Existe un tópico sobre las organizaciones o los grupos ecologistas acerca de que no nos preocupamos por las personas. Que nos preocupan más por “los animalitos y esas cosas” antes que la gente.

Afortunadamente cada vez son los menos quienes piensan así. Los problemas ambientales no se pueden disociar de los sociales, van de la mano. Donde hay un impacto sobre un recurso, hay gente que se ve afectada por ello en su modo de vida o en su día a día. Y, al contrario de lo que pueda parecer, no es necesario viajar hasta las selvas tropicales para encontrar comunidades afectadas por la destrucción ambiental en aras del beneficio económico.

Sin ir más lejos tenemos un ejemplo en la ría de Vigo. En Cangas do Morrazo están luchando desde 2005 contra la construcción de un puerto deportivo en la ría. Más 10.000 mariscadores/as y marineros/as viven de los recursos marinos de la ría, lo que la convierte en la mayor empresa de la zona. La construcción del puerto causaría daños irreversibles en el banco pesquero y marisquero, todo para crear 420 amarres para barcos de recreo que son utilizados una media de 21 días al año.

A pesar de las irregularidades y del incumplimiento de la normativa legal, la presión de la empresa promotora es suficiente para que el proyecto siga adelante. 250 millones de euros de beneficio neto para los promotores parece ser suficiente para hipotecar el futuro de las artes tradicionales pesqueras de Cangas. Ante esta indefensión, los propios ciudadanos de Cangas han salido a la calle a defender su ría. Como consecuencia de las protestas, dos ciudadanos de Cangas serán juzgados por defender su modo de vida. Afortunadamente, no están solos en esta sin razón. Desmontando el tópico, ecologistas, cofradías y organizaciones sociales han unido su voz en un manifiesto firmado por más de 80 organizaciones contra la construcción del puerto.

La lucha en Cangas es una lucha por la ría, por los recursos que proporciona, por el empleo que genera y por defender la identidad tradicional de la comunidad ante la especulación. ¡Non ao porto!

Elvira Jiménez, campaña de Costas y Océanos de Greenpeace