Hace un par de meses me llamaron de la compañía con la que tengo contratada la línea de mi celular. El motivo: ofrecerme la renovación de mi plan y por supuesto, el cambio del teléfono. 

“Puede cambiar su smartphone por uno mejor”, me comentaba el vendedor. “No me interesa por el momento”, respondí, pero el vendedor insistía: ¿Qué teléfono tiene actualmente?” “Ya tiene 3 años, es hora de cambiarlo por uno más actual…” y los argumentos para convencerme eran infinitos.

Y yo pensaba que mi smartphone era totalmente funcional, no tenía nada descompuesto, ni golpes, no estaba maltratado; el único problema es que la batería ya se descargaba en poco tiempo, pero podía vivir con eso. Luego pensé que eso de la batería sí era una lata. Ya estaba sembrada en mi cabeza la idea de que mi teléfono era obsoleto, era hora de reemplazarlo.

Sí, el ritmo al que se producen smartphones “nuevos” hace que en poco, pero muy poco tiempo, el tuyo que hace sólo un año o año y medio era la sensación, ahora ya sea poco funcional, anticuado, e incluso inservible, una situación por la que nosotros y el planeta pagamos un alto precio.

Otro problema que te hace “necesitar” la renovación de tu teléfono inteligente es la caducidad de sus componentes. Sí, los electrónicos en general y los smartphones en particular -con todo y su tecnología- se “echan a perder” en poco tiempo, igual que una vulnerable lechuga sin conservadores, ahora los teléfonos inteligentes también son productos perecederos aunque cuesten mucho más que una lechuga, y eso no es bueno, no para los consumidores, quizá sí para las grandes empresas que hacen estos aparatos.

Estamos hablando de eso que llamamos obsolescencia programada: una estrategia comercial que consiste en la planificación del fin de la vida útil de un producto o servicio, de tal forma que tras un periodo de tiempo (calculado por el fabricante o por la empresa) sea inservible. Una práctica que te obliga a comprar un nuevo producto.

Uno de los ejemplos más famosos es el de los focos. Los primeros focos de la historia podían durar decenas de años. Posteriormente su duración fue reducida intencionalmente con el objetivo de obligar a las personas a comprar más después de cierto tiempo. Lo mismo pasa con los smartphones.

Aunque un smartphone puede durar muchos años, su periodo de vida útil suele ser de 18 a 20 meses debido a que la industria presiona a los consumidores para obtener un nuevo dispositivo aunque el que tengan aún funcione. Así que no dejes que te presionen y antes de que te convenzan de que tu teléfono es obsoleto y que necesitas cambiarlo, pregúntate si realmente el que tienes ya no sirve o qué tienen los nuevos modelos que sea realmente una gran innovación, una razón de peso para que tengas que gastar muchos peso$$$$$ y cambiarlo ¿por un par de pixeles más en la cámara?

Pero bueno, si lo que quieres es un par de pixeles más ¿por qué tendrías que limitarte en la compra de un aparato nuevo?

Producir un smartphone requiere recursos naturales que se agotan, energía que contamina, uso de químicos que enferman a los trabajadores y al desecharlos esos químicos contaminan agua, aire, tierra, eso que llamamos medio ambiente y que realmente sí es fundamental para la vida, porque podremos quedarnos sin smartphones y sobrevivir (aunque nos cueste más trabajo sin la ayuda de la geolocalización), pero sin recursos naturales suficientes no habrá app que nos salve. 

Esto no es una invitación a que no renueves nunca tu teléfono, sólo que sería bueno cambiarlo cuando nos ofrezcan un aparto que realmente sea innovador. Y ¿cómo sería ese aparato? Sería un teléfono inteligente hecho con materiales reciclados (no con recursos nuevos); un teléfono producido con energías renovables y sin químicos tóxicos, pero además, un teléfono que pudiéramos reparar y extender su vida útil por más tiempo.

Por smartphones amables con el planeta, que venga la innovación tecnológica para darnos un smartphone así…

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