Era de esperarse que los senadores aprobaran ayer la Ley de Cambio Climático, justo ahora que se realiza la COP-17 en Durban, Sudáfrica. El gobierno mexicano nuevamente trata de lucirse como uno de los más innovadores en materia legislativa contra el cambio climático, de hecho…  ¡Qué bueno que exista una ley! Lo lamentable es que sea tan poco ambiciosa, ambigua y que su principal objetivo sea crear y robustecer el sistema burocrático con más instituciones y consejos más allá de avanzar concretamente para reducir el cambio climático.

Lo bueno de esta ley es que promueve la creación de un fondo para captar recursos financieros públicos, privados, nacionales e internacionales  para enfrentar el cambio climático. Sólo habrá que ver si este dinero puede compararse al que se destina a la renta diaria de cada una de las cinco plataformas  petroleras para aguas profundas en las que se gastan ya 500,000 dólares diarios.

Lo malo, -por no decir lo pésimo-, es que en el tema energético, esta Ley sólo hable de energías limpias sin establecer una diferencia clara entre renovables y limpias. Además, se nota claramente la intención de los senadores pronucleares, -como Alberto Cárdenas-, para legitimar la entrada y participación de la energía nuclear en los próximos años. También deja la puerta abierta a las grandes hidroeléctricas, que provocan desplazamientos de pueblos enteros y arrasan con ecosistemas de manera abrumadora. Es decir, la ley sólo disfraza la participación de las verdaderas energías renovables: solar, eólica, geotérmica, pequeñas hidroeléctricas.

Lo feo es que la ley establezca una meta aspiracional de reducir un 30 por ciento  las emisiones de gases de efecto invernadero al año 2020 y un 50 por ciento al 2050, de una forma condicionada. Es decir, la ley sólo obliga al cumplimiento de las metas si se establece un acuerdo internacional, mismo que estamos esperando desde la COP 13, realizada en Bali en  2007 y aún no se logra.

Mientras los senadores aprueban una ley, cientos de personas en nuestro país son amenazadas por los efectos del cambio climático: sequías, aumento del nivel del mar, pérdida de cosechas, enfermedades… ¿Hasta cuándo seguirán los políticos tratando de engañarnos con leyes, programas y estrategias que no podrán aplicarse?

Beatriz Olivera, coordinadora de la campaña de Clima y energía