Hay tantos estereotipos casados con la palabra “director”… pensaba en la imagen de aquellos de nuestras escuelas, de algunas empresas: mala cara, traje y corbata, oficinas privadas, intocables, rígidos y sólo respondiendo a un nombre: Sr. Director. 

Pero no, no todos corresponden a esa imagen. Ampugnani viste casi siempre pantalón de mezclilla y lleva tenis. Se mueve rápido por la oficina, literalmente con los ojos bien abiertos. Siempre parece que busca, busca, busca, y si te lo encuentras al paso, puedes llamarlo por su nombre, Gustavo, sin mayor protocolo y menos reverencias. Gustavo Ampugnani es distinto porque nuestra organización es distinta, y él, nuestro nuevo director ejecutivo, es parte de esto llamado Greenpeace. 

A sus 16 soñaba con ser piloto aviador. La casualidad lo trajo a Greenpeace, inició como voluntario y asumió el cargo como director ejecutivo de la oficina mexicana en abril de 2016. Hoy pilotea una gran nave llamada lucha ambiental. Tiene una gran responsabilidad en sus manos, el destino de muchos que dependen de un destino común, el de nuestro planeta Tierra. Él lo sabe y por eso hace una promesa:

“…mientras sea director ejecutivo de Greenpeace México voy a trabajar con este equipo para aumentar el impacto estratégico la organización pueda tener en cómo los mexicanos y las mexicanas pensamos nuestra relación con el medio ambiente para atender la urgencia de poner un alto a la destrucción ambiental que estamos viendo en nuestro país”.

Gustavo Ampugnani

La primera vez que Gustavo supo de Greenpeace fue a través de una imagen en la televisión. Tenía 16 años, vivía en su país natal, Argentina, era la hora de la comida y veía las noticias.

“Vi la imagen, un nombre en inglés, Greenpeace, no sabía que significaba pero esa forma radical de protestar de manera pacífica me llamó la atención”.

Un año después un amigo le pidió que lo acompañara a hacerse socio de Greenpeace. “No había relacionado la imagen que había visto en TV con el lugar al que iba, pero fui, di mi donativo único por ocho pesos argentinos de aquella época, como 70 pesos mexicanos de ahora, me dieron información y me inscribí como voluntario”.

El año de 1990 Gustavo se mudó a vivir a Brasil y ahí entro con más fuerza a Greenpeace. En 1992, se celebraba la Cumbre de Naciones Unidas sobre medio ambiente y desarrollo en Río de Janeiro, donde él vivía. Era voluntario y fue a ver si la organización también estaba ahí. 

“En esos años yo quería ser piloto aviador y empecé a tomar clases teóricas como piloto pero tenía tiempo”. Y así, Gus, como le decimos muchos, llegó una mañana a la oficina de aquel país. “Era una oficina muy chiquita, cuarto piso, muy simbólico porque estaba en la calle de México y me encontré a un montón de gente trabajando con mucho frenesí porque estábamos a mes y medio de la conferencia de Naciones Unidas. Fui golpeando la puerta con mis casi 17 años y dije: quiero ser voluntario y sólo me dijeron órale, pásale”, recuerda. Ahí empezó la trayectoria de Ampugnani en esta organización en la que ha colaborado ya por más de dos décadas y en la cual ahora dirige la oficina mexicana. 

“Iba nervioso porque no sabía qué me iba a encontrar, pero fui sin ninguna pretensión de querer hacer algo específico, fui dispuesto a lo que se necesitara. Tenía casi 18 y empecé como voluntario en la oficina en abril mayo 1992, la cumbre sería en junio. Entré haciendo traducciones, talacha, y eso me abrió las puertas a un mundo que yo no me esperaba: un barco, gente de muchas naciones trabajando juntos". 

De ese mundo qué descubrías, ¿qué te hizo quedarte?

Me tocó vivir cosas muy impactantes: trabajar en la segunda versión del barco Rainbow Warrior, participar en una acción que hizo Greenpeace en Río de Janeiro por la cumbre; Fui parte de la valla de voluntarios que le abrían el camino al Dalai Lama cuando fue a visitar el Rainbow y ver a uno de los líderes mundiales del Tibet yendo a Greenpeace, conversando con nosotros de la importancia de la no violencia, de tomar postura sobre lo que está pasando de manera enérgica pero sin ser violento me impactó y aprendí que pacifismo no quiere decir que concedes todo, que puedes ser enérgico, crítico, que puedes plantear cuestiones revolucionarias desde el punto de vista de lo que quieres cambiar pero no necesariamente caer en la agresión.

¿Qué fue lo que más te marco y que sigue presente hasta este momento, 20 años después?

Lo que me marcó es ese potencial que tenemos todos para ser parte de los cambios que nos gustaría ver; la capacidad de construir una voluntad colectiva a partir de un grupo de gente que compartimos valores e ideales porque cuando te sientes parte de una colectividad, de un grupo, de un movimiento, por más que la adversidad se haga presente vas a seguir tratando.

Gustavo Ampugnani, antropólogo social y periodista de formación, llegó a México embarcado en el Rainbow que hacía campañas en el Golfo y el Pacífico. Llegó y se quedó. Y no, no tenía trabajo en la oficina mexicana. En el 93 participó como observador a una comunidad zapatista y eso definió su sensibilidad social y su formación política. “Vi la resistencia de las comunidades por defender si identidad, su cultura su territorio con la presión constante del ejército”.

En el 99 la oficina mexicana tiene una serie de reacomodos y abre el puesto de coordinador de acciones y voluntarios. Gustavo lo obtiene y empieza su carrera profesional en GP que pasa por diversas coordinaciones y la dirección de campañas hasta ahora, llevar la directriz de la oficina.

¿Cuál es la clave para poder crecer y permanecer en esta organización?

Tu compromiso con una causa, igual que el primer día sigo creyendo firmemente que Greenpeace es uno de los mejores catalizadores que tenemos a nivel de la sociedad para dirigir el cambio hacia tener un planeta más justo, más verde, una relación más equitativa con la naturaleza y entre nosotros como seres humanos.

Su promesa para Greenpeace mientras sea director ejecutivo: "Ser un líder que trabaja con este equipo dando el espacio para que pueda desarrollarse el talento creativo y profesional de cada uno basado en una relación de confianza".