Longyearbyen, Svalbard. Noruega

21 y 22 de septiembre

El frío intenso de Longyearbyen me roza la cara, me golpea las mejillas y me entumece las manos. Luego de horas de vuelo, al fin llegué a esta pequeña isla que forma parte de Svalbard y que está situada al norte de Noruega, ya en el Océano Glacial Ártico.

 

Longyearbyen es una pequeña población de unos 2,500 habitantes y lleva ese nombre en honor de John Munro Longyear quien comenzó a operar la “Arctic Coal Company”, en 1906. Aquí, la gente tradicionalmente se dedicó a la extracción de carbón, aunque en 1962 ocurrió un gran accidente donde murieron 21 personas y la gente tuvo que usar un equipo especial para protegerse de la inhalación de gases y vapores tóxicos.   (foto adjunta)

El aeropuerto de Svalbard es un lugar muy pequeño. Llegando vi a un chico con un letrero en las manos que decía “Arctic Sunrise” y empecé a sentirme como en casa porque así se llama el barco de Greenpeace que nos adentrará en el Ártico.

En el mismo vuelo venían también otras tres personas: Andreas, de Estocolmo, quien será nuestro guía; Naomi, canadiense quien además es fotógrafa y Karen una voluntaria sueca que será asistente de cocina durante el viaje.

Dos compañeros de la tripulación nos llevaron en zodiacs rumbo al barco que ya se encontraba en el mar. En este lejano lugar hay silencio y un frío intenso, que al parecer no se compara con el que sentiremos en unos días más cuando nos adentremos en el Ártico. Una lluvia tenue nos mojaba la cara durante el pequeño trayecto, pero luego de unos minutos ¡al fin pude ver al Arctic Sunrise!

Este buque rompehielos estuvo en México hace un par de años, durante la COP-16 en noviembre de 2010, cuando exigimos a los gobiernos de diferentes países un mayor compromiso ante el cambio climático. De esa reunión salieron acuerdos importantes, sin embargo después de eso, no se han alcanzado avances concretos para detener el cambio climático. La reunión pasada fue en Durban y la siguiente, la COP-18 está programada para el próximo noviembre en Qatar. Aquí, en la lejanía pienso que probablemente vendrán más y más reuniones sobre cambio climático en las que los representantes de cada país avancen lentamente para lograr acuerdos concretos y traten de disfrazar y desmentir la verdad: que el planeta está en riesgo, en peligro inminente.

Por ejemplo, la semana pasada, un grupo de científicos de Estados Unidos dieron a conocer que el deshielo del Ártico ha llegado al mínimo y con ello una vez más se muestra la necesidad de actuar urgente y eficazmente.

Hay muchas cosas que contar y cada cosa que veo es nueva para mí, desde el idioma que tiene un ritmo un poco cantado, hasta la comida, las personas, las costumbres, el clima. Espero poder contar todo esto de la manera más objetiva posible y que a través de mis ojos pueda mostrarles lo que ocurre en el Ártico amenazado.

Por ahora, hay un ambiente de tristeza en el barco porque unos días antes de mi arribo falleció Rumen, un integrante de la tripulación. Paz y bendiciones para su alma, donde quiera que esté.