Me uní al Reto de Comida Sana para cambiar mis hábitos alimenticios y espero que este espacio sea una guía útil para quien también quiera hacerlo. 

Al principio mi idea era escribir acerca de los beneficios que llevar una vida saludable puede tener en nuestro cuerpo, además de lo rico que es comer sano, pero me di cuenta que allá afuera hay mucha gente que, al igual que yo, conoce los beneficios de llevar una dieta saludable pero que no tiene la menor idea de cómo o por dónde empezar el cambio. Así que decidí escribir desde esa perspectiva, una persona entre los 25 y los 30 años, soltero, sin experiencia alguna en la cocina y con un alto consumo de carne roja. 

Más allá de los cambios en el menú (que ya de por sí me preocupaban) los cambios más grandes los tuve que hacer en mis hábitos y rutina diaria así como en mi desolada cocina. 

 

La primer gran reflexión que tuve en los primeros días fue lo banal que se ha vuelto comer en nuestros tiempos, dedicamos mucho tiempo a otras cosas y creemos que la comida es algo que debe estar siempre listo, algo que debe durar menos de una hora porque así lo dictan los horarios laborales, no sé si todo mundo sienta lo mismo, pero para mí era así ¡Gran error!

 

 

Comer debe ser el arte de vigilar cuidadosamente todo lo que entra en nuestro cuerpo, y como todo arte, se debe de practicar muchas veces. Desde que me mudé a vivir solo -hace ya casi dos años- recuerdo muy pocas veces haber cocinado, y cuando lo hacía generalmente eran huevos para el desayuno, si a esto le añadimos que mi nueva morada de soltero estaba a unas cuantas calles de conocida cadena de pozoles (de mis platillos favoritos), pues el resultado es una nutrición bastante pobre.

 

Como relataba al principio, un factor determinante para el correcto desarrollo de mi plan nutricional fue el no tener trastes donde preparar los alimentos, no contaba con casi nada, un sartén y una olla fueron mi salvación los primeros días. Conforme avanzaba la dieta, tuve que comprar recipientes para poder transportar mi comida, guardar los sobrantes y almacenar ingredientes para su posterior preparación, una vaporera, un cuchillo decente y una báscula para medir las porciones entre otras cosas.

 

Otro factor determinante fue el tiempo, haber entrado al régimen de nutrición basado en alimentos verdes, me hizo llevar una vida más ordenada y con mejor planeación, tener que preparar tus alimentos te obliga a realizar un plan de acción para varios días y yo en particular no era alguien que organizara mucho su día a día. Esto lo veo como un efecto colateral bastante positivo e inherente a la disciplina personal.

 

¿Y qué ha pasado en mi cuerpo? Los cambios más evidentes que noté en los primeros días fueron: 1­) Mejor digestión; 2)­ Más energía; 3)­ Mejor sazón en los alimentos (por lo menos comestibles) y 4)­ me siento mejor después de comer, ya no me ataca de manera recurrente el conocido “mal del puerco”. Esto fue en los primeros días, espero que conforme transcurra la dieta mejoren todavía más cosas.

 

Mi consejo para quienes vayan comenzando es que deben mantener la meta bien clara, tener mucha (muchísima) fuerza de voluntad para negarse a unos suculentos tacos de carnitas y que platiquen con quienes han pasado por la misma situación, platicar con quienes ya superaron esa etapa te llena de entusiasmo y motivación.

 

¡Nos leemos la próxima semana! 

 

P.D. Únanse al #TeamBeno