El gas metano extraído de yacimientos no convencionales o fracking pretende ser la nueva  solución a nuestros problemas energéticos. Según sus promotores nuestro país podría acabar con su dependencia del exterior lo que impulsaría nuestra economía y crearía miles de empleo. Hay que decir que algunos de estos mismos argumentos se han usado para intentar promover nuevas centrales nucleares, construir una refinería en Badajoz o llenar la geografía de incineradoras de residuos (según la industria, plantas de reciclaje energético). Afortunadamente se ha demostrado que era afirmaciones inciertas y con intereses.

Para debatir estas y otras cuestiones, estos días se celebra en Vitoria-Gasteiz unas jornadas técnicas sobre gas no convencional, también conocido como gas de esquisto o fracking. En un ejercicio de participación, una comisión formada por el Ayuntamiento, la Diputación Foral de Álava y el Gobierno Vasco ha planteado un debate público sobre el asunto.

Cabe destacar que a las mismas han sido invitados un amplio elenco de expertos internacionales, en su mayoría abogados y operadores de la industria del fracking, que defienden las bondades de la extracción de este gas. De la otra parte, colectivos ciudadanos y ecologistas, que son percibidos como ruido de fondo y un mal menor que habrá que soportar. A pesar de nuestras intervenciones en las jornadas (reducidas a la mínima expresión), es evidente que el Gobierno vasco ha apostado firmemente por explotar las reservas de gas que Álava tiene en su territorio.

Algunas preguntas no han sido respondidas en el foro y quedarán pendientes. Como por ejemplo: ¿Cuántos puestos de trabajo se destruirán por la implantación de una industria altamente contaminantes como es el fracking? ¿El territorio alavés puede albergar varios miles de pozos diseminados en los 1.400 km2 de zona prevista para su explotación? ¿Cuáles serán las repercusiones sanitarias, ambientales y económicas de los impactos producidos por el fracking?

La respuesta a todas estas incertidumbres pasa por apostar e invertir dinero en impulsar fuentes renovables de generación de energía. Y no dedicar fondos públicos en apoyar técnicas sucias, obsoletas y destinadas a seguir produciendo y agravando el cambio climático como se está haciendo. Los informes realizados por Greenpeace, Renovables 2050, 100% Renovables y Energía 3.0 demuestran que para Euskadi es viable, económica, técnica, ambiental y de ocupación del territorio, abastecerse de energías limpias. Es el momento de ponerse manos a la obra, la sociedad así lo pide.

Julio Barea (@JulioBarea) responsable de la campaña de Energía y Cambio Climático de Greenpeace

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- Post 15/06/2011: No necesitamos el fracking