Levantarse todos los días a las 7:30 de la mañana...
desayunar de 7:30 a 8:00...
hacer limpieza general de 8:00 a 9:00...
cumplir con la jornada de trabajo de 9:00 a 17:00...
y tomar los alimentos a las 12:00 y a las 18:00 en punto

Sí, hay una rutina y una disciplina inquebrantable en su cumplimiento que permite que que el barco funcione; también hay ingenieros,  mecánicos, marineros, maquinaria específica para desalinizar el agua de mar que diariamente bebemos, otra para sanear las aguas negras que generamos, herramientas para mantener los motores del barco funcionando o las lanchas rápidas en óptimo estado, en todo eso se trabaja diariamente durante la jornada de trabajo y después, el añorado descanso.

Pero en realidad la vida en el Arctic es mucho más que eso, es una magia conformada por convicciones, por compromisos capaces de hacer que personas de 11 nacionales distintas (como es en este caso) y que pueden ser más o menos, hablen el mismo idioma y no me refiero al inglés, sino al idioma de los ideales que se persiguen con acciones, con el trabajo en equipo.

Claro, también hay otras formas de comunicarnos, compartir un trozo de un codiciado chocolate, contemplar juntos en cubierta al cuarteto de peces dorados de medio metro de largo que rodean el barco o plantar un postre en medio de la mesa para compartir tras la jornada... y por si faltara algo por decir, no importa, todos sonreímos en el mismo idioma.

¿Cansancio? Si, ¿estrés? Muchas veces, ¿desacuerdos? Se resuelven, ¿enojos? Nunca faltan.

Y no podría ser de otra forma, el barco es una casa en la que habitan individuos de culturas distintas, de temperamentos opuestos, de modos diversos, pero el respeto es el que media. Aquí en el Arctic todos tenemos cabida siempre y cuando naveguemos hacia el mismo destino... la defensa del medio ambiente.