—Miguel, ¿podrías escribir algo para contarle a la gente que significa que sólo queden 30 vaquitas?  Me preguntó Mónica, nuestra estratega de engagement en los pasillos de la oficina de Greenpeace México.

¡Claro que sí, mañana lo tengo! Respondí con mucha simpleza.

Sin embargo, con el pasar de las horas y entre más lo reflexiono, más difícil me resulta escribir acerca de que sólo queden 30 vaquitas marinas. Estas líneas no son fácil de redactar.

¡Solamente quedan 30 vaquitas! Según lo ha reportado el Comité internacional para la recuperación de la vaquita (CIRVA) el pasado primero de febrero. Y esto, en lo personal, me llena tanto de tristeza, impotencia e incluso algo de rabia que podría escribir este blog lleno de malos calificativos que harían imposible su publicación. Pero si estás leyendo este texto es porque se logró, relativamente corto y sin malas palabras.

Que queden tan sólo 30 vaquitas marinas significa, en palabras políticamente correctas, que nuestro éxito como especie está siendo pagado por otros seres vivos sobre la tierra. Que las especies que se extinguen son el resultado de que nosotros seamos la especie dominante y más exitosa en el planeta, pero...

¿Que es el éxito?

Según la Real Academia Española el éxito es “el resultado feliz y satisfactorio de un asunto”, pero en biología es muy simple: el éxito de una especie es la suma de su supervivencia y de su reproducción. Por lo tanto, el hecho de que el éxito de nuestra especie está llevando a otras a su extinción, significa que nosotros simplemente vivimos más y somos más.

Pues sí, hoy la expectativa de vida a nivel mundial es de 70 años y en México de 77 años, según el INEGI. Si a eso le sumamos que somos más de 7 mil millones de personas en el mundo y que se espera que para el 2050 seamos más de 9 mil millones, es obvio que esto nos hará presionar más al ambiente y con ello llevaremos al resto de las especies al límite de supervivencia y como el caso de la vaquita, a su extinción.

Pero el éxito para los seres humanos va más allá de algo tan simple como la suma de sobrevivencia y reproducción. Para muchos, el éxito y la felicidad están relacionados, puesto que la felicidad podría ser definida como esa sensación que sentimos cuando alcanzamos nuestras metas y/o objetivos.

Lamentablemente para la vaquita, el modelo económico imperante, las políticas macroeconómicas de las naciones y lo que consumimos en los medios de comunicación, parecen hacer que la felicidad dependa de lo material, a la obtención de beneficios económicos que estamos ávidos de alcanzar.

Y en esta cadena interminable de sucesos, alcanzar esos beneficios económicos nos ha llevado a una fascinación por el dinero; incluso al borde de la idolatría. Gastamos la salud y la vida buscándolo y se nos olvida vivir y que los demás también tienen derecho a vivir.

Por eso es importante que como individuos nos demos el tiempo de reflexionar hacia dónde va nuestra sociedad. Si estamos dispuestos a seguir teniendo “éxito” a costa de otras especies y qué podemos hacer para cambiar el rumbo de algunas que ya están condenadas.

Reflexionemos hoy, antes de que sea demasiado tarde.