Los derrames... una razón más para dejar los combustibles fósiles

Noticia - 26 abril, 2010
No es la primera vez que sucede. Las plataformas petroleras situadas en el Golfo de México han sido fuente de muchas explosiones y derrames de petróleo y sus derivados. A corto plazo los derrames de petróleo degradan los ecosistemas; dañan la vida silvestre, especialmente aves y mamíferos marinos; contaminan la cadena alimenticia y afectan a las pesquerías locales. A largo plazo, pueden modificar algunos ecosistema –marinos y terrestres- reduciendo la diversidad de especies marinas.

Rescate de tripulación y búsqueda de sobrevivientes del desastre en la plataforma Deepwater Horizon.

La explosión y consecuente derrame de petróleo de la plataforma Deepwater Horizon, de la empresa British Petroleum (BP), ocurrido el pasado 22 de abril, aún no ha sido debidamente medida en su alcance e impactos. No obstante, en la medida que la mancha de aceite vaya creciendo y se extienda por el Golfo, el riesgo de generar un impacto severo a largo plazo aumenta. Hasta ahora, se han derramado alrededor de 100 mil litros de crudo por día, lo que ya está amenazando ecosistemas costeros como humedales y hábitats marinos, así como numerosas especies en peligro de extinción o amenazadas que viven en el Golfo de México. A su de por sí situación de riesgo, tortugas marinas y 6 especies de ballenas ahora también están siendo acechadas por este derrame.

En el Golfo de México no es extraño este tipo de catástrofe. En 1979 la plataforma Ixtoc I, de Pemex, explotó derramando 532 millones de litros de petróleo. En 2005, los huracanes Katrina y Rita provocaron serios daños e incluso hundimiento de plataformas marinas con derrames consecuentes.

Si hay algo que los derrames nos han enseñado es que no podemos limpiarlos. A lo mucho, se puede tratar de recuperar lo vertido. Incluso en las mejores condiciones, sólo se recupera entre 15 y 20 por ciento del petróleo derramado en el océano. Además, los “dispersores” químicos empleados en estas labores exacerban el problema ambiental, ya que dividen la mancha de aceite en pequeñas partículas sólidas que van a parar al fondo del mar.
 
La única forma de evitar este tipo de desastres en el futuro, y prevenir un cambio climático catastrófico, es cambiar el patrón de producción, distribución y consumo de energía. Esto es, abandonar progresiva pero rápidamente la dependencia hacia el uso de los combustibles fósiles como el petróleo, y aprovechar masivamente las fuentes renovables de energía. México debe tomar en cuenta lo sucedido en el Golfo y pronunciarse a favor de balancear inmediatamente la matriz energética del país hacia una mayor incorporación de las fuentes solar, geotérmica, hidráulica en pequeña escala y eólica, de tal manera que lleguen a totalizar el 49 por ciento de la capacidad instalada para el año 2030. Naturalmente, Estados Unidos también tiene que actuar en esa dirección, a pesar de todo su lobby petrolero.
 
El accidente de la Deepwater Horizon nos muestra una vez más que la industria petrolera representa un riesgo sustancial a los ecosistemas locales y regionales, donde sea que opere, además de contribuir al cambio climático global