La cita era a las 08:30 de la mañana. Y no, no llegué a tiempo aunque había salido con tiempo suficiente para hacerlo, claro, sin contar ciertos contratiempos.

No era la única que iba retrasada, otros asistentes al taller “Megaciudades, cambiando el rumbo del planeta” organizado por Greenpeace, me enviaban mensajes: “voy tarde” “tráfico mil”, “haré lo posible por llegar, día de cierres”. Poco a poco fueron llegando. 

Sí vivimos en la Ciudad de México, una de las 28 megaciudades en el mundo con más de 10 millones de habitantes y en la que por cada kilómetro cuadrado habitamos casi 6 mil personas, ciudadanos que nos desplazamos, que requerimos servicios, que generamos basura y emisiones y otras cosas más.

Esta es la realidad, las megaciudades como la nuestra son microcosmos donde se concentran los problemas urgentes que enfrentamos como humanidad, donde la mayor parte de los recursos naturales se consumen y somos, por lo tanto, directa o indirectamente, junto con las otras grandes ciudades del planeta, instigadoras del agotamiento de la naturaleza, la contaminación y la desigualdad social.

Basta retomar un dato que nos compartió en el taller el Dr. Gian Carlo Delgado, investigador del programa de Ciudad, gestión, territorio y ambiente de la UNAM: “Las zonas urbanas consumen dos terceras partes de la energía mundial y general cuatro quintas partes de los Gases de Efecto Invernadero”

Ante este panorama, modificar el modelo de desarrollo de las ciudades hacia uno de desarrollo sostenible es urgente si se quiere frenar el cambio climático y garantizar una mayor calidad de vida a sus habitantes ¡y poder llegar a tiempo!

Sí se puede. Erik Vittrup, representante de ONU-Hábitat en México fue muy claro: “las megaciudades también son sinónimo de oportunidad”, todo es cosa de aprovechar esas oportunidades con políticas desarrollo que garanticen una urbanización sostenible, integral e incluyente: ONU-Hábitat

Desde Greenpeace no estamos en contra del desarrollo de las ciudades, pero creemos que ese desarrollo debe estar encaminado a la sostenibilidad y garantizar además calidad de vida a quienes las habitamos incluyendo salud y disfrute. Para ello, este desarrollo debe estar basado en ejes como una nueva gestión del agua, recuperación de espacios verdes, una movilidad menos motorizada que permita reducir el consumo y quema de combustibles y la consecuente emisión de gases contaminantes y de efecto invernadero que agudizan el cambio climático.

A pesar de los problemas ambientales de esta ciudad, en Greenpeace consideramos que la Ciudad de México tiene un enorme potencial para transformarse en una megaciudad sustentable, resiliente al cambio climático, más habitable y que ponga a las personas en el centro de su interés.

Pero para hacer ese cambio posible, debemos participar todos. Está bien, puedes quejarte de que el tráfico y el mal servicio del transporte público te hacen llegar tarde a todos lados en esta megaciudad, pero piensa cómo sería si todos usáramos menos auto o nos moviéramos más en bici o a pie. Seguro habría menos caos vial, pero también más aire limpio y disfrutarías más tu ciudad.  Héctor Zamarrón, periodista, lo dijo muy bien “contemos historias del tipo de ciudad que queremos construir”, yo aumentaría, vivamos, tengamos experiencias que ayuden a construir esa ciudad.