No, a mi no me gusta ir apretujada en el metro, tampoco está bueno tener que dejar pasar cinco unidades antes de poder abordar un Metrobús; mucho menos me gusta sentirme insegura en un taxi que no es Uber (porque esos cuestan más) y para acabar tampoco quiero caminar por calles con banquetas invadidas por puestos, rotas, con bordes que hacen del caminar una competencia de obstáculos, pero a pesar de que hacen falta un montón de cosas para que pueda bajarme de mi auto por convencimiento, por decisión propia, por conveniencia y por convicción, sí, yo sí estoy dispuesta a dejar de usar el auto.

No quiero esperar a que otros –gobierno de la Ciudad de México, la CAMe, el gobierno federal o quien sea, hagan lo que tienen que hacer, sí, ellos tienen la obligación de trabajar en propuestas integrales que ayuden a disminuir el uso del automóvil y con ello a disminuir las emisiones de gases contaminantes, deben hacerlo y cuánto antes mejor, pero mientras, yo voy a usar menos mi auto, todos sea por la salud.

Y es que todos hablamos del Hoy No Circula, de las molestias que implica, de que es una medida aislada, de que no resolverá de fondo el problema de la contaminación pero… cuántos de nosotros estamos pensando, más allá del cómo, en el por qué es importante resolver el problema de la mala calidad del aire en el Valle de México.

Hoy que se conmemora el Día Mundial de la Salud es un buen momento para recordar que esto es por la gente, por su calidad de vida y por su salud. La contaminación atmosférica no sólo se ve, se respira, se inhala. La contaminación no sólo está en el aire, llega a nuestros pulmones, a las células y nos daña.

 

De acuerdo con estimaciones del Instituto Mexicano para la Competitividad A.C. (IMCO), las consecuencias en la salud por contaminación en la Ciudad de México van desde irritación en los ojos, asma, bronquitis, hasta daño en los pulmones, afectaciones al sistema nervioso, e incluso infartos y distintos tipos de cáncer. En 2015 sólo en el Valle de México murieron mil 823 personas, 4 mil 494 requirieron hospitalización por causas respiratorias y enfermedades cardiovasculares, además, 247 mil 729 acudieron a consultas médicas por infecciones respiratorias, asma y padecimientos isquémicos del corazón.

Creo que nadie quiere ser parte de esta estadística de enfermedad y muerte. Para evitarlo es fundamental cuestionar las decisiones de nuestras autoridades en materia de medio ambiente y transporte, demandarles la planeación de una ciudad más humana, más pensada en su gente y no en el auto, pero al mismo tiempo, es fundamental actuar desde nuestro ámbito más personal. Insisto, todo sea por la salud.