Estudio compara a Fukushima con Chernobyl

Noticia - 25 marzo, 2011
Un análisis elaborado por Greenpeace en Alemania concluye que el accidente que se inició en la central nuclear de Fukushima, en Japón, el 11 de marzo después del terremoto y tsunami, ya ha liberado una gran cantidad de radioactividad que obliga a clasificarlo como nivel 7 en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES).

Con base en la evaluación de los datos publicados por la Agencia de Protección Radiológica del gobierno francés (IRSN) y del Instituto Central de Meteorología y Geodinámica (ZAMG) de Austria, el Dr. Helmut Hirsch hizo un nuevo análisis para Greenpeace Alemania en el que concluye que la cantidad total de radionucleidos de Yodo-131 y Cesio-137 liberados desde el inicio del accidente hasta el 23 de marzo, son evidencia clara para que el accidente en Fukushima sea reclasificado en el mismo nivel que el desastre nuclear de Chernobyl. De hecho son tan altas las liberaciones de radioactividad en la zona que serían equivalentes a tres incidentes de nivel 7 en la escala INES.

En contraste con el accidente de Chernobyl -ocurrido en abril de 1986- en el que estuvo involucrado un solo reactor nuclear, Fukushima ha sufrido grandes fallas en cuatro de sus reactores. Tres de ellos han perdido una cantidad de líquido refrigerante a tal escala que llevaron a una fusión del combustible nuclear. Además, en el reactor 4 de Fukushima, la pérdida de refrigerante en las albercas de combustible nuclear gastado provocaron un incendio y, en una oportunidad, una explosión de hidrógeno que destruyó la unidad.

El Dr. Hirsch concluye que teniendo en cuenta el conjunto de liberaciones de los tres reactores de Fukushima-Daiichi, el accidente conduce a una clasificación INES 7, con la posibilidad de que sean tres accidentes en esta misma escala, teniendo en cuenta que cada reactor por separado liberó más de 100,000 Tbq (terabecquerels).

Desde el principio, este accidente parecía potencialmente devastador en términos de la liberación de radiación. Esto todavía no acaba y hoy tenemos una prueba más de un riesgo muy real de la fusión del núcleo del reactor con efectos potencialmente catastróficos. Desde lo ocurrido en Chernobil, tanto la industria nuclear como la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) habían afirmado que tamaño accidente no sucedería en un reactor occidental. Su peligrosa complacencia en las últimas décadas nos ha llevado a una completa catástrofe para el pueblo de Japón.

Hirsch y Greenpeace están cuestionando la escala INES como la base sobre la cual son evaluados los accidentes nucleares por los gobiernos y la OIEA. La escala INES fue originalmente destinada para aplicarse en el caso de un accidente ocurrido en un sitio. En Fukushima, los accidentes han afectado varios reactores nucleares, sufrido dos fallos críticos: de refrigeración del reactor y el almacenamiento del combustible gastado. La escala INES nunca fue diseñada para tal eventualidad ya que la industria nuclear y la OIEA consideraron que estos accidentes nunca ocurrirían. Para ejemplificar la incoherencia en los criterios de la escala INES, cada evento de la central nuclear de Fukushima fue clasificado por separado. Sin embargo, la liberación de los altos niveles de radiactividad del conjunto de las centrales de Fukushima, están afectando a la población y al medio ambiente de manera indiscriminada.

La clasificación de INES evalúa de manera separada y por el tipo de fuente las dosis de radiación que puede recibir una persona. Pero es la dosis total que reciben estas personas lo que determinará qué tipo de consecuencias sufrirá por su exposición a la radioactividad. Chernobyl ha demostrado ser una pesadilla para sus cientos de miles de víctimas. Veinticinco años después, somos testigos de un accidente en curso de al menos las mismas proporciones, con el potencial de ser aún más perjudicial. La energía nuclear no debería tener ningún futuro después de Chernobyl, esto realmente tiene que ser el final de esta industria catastrófica.

Greenpeace está especialmente preocupado por los efectos que la lluvia radioactiva tendrá en las poblaciones de Japón. Una gran parte de la radioactividad de Chernobyl cayó en Bielorrusia, con una densidad de población de 40 habitantes por kilómetro cuadrado. Japón, por el contrario es un país con una densidad mucho mayor de población, por ejemplo, la zona metropolitana de Tokio tiene una densidad de más de 1,200 personas por kilómetro cuadrado. Las implicaciones de una dosis colectiva de radiación para la población y la salud humana son enormes.

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