Esta mañana nos levantamos muy temprano con un objetivo claro: exigirle a Statoil, la paraestatal noruega, que termine con la locura de intentar extraer petróleo desde el Ártico y que nos mostrara paso a paso su plan para atender un derrame en caso de emergencia.

Desde hace varios días teníamos, literalmente, en el radar su plataforma Transocean Spitsbergen, sin embargo, fue hasta las 9:00 horas de hoy que establecimos contacto visual. Ahí estaba, lista para comenzar a extraer crudo desde hoy a pesar de que por ley debía comenzar hasta
el 18 de septiembre.

Nos acercamos lentamente a bordo del Esperanza. A las 9:15 horas nos llamaron por la radio para decirnos que debíamos desviar el curso del barco o chocaríamos con ellos –obviamente ese no era nuestro objetivo- diez minutos después insistieron.

Del otro lado de la radio estaban Sune, campañista de Clima y Energía de Greenpeace y Rick Steiner, especialista estadounidense en derrames de petróleo,  quienes explicaron al personal de Statoil nuestras intenciones de exhibir lo que estaban haciendo y de cuestionar porqué se
atrevían a hacer una tarea tan peligrosa para nuestro planeta y para el Ártico. “No vamos a responder ninguna de sus preguntas”, dijeron; “tienen que comunicarse con nuestras oficinas centrales en Noruega”. Y así lo hicimos, no obstante, antes de llamar de nuevo, descendimos en
los zodiacs, los botes de alta velocidad de Greenpeace para protestar frente a ellos.

Bajamos en dos botes y acomodamos el barco justo frente a la plataforma, el escenario que necesitábamos para transmitir nuestro mensaje al mundo: ¡Tenemos que salvar al Ártico!



¿Por qué? ¿Para qué? Si hoy no hacemos nada mañana será demasiado tarde y el eventual derretimiento de esta zona tendría consecuencias devastadoras no solo para el ecosistema local sino para el mundo entero.

Las petroleras ven el derretimiento como una oportunidad para perforar, en vez de darse cuenta de que es una señal de alarma porque el mundo ya no puede más. Por otro lado, utilizan sus peligrosas técnicas de extracción con las que ponen en riesgo la vida de miles de especies y de
comunidades. Ballenas, osos polares, poblaciones humanas que corren un grave riesgo debido a las actividades de prospección petrolero.

A las 10:15 horas comenzamos las pruebas de foto y video con las zodiacs en movimiento. A las 10:30 un jet de la guardia costera noruega nos sobrevolaba y nos tomó fotos desde las alturas. Una hora después obtuvimos nuestras imágenes y volvimos al Esperanza para enviarlas a los
medios de comunicación de Noruega. La “bomba mental” había estallado ya. El debate sobre la prospección en el Ártico se abrió y nuestra posición con el Esperanza justo frente a la plataforma ayudó a alimentar el interés político y mediático.

La semana pasada logramos frenar el trabajo de un buque petrolero que a escondidas realizaba pruebas sísmicas, hoy sacudimos a la opinión pública con esta  actividad.

A las 14:00 horas logramos contactar mediante el teléfono satelital a las oficinas centrales de Statoil, en Noruega.  Contesta Erik Haaland, vocero de Statoil, le explicamos que somos  Greenpeace, representando a millones de personas interesadas en defender nuestro planeta, y acto seguido Rick Steiner le pide que nos detalle su plan de respuesta ante un derrame.

-       En este momento no lo tengo frente a mí, dice el petrolero.

-       Sabemos que tienen uno y que no es suficiente para atender un derrame
en el Ártico, respondió Rick.

Luego de varias respuestas evasivas, agradecimos que intentaran respondernos y colgamos, no sin antes ser sorprendidos esta vez por un helicóptero de la guardia costera ahora sobrevolando sobre nosotros y tomándonos fotos nuevamente.

Hace falta mucho más que hacer en Noruega, pero también en nuestro país, donde hace apenas unas semanas los legisladores y el gobierno de Enrique Peña Nieto aprobaron una reforma energética que solo consolida un modelo viejo y peligroso basado en los hidrocarburos y que también le abre las puertas a todas las trasnacionales, incluida Statoil.

** Miguel Soto, oficial de prensa y vocero de Greenpeace México, viaja a bordo del barco Esperanza, el cual realiza una expedición por el Ártico noruego con la que se documenta la vida salvaje que hay en la región y que hoy está en riesgo debido a los planes de diversos gobiernos y empresas de extraer petróleo.

¿Quieres hacer más? Pon tu firma en www.salvaelartico.org y pongamos un alto a la actividad petrolera en esta zona de vital importancia para el planeta.