Desde el 13 de Noviembre, que abordé el Arctic Sunrise, hasta el día de hoy que sigo aquí, he vivido una de las mejores etapas de mi vida, es muy emocionante estar abordo. No importa que tan mareada te sientas, la experiencia es maravillosa. Una vez alguien me dijo que estar en un barco de Greenpeace es tocar el corazón de la organización y ahora lo confirmo.

Las actividades aquí comienzan desde las 7:30, donde alguien llama a tu puerta dándote los buenos días para que te despiertes, se tiene media hora para ir a tomar un café, un vaso con leche, fruta o algo para no tener el estomago vacío. Luego hay que asear el interior del barco, para esto tenemos que apuntarnos en una lista donde decidimos que vamos a limpiar: los baños, la lavandería, el lounge, las regaderas...

Después comienzan las labores. Como voluntaria he ayudado en diversas actividades a los deckhands, mi horario de trabajo es de 9:00 a 12:00, después tengo toda la tarde libre hasta las 20:00 horas, cuando comienza mi guardia, lo que significa que tengo que revisar cada hora que todo este bien en el interior del barco: el cuarto de máquinas, el lugar donde separan la basura, la sala de descanso, etc. Cuando termina mi turno tengo que ir a despertar a las personas que me reemplazarán de las 24:00 a las 4:00 horas, después viene el siguiente turno de las 4:00 a las 8:00 horas.

Mis guardias empezaron desde el día que abordé el barco y he podido ver los amaneceres como nunca antes pensé verlos, de igual manera he podido ver como sale la luna en el horizonte alrededor de las 20:30 horas, hemos tenido luna llena, la visita de delfines... El tiempo aquí pasa tan lento, pero realmente todos estos días han sido grandiosos, el conocer a tanta gente de diferentes nacionalidades es muy grato, creo que jamás olvidaré las noches que pasamos platicando las personas de la tripulación y yo, tratando de entendernos por el idioma, riendo y disfrutando el momento. Simplemente es maravilloso estar aquí y me siento muy afortunada de poder vivir esta experiencia.