Soy parte de una organización que lucha por nuestro planeta y hoy quisiera contarles sobre una de las batallas que de las que he sido testigo.

La persona que ven en la foto se llama Lety, es una señora que pertenece a una pequeña Asociación Civil de Irapuato, se llama Planeta 4. Lety tiene 60 años de edad y permítanme contarles qué hace ahí con una sombrilla a las 7 pm, en el frío y con lluvia.

Meses atrás se iniciaron obras de ampliación para un bulevar llamado Gómez Morín en Irapuato, justo detrás de mi casa. Como siempre, la alcaldía inició la obra sin realizar una consulta ciudadana o un estudio de impacto ambiental. Por esta razón, algunas asociaciones locales empezaron a manifestarse para detenerla y una de las asociaciones que empezó los movimientos es la de Lety.

Al momento han sido talados 18 árboles que llevaban una vida aproximadamente de 80 años, algunos de la edad de Lety, y desde el día en que empezaron con la obra no la he visto despegarse de uno de los árboles que aún permanecen. Lety hace guardia en ese árbol, protegiéndolo, asegurándose de que no le roben la raíz mientras duerme.

Conozco a Lety de hace tiempo y cuando puedo, la acompaño un rato, le llevo un café y la otra noche hasta cenamos tacos. Mientras platicábamos, le pregunté por qué había elegido resguardar justo ese árbol y su respuesta me conmovió. Dijo que cuando ella tenía 8 años, su abuelo le regaló semillas de pirules y un día, sin más que hacer, decidió ir con sus hermanos ahí, zona que antes eran las faldas del cerro de Arandas y sin saber cómo plantar una semilla, las arrojó a la tierra pensando “a ver qué sale”. Después de varios días, su abuelo le preguntó qué había hecho con las semillas, Lety le contó y su abuelo, en forma de regaño y broma le dijo “pues ahora por mensa vas a ir una vez a la semana a ver si la semilla florece y la riegas. Si llega a florecer, lo seguirás regando y cuidando hasta que se pueda mantener por sí solo”.

Sin preguntarle más entendí todo lo que significaba para ella estar ahí. Ella podía tener hambre, tener frío, desvelarse pero no se separaría del árbol.

Desgraciadamente, nos avisaron que el alcalde empezaría a utilizar la fuerza pública para obligarlos a retirarse del último árbol que falta de talar, pasando por encima de las más de 1200 firmas que la gente juntó, además de varios amparos presentados.

No pretendo que esta historia les evoque nostalgia, si fue asi que chido, pero nunca he sido bueno para eso. Más bien me gustaría que viéramos solo una cosa: este tipo de luchas existen en todos lados, existen muchas historias pequeñas que al igual que esta causan grandes impactos, impactos tan fuertes que llevan a la creación de movimientos tan grandes como Greenpeace. Así que luchen, siempre luchen y sigan luchando, porque este planeta necesita de nosotros, por algo estamos aquí y estoy seguro que es para dejarle lo mejor que tenemos.

 

Todos podemos ser guerrerxs por el planeta. 

 

*Voluntario de Greenpeace México