Este fin de semana se realizó el Día Mundial Contra Monsanto, una iniciativa global de la sociedad civil para manifestar su rechazo a las prácticas corporativas de la trasnacional que, entre otras cosas, acapara el mercado de las semillas e insumos agrícolas, mermando el desarrollo de los campesinos e impactando negativamente los recursos naturales.

Desde hace dos décadas Monsanto ha impulsado el cultivo de semillas transgénicas en México; sin embargo, gracias a la lucha y los esfuerzos de campesinos, consumidores y sociedad civil, se ha logrado frenar la siembra de organismos genéticamente modificados, especialmente maíz, del cual nuestro país es centro de origen por las miles de variedades que de este grano posee.

Actualmente, en la Península de Yucatán también se actúa para detener la siembra de soya transgénica que Monsanto y otras trasnacionales pretenden realizar para consolidar un modelo agroindustrial que resulta un negocio redondo para estas empresas: son ellas las que producen las semillas y los agrotóxicos que se necesitan para los cultivos, afectando así la soberanía alimentaria.

Es por ello que en esta ocasión, Greenpeace se sumó al Día Mundial contra Monsanto, organizado por el Carnaval del Maíz, para reiterar que queremos un México sin transgénicos y celebrar la biodiversidad que tenemos como nación. Es una oportunidad también para recordar que existen otras alternativas de producción de alimentos, más sanas para el planeta y las personas. Un ejemplo claro es la milpa, que utiliza técnicas agroecológicas y conserva el conocimiento milenario de nuestras comunidades. 

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