Imagina que a tu casa, la tu familia o de tus amistades llegaran toneladas y toneladas de popotes, botellas, bolsas y envolturas de comida e inundaran cada rincón, desde la sala y el comedor hasta las habitaciones y que sin darse cuenta tuvieran que hacer su vida ahí en ese desagradable panorama, que ustedes no causaron y que poco o nada pueden hacer para evitar. ¿Triste verdad?
Eso está pasando en mi hogar, el océano que está siendo invadido por plástico de un solo uso, producido y utilizado por los humanos. Cada 60 segundos, el equivalente a un camión lleno de plástico llega al mar, poniendo en peligro la vida de tortugas (mi familia), ballenas, delfines, peces y muchísimas especies más.
El problema no para ahí. Regresemos a esa escena donde tu casa o la de tu familia está llena de plástico, que con el tiempo se parte en pedazos más pequeños -llamados microplásticos- los cuales sin darse cuenta, los comen al sentarte a la mesa. Lo mismo sucede en el océano, las especies marinas ingerimos esos microplásticos, que han sido encontrados hasta en los corales.
Por si fuera poco, algunos plásticos liberan sustancias químicas peligrosas que dañan el delicado equilibrio del ecosistema marino y en consecuencia la vida de quienes habitamos en él.
¡Esto es demasiado! Nuestro planeta ya no puede soportar más contaminación del mar… y yo tampoco.
Por eso hoy he decidido dejar mi hogar y convertirme en activista: sí, una tortuga activista que salió del mar para defender su hogar de la contaminación plástica que invade los océanos del planeta, pero no puedo sola así que visitaré varias ciudades de México para buscar tu apoyo.
¿Cómo? Tú puedes detener la contaminación del mar con pequeñas acciones diarias desde evitar el uso de bolsas de plástico cada vez que vas al súper, decir no a los popotes, conocer tu huella plástica y reducirla, o bien, pedirle a las empresas que dejen de entregar sus productos en plástico que dura unos segundos en tus manos pero contaminará el planeta por muchos años.
