¿Cómo cuidar nuestro Gran Bosque de Agua?

Actividades en el ejido San Nicolás Totolapan

Los problemas que aquejan al Gran Bosque de Agua tienen que ver con integrar la conservación y buen uso de los recursos naturales y la generación de fuentes de trabajo y oportunidades de tener una vida digna para quienes viven en el bosque y son sus legítimos dueños.

Pese a los problemas y amenazas que enfrenta el Gran Bosque de Agua, hay muy buenos ejemplos de cómo protegerlo. Uno de ellos es el del ejido San Nicolás Totolapan en el Distrito Federal en el que, a finales de la década pasada, un grupo de ejidatarios se organizó para detener el avance de la mancha urbana sobre sus tierras y para generar fuentes trabajo.
 
Esta comunidad creó una empresa para administrar el "Parque Ejidal San Nicolás Totolapan", que cuenta con una extensión de mil 700 hectáreas, está destinado a la conservación y al "turismo responsable con la naturaleza". En él se desarrollan actividades como campismo, ciclismo de montaña, pesca, caminatas y observación de aves y otros animales. De igual manera, se llevan a cabo actividades de conservación como la producción de árboles con semillas locales para utilizarlos en la reforestación del parque, prevención y combate de incendios, monitoreo de flora y fauna, control de plagas y saneamiento, así como educación ambiental.
 
El Parque genera más de 70 empleos permanentes y brinda ingresos para los 334 ejidatarios de la comunidad. Además, ha contenido el crecimiento urbano, conservando el bosque, su biodiversidad y los arroyos que lo recorren, como el Chichicaspa y Agua Escondida.
 
En el resto del país hay otras comunidades y ejidos forestales que han conseguido compaginar conservación y uso sustentable de sus recursos, con el beneficio y la vida digna para sus integrantes. De hecho, en nuestro país existen al menos 2 mil empresas forestales comunitarias que hacen aprovechamiento sustentable de sus recursos y reparten equitativamente los beneficios que obtienen.
 
Estudios realizados por el Instituto de Geografía de la UNAM en comunidades forestales de Quintana Roo y Guerrero demuestran que, a pesar de la extracción de madera que llevan a cabo las empresas forestales comunitarias, la deforestación en estas zonas es comparable a la tasa de deforestación promedio de las Áreas Naturales Protegidas (ANP) de nuestro país. Debido a esto, 41 de estas comunidades han recibido un certificado internacional otorgado por la organización Forest Stewardship Council (FSC), que garantiza que la madera que venden no es ilegal, no destruye el bosque y que se hace un reparto justo de los beneficios entre sus integrantes. Estas comunidades producen más del 13 por ciento de la madera que se produce legalmente en nuestro país.
 
Además de la madera, las comunidades obtienen de los bosques productos como resinas, aceites, hongos, miel, plantas medicinales y de ornato, corcho, nueces, suelo y palma, entre otros. Por ejemplo, la comunidad Noh-Bec, de Quintana Roo, que cuenta con la certificación de FSC, extrae y exporta chicle. Produce 26 mil kilos de este producto, lo cual le da hasta por mil 500 dólares anuales para cada uno de los 86 chicleros de la comunidad. Noh-Bec forma parte del "Plan Piloto Chiclero", que busca encontrar mercados para este producto y ofrece planes de salud y pensiones para las más de 2,400 personas de Campeche y Quintana Roo que participan. Esquemas similares podrían aplicarse en el Gran Bosque de Agua con el fin de comercializar los productos de esta región como copal, hongos y nopal orgánico, entre otros.
 
Estas comunidades han demostrado que es posible conservar los bosques y generar empleos y beneficios para sus habitantes. Un factor común de estos ejemplos es que son las comunidades y ejidos forestales, los legítimos dueños de los bosques, quienes controlan y aprovechan sus recursos, demostrando que sólo con su participación organizada el bosque se puede conservar.
 
Es urgente promover este tipo de iniciativas en el Gran Bosque de Agua. Para esto, es necesario establecer una política coordinada en los ámbitos federal, estatal y municipal que promueva la conservación y el uso sustentable y comunitario de los recursos naturales de este magnífico bosque.
 
La actuales áreas naturales protegidas no han podido contener ni revertir la desaparición del Gran Bosque de Agua. De hecho, ninguna de las ANP de la región cuenta con plan de manejo y es en algunas de ellas donde los problemas son más agudos.
 
Por esto, es necesario desarrollar un programa de (re)ordenamiento del Gran Bosque de Agua que defina claramente los usos de cada lugar de acuerdo con su vocación (conservación, agricultura, urbano, etc.) y que haga compatible la conservación y el uso sustentable de los recursos naturales de la región con la participación de las comunidades dueñas de los bosques.
 
El futuro de la zona centro del país depende de la existencia de este bosque. Su conservación es un asunto estratégico. Sólo apoyando a los miles de campesinos que viven y son dueños de este bosque se podrá impedir que desaparezca, devorado por la mancha urbana y la tala ilegal.

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