Uno de los asuntos más discutidos entre los posibles daños del desarrollo turístico de Cabo Cortés hacia Cabo Pulmo se ha centrado en el comportamiento de las corrientes marinas en la zona y la posible afectación que tendría el arrecife por los desechos que llegarían hasta él.

La desarrolladora de Cabo Cortés indica que las corrientes sólo viajan de sur a norte, y con eso argumentan que ni la apertura de la boca de la marina ni la salmuera proveniente de la desaladora afectarán al arrecife de Cabo Pulmo, sin embargo, los científicos han dicho que la información que presenta Cabo Cortés para la evaluación de impacto ambiental es insuficiente.

De hecho, esta fue una de las razones por las que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales no autorizó la construcción de una planta desaladora y condicionó a más estudios oceanográficos la apertura de la marina de 490 posiciones que Cabo Cortés pretende construir.

Los pescadores, con mucho conocimiento empírico aseguran que las corrientes van en ambos sentidos dependiendo de la época del año y los científicos ya hacen sus estudios independientes para comprobar bajo el método científico lo que todo mundo sabe: las corrientes son de sur a norte y de norte a sur.

La semana pasada tuve la oportunidad de bucear en este paraíso marino. Buceé en lugares conocidos como “el bajo” y en “el cantil”. Al llegar a este último punto, la guía (de origen catalán), comentó: “Bueno chicos aquí será un buceo de deriva, y bajaremos para bucear con las corrientes que van de norte a sur”. Inmediatamente me vino a la mente esta discusión y se dibujó una sonrisa en mi cara sabiendo que experimentaría y comprobaría lo que otros discuten.

Bajamos rápido para no dispersarnos, y efectivamente, la corriente no sólo era de sur a norte sino que estaba muy fuerte. Y ante esto sólo había que controlar la flotabilidad para permanecer a la misma profundidad y dejarse llevar a la deriva. Así, en “el cantil” buceando por un costado del arrecife, daba la sensación de que el paisaje pasaba rápido frente a mí, y con una sensación de ingravidez, no había más que disfrutarlo. Ahí nos encontramos con varias tortugas marinas, una de ellas detuvo su nado para observarme y no se movió hasta que estábamos a casi un metro de distancia.

En “el bajo” buceamos entre un cardumen de miles de jureles, eran tantos que hasta daba la sensación de que se nublaba. Quedamos envueltos completamente de peces de tal forma que por unos momentos no se veía ni el fondo ni la superficie. Todos nadaban rápidamente y nos pasaban hasta un metro de distancia en muchas direcciones pero coordinados, a centímetros de distancia unos de otros pero sin tocarse, similar que una parvada.

Afortunadamente para miles de especies que viajan de unos mares a otros, en la naturaleza no existen fronteras... mientras Cabo Cortés arguye que la marina se encuentra a varios kilómetros del arrecife y que no habrá daño, basta  con observar como a las playas de México llega basura que ha viajado todo un oceáno entero.

¿Cómo pretenden que una distancia de unos cuántos kilómetros impidan la contaminación del arrecife? ¿en verdad son necesarios tantos estudios científicos? ¿o basta con tomar las lecciones que nos da la naturaleza?

Alejandro Olivera
Coordinador de la campaña de Océanos y costas