Hace unos días celebrábamos que ya somos más de siete millones de personas en todo el mundo que quieren proteger las aguas del océano Ártico de la actividad industrial. Desde Brasil hasta Australia, desde Canadá hasta Argentina, siete millones de personas piden que se declare un Santuario en el alto Ártico.



Y es que algo tendrá la extracción de petróleo en el mar para que genere tanto rechazo y un movimiento social que mueve a miles de personas a pasar a la acción. En España lo sabemos bien. Desde Canarias a Baleares, la ciudadanía ha salido a la calle para gritar con fuerza que no quieren que sus costas y mares sean tomados por plataformas petrolíferas y que corran el riesgo de teñirse de negro por un vertido.

Los planes de Shell para perforar este verano no han sido menos y han generado otra corriente ciudadana de protesta, con una voz tan potente que hasta Obama se ha visto obligado a responder a las críticas.
El puerto de Seattle, lugar de base de las plataformas de Shell que irán al Ártico de Alaska, ha sido el punto caliente de muchas protestas de lo más variadas. Como por ejemplo los 500 “kayaktivistas” que se concentraron alrededor de la plataforma de Shell Polar Pioneer, para gritar bien alto “Shell no!”



O las “raging grannies” (abuelas furiosas), la versión de nuestros yayoflautas y que incluye a varias abuelas que han llegado a encadenarse con frente a la terminal 5 del puerto con sus mecedoras y agujas de punto. Es en esta terminal donde se encuentran las plataformas de Shell.

Pero el movimiento ciudadano no se queda en Seattle. Durante varias semanas, el barco de Greenpeace Esperanza ha navegado con seis líderes de comunidades indígenas a bordo. El destino ha sido el archipiélago de Haida Gwaii, en la Columbia Británica, al norte de Canadá. Estas comunidades ya se han movilizado anteriormente contra proyectos que ponían en peligro sus tierras, como oleoductos. Ahora, unimos fuerzas con ellos para decir alto y claro que las costas de Alaska y Canadá pertenecen a la gente y no a las empresas.  



Como dice Victor Thompson, líder de los Haida: “Debemos trabajar juntos para proteger las tierras y aguas sagradas de nuestra costa. Un vertido en nuestras playas significa que mi gente, los Haida, perderán gran parte de su historia y su forma tradicional de vivir.”

No es Greenpeace contra Shell, ni Greenpeace contra la industria. Es la gente de a pie, y Greenpeace somos parte de ellos. Somos #PeopleVsOil (personas contra el petróleo)

Solo quedan 20 días para que Shell pueda comenzar a perforar en el Ártico ¡únete!

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