Más de 34 millones de personas padecen hambre en América Latina y el Caribe. ¿La causa? Un sistema alimentario fallido, basado en un modelo de agricultura industrial que beneficia a las grandes corporaciones, produce alimentos de bajo contenido nutricional, explota recursos naturales y hace un uso desmedido de agrotóxicos.

La alternativa a esta realidad es apostar por un cambio en la forma en la que producimos nuestros alimentos y transitar hacia una agricultura ecológica que garantiza la soberanía alimentaria, medios de vida rurales justos y dignos para las personas, la protección de la biodiversidad, la creación de sistemas resilientes para hacer frente al cambio climático y al sistema económico; además aumenta la fertilidad del suelo sin usar sustancias químicas ni transgénicos que minan el desarrollo sostenible de las comunidades y ponen en riesgo el medio ambiente y nuestra salud.

Actualmente se realiza en México la 34° Conferencia Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un encuentro clave para definir las prioridades para América Latina en materia de alimentación para 2016-2017, y la oportunidad perfecta para que los gobiernos se comprometan a impulsar políticas públicas a favor de la agricultura ecológica.

“Es necesario que esta conferencia en México sirva para comprometerse con los pequeños agricultores que producen el 40% de los alimentos que consumimos a nivel nacional, y más del 80% a nivel regional, a través de la adopción de medidas que impulsen la transición a la agricultura ecológica, con una visión unificada de la FAO y los gobiernos participantes”, dijo Sandra Laso, vocera de la campaña Comida Sana, Tierra Sana de Greenpeace México.

La organización ambientalista exigió un cambio en la manera en la que se obtienen los alimentos que sea coherente con el lema de la conferencia de la  FAO: “erradicar el hambre para un desarrollo sostenible”.

En América Latina y el Caribe, Argentina, Brasil y México son los principales actores en materia productiva y comercial de alimentos y productos alimenticios, por el tamaño de sus economías dentro de la zona. Los tres países en conjunto concentran casi dos terceras partes de la superficie y de población de la región, lo cual deja ver la importancia de sus mercados internos [3].

"Brasil, al igual que otros países de América Latina, destina una cantidad desproporcionada de recursos políticos y económicos para la agricultura tóxica e industrial a la cual se le asignan 200 mil millones de reales en subsidios mientras que la producción familiar y ecológica, únicamente recibe 3.5 mil millones, aunado a la falta de acceso a los mismos. Esta ha sido una elección política de los gobiernos en las últimas décadas, un escenario insostenible que necesita un cambio urgente", declaró Marina Lacôrte, vocera de Greenpeace Brasil.

La realidad mexicana no es tan distinta: el 90% de los recursos de los programas para la agricultura, se concentran en menos del 10% de los productores a nivel nacional, excluyendo a los pequeños productores.

Por lo anterior, la reunión regional de la FAO debe impulsar a  las naciones latinoamericanas a adoptar políticas públicas a favor de la agricultura ecológica como una alternativa viable para combatir el hambre con comida sana y un medio ambiente saludable.