Hola, soy Daniel, cocinero del barco Esperanza. Empecé con Greenpeace hace casi ocho años, no parece que haya pasado tanto… En fin, empecé en el ambientalismo después de dejar un empleo en la industria de restaurantes y me uní a un partido político en el área del medio ambiente ... No resultó como esperaba, ahí me di cuenta que para un partido político el buscar soluciones para los problemas ambientales puede tener un trasfondo electoral o político. En ese tiempo decidí ir a la selva del sureste mexicano y surgió la oportunidad de trabajar como voluntario en Calakmul, Reserva de la Biósfera en el estado de Campeche, cerca de la frontera de Guatemala. Esta experiencia realmente me dio mucho y me animó a seguir trabajando en el tema. 

Después de unos meses en la selva volví a la selva de asfalto con la voluntad de hacer más por el ambiente y fue cuando me uní a Greenpeace. Muy pronto encontré la oportunidad de participar activamente en campañas y acciones. Finalmente estaba actuando directamente por el planeta. 

Poco tiempo después, empecé a navegar para los barcos de Greenpeace, primero como ayudante de cocina, después como  voluntario marinero y finalmente como cocinero dada la formación laboral y educativa que ya tenía. Pero tengo que decir que, aun estando detrás del mostrador, todavía tomo parte en acciones cuando es necesario. 

El rol más  importante para mí ahora es proporcionar a la tripulación la mejor calidad de alimentos que pueda crear, siempre con productos que sean de producción local, orgánicos, amigables con el medio ambiente y socialmente responsables. Creo firmemente en la permacultura y agricultura ecológica como un camino para cambiarnos a nosotros mismos y nuestro planeta. 

Durante todo este tiempo he participado en muchas campañas fantásticas: en Patagonia midiendo el derretimiento de los glaciares, en el Amazonas, en Oriente Medio impulsando energía renovable, apoyando a los pescadores locales en el Pacífico sur. Ahora estamos en la costa de Groenlandia donde una plataforma petrolera amenaza este santuario de hielo.

El derretimiento de los casquetes polares y nuestra dependencia del petróleo tiene que parar. Los impactos de nuestra adicción al petróleo son cada vez más evidentes y alarmantes.  

El reloj está corriendo… La solución está en nosotros.