembra, lo único que se está haciendo es incrementar el riesgo”.

Desde el 2009 hasta el momento el gobierno de México ha otorgado 19 permisos de siembra experimental de maíz transgénico en Chihuahua.  A escala nacional son 110 los permisos. La industria está presionando a las administraciones para que se abra la fase “piloto”, que es simplemente el paso previo a la autorización comercial (en el actual estado de violencia que vive México, y muy especialmente los estados del Norte, el sentido del verbo “presionar” adquiere magnitudes muy distintas en México con respecto a España).

Hay que recordar que México es centro de origen y diversidad del maíz, por lo que el riesgo de contaminación genética es muy alto. A pesar de que en México y en el Mundo muchas empresas y políticos afines a ellas siguen promoviendo los cultivos transgénicos como la varita mágica que reactivará la producción de alimentos y la resistencia al cambio climático, no existen cultivos transgénicos que puedan dar batalla a los extremos del clima, y en cambio sí ponen en riesgo las variedades nativas y convencionales. El gobierno de México tiene en sus manos la protección de las 59 razas de maíz que existen en el país.

Y nadie puede decir que no existen antecedentes sobre daños de los transgénicos. La siembra de cien mil hectáreas de algodón transgénico en el norte del país, incluido el estado de Chihuahua (una cifra que ha ido incrementándose entre 1996 y 2010) ya ha generado importantes casos de contaminación genética en parientes silvestres de algodón en el extremo opuesto del país, a miles de kilómetros. Una prueba más de que no hay distancias seguras … de que la coexistencia entre OMG y no OMG es imposible en México como en España.

Ante la situación de  hambruna que viven muchas zonas del país, defender la agricultura campesina y las variedades y razas indígenas de maíz es defender la paz. Y para ello es necesario abandonar el modelo de monocultivos para la exportación, devolver los recursos a las manos de los campesinos, cambiar el sistema según el cual se benefician unos cuantos en contra del interés de la mayoría y prohibir los OMG, verdadera fuente de destrucción de tantos años de selección de razas y variedades desde hace más de  nueve mil años.

México es además un importante productor de miel, se trata del tercer exportador mundial. Yucatán, en cuya Universidad Autónoma se están celebrando estos días las jornadas “La soberanía alimentaria vs los transgénicos. ¿Los apicultores, los unicos afectados?”, genera el 85 % de la producción nacional. Ante el riesgo del cierre de mercados que plantea la contaminación de la miel por la presencia de polen transgénico, todos los participantes han solicitado unánimemente la prohibición urgente de las siembras de cualquier cultivo transgénico, ya sea de soja o de maíz (El Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria ha autorizado la alarmante siembra 30 mil hectáreas de soja transgénica para los estados de Campeche, Yucatán y Quintana Roo; 4 mil para Tamaulipas, San Luis Potosí y Veracruz; 12 mil para Chiapas; y más de 27 mil para Nayarit).

La contaminación de la miel de México por OMG sería un desastre. Los principales compradores de miel Mexicana (muy especialmente Alemania) están solicitando análisis de OMG y ese coste está revirtiendo sobre los productores. La ventaja comparativa de la miel Mexicana desaparecerá si finalmente se cultiva maíz  OMG a escala comercial. Varios apicultores se preguntan estos días: “Si me obligan a abandonar la actividad apícola … ¿dónde voy? ¿A la Riviera Maya a trabajar? ¿Emigro a EEUU, que ya no quiere mano de obra? …”

Mientras se entrega el campo a las multinacionales y mientras millones pasan hambre, en México el Gobierno lleva 15 años sin investigar las variedades convencionales criollas de maíz (azul, cristalino, perlilla, harinoso, etc) e incluso híbridas, que podrían producir altos rendimientos y que son altamente resistentes a los impactos del clima, a la sequía, etc. Esto ha llevado a la situación dramática según la cual no existe disponibilidad de semilla que no sea la de las multinacionales porque no se han preocupado en reproducirla. “El 100% de la semilla de maíz amarillo proviene de EEUU … y eso supone para nosotros un grave problema de seguridad y de soberanía alimentaria”, nos comentaba un representante campesino. Además, se ha demostrado que esta semilla viene con contaminaciones por OMG de hasta 8%.

En México, Juan-Felipe Carrasco, responsable de agricultura y transgénicos