Transgénicos: Victoria para los consumidores

Noticia - 4 julio, 2003
A pesar de la presión de Estados Unidos, se aprobó en Europa la legislación más estricta del mundo para el etiquetado de transgénicos. Greenpeace lamentó la falta de visión del agro argentino, que había sido advertido previamente por la misma Sociedad Rural Argentina

Dando lugar a una victoria histórica, el Parlamento Europeo adoptó hoy la legislación más amplia y estricta del mundo para el etiquetado de los organismos transgénicos. Greenpeace aplaudió esta puesta en práctica de la resistencia de la Unión Europea a la intensa campaña global de los Estados Unidos y de la industria de los transgénicos para minimizar o anular este tipo de normativas.

“La votación de esta normativa es una bofetada a la Administración Bush, que creyó que presionando y  ‘ladrándole’ a la Unión Europea ante la Organización Mundial de Comercio, iba a lograr que retrocedieran con esta normativa”, dijo Daniela Montalto, de Greenpeace (1). “La realidad es que Europa adoptó una legislación que responde a la tendencia global del mercado que rechaza a los organismos transgénicos, le guste a las multinacionales de las semillas transgénicas y a sus lobbistas, o no”, agregó.

La nueva normativa europea permite a los consumidores ejercer su derecho a rechazar a los alimentos que contienen organismos transgénicos. Todos los alimentos, tanto para consumo humano como para consumo animal, que contenga entre sus ingredientes organismos transgénicos o derivados de los mismos, deberán ser claramente etiquetados.

“Estas medidas representan un gran desafío para el complejo sojero argentino, ya que el 95% de la soja sembrada en nuestro país es transgénica. Ya en 1997 se hicieron escuchar las advertencias no sólo de organizaciones ambientalistas, sino hasta de la mismísima Sociedad Rural Argentina, cuando recomendaba se segregaran los organismos genéticamente modificados del resto de la producción nacional”, agregó Montalto (2).

Por otra parte, en un claro ejemplo de la presión ejercida por la Administración Bush, los Estados Unidos (con el apoyo de la Argentina) demandó a la UE ante la OMC por su restricciones a los transgénicos, para forzar así la aceptación de los transgénicos en los cultivos y en los alimentos procesados, y atentar contra la implementación del Protocolo de Bioseguridad de Cartagena (3), tanto en la UE como en los países en vías de desarrollo.

Según la organización, “EE.UU. quiere imponer su política unilateral vulnerando los mecanismos de legalidad previstos por la comunidad internacional y tomar el control de la cadena alimentaria global desde los campos hasta el plato, poniendo en riesgo el ambiente, la biodiversidad y la seguridad alimentaria”.

La Argentina, sin embargo, mantiene una política “espejo” en la liberación de transgénicos (la de no liberar los no autorizados en Europa) para proteger así sus exportaciones. La Argentina aumentó sus exportaciones de maíz a la UE, ganando gran parte del mercado que Estados Unidos perdió por sus variedades transgénicas. Greenpeace continuará demandando a la Cancillería Argentina que retire el apoyo a la de los Estados Unidos ante la OMC.

“Es ridículo que la Argentina pretenda que el resto del mundo se haga cargo de los errores de una ‘política’ agropecuaria irracional que, a partir de 1996, con la primer aprobación de la soja RR en la Argentina, resultó en un desenfrenado monocultivo de soja transgénica. Monsanto logró marcar el camino, pero ha quedado en evidencia. Hoy nuestro país es un claro ejemplo de cuál será el futuro de la biodiversidad si continuamos incorporando transgénicos al agro”, advirtió la organización (4).

INFORMACIÓN ADICIONAL:
Debilidades de la Normativa a implementar en la Unión Europea.

Si bien la normativa es un paso fundamental, Greenpeace lamentó que no se haya hecho extensiva a productos derivados de animales alimentados con transgénicos tales como leche, huevos y carne y urgió a los productores a que lo informen voluntariamente, ya que ellos si sabrán qué materia prima adquieren.

A Greenpeace le preocupa la llamada “coexistencia” de cultivos. En este sentido, los estados miembro de la UE podrán implementar normativas a nivel nacional, tendientes a evitar la contaminación genética hacia la agricultura convencional y la orgánica. Sin embargo no están obligados a hacerlo.

Los ataques permanentes de la industria de las semillas transgénicas, tanto para minimizar la legislación europea como para contaminar las semillas de la agricultura convencional y orgánica a través de la contaminación genética, representan un punto clave en la discusión.

A pesar de que existe evidencia de que para las semillas es efectivamente posible mantener el nivel de contaminación en el límite de detección del 0.1%, la industria de los transgénicos presiona para subir este margen al 0.7 %, en un intento de minimizar la nueva legislación europea. Si se permite ese nivel de contaminación, será muy difícil para los productores asegurar que sus productos elaborados no excedan el nivel del 0.9% por sobre el cual el alimento debe ser etiquetado.

Greenpeace reclama a los estados miembro de la UE que la Comisión Europea no permita la contaminación genética en las semillas y proponga  una legislación obligatoria para introducir medidas preventivas en este sentido, incluyendo responsabilizar por daños a los productores de cultivos transgénicos frente a pérdidas potenciales incurridas a los productores convencionales y / u orgánicos.

1- Argentina apoyó la demanda de Estados Unidos contra Europa ante la OMC junto a Canadá y Australia, entre otros países. Cabe destacar que Egipto, país que adelantó acompañar apoyo a Estados Unidos, retiró su apoyo y no participó en la demanda finalmente, lo que debilitó aún más la posición estadounidense. Según reconoció el embajador árabe, Suleiman Awaad, en el Middle East Times, el pasado 6 de junio, 2003, debido a "la necesidad de preservar la adecuada y efectiva protección del consumidor y el ambiente", el gobierno de Egipto no se unió a la demanda de los Estados Unidos en su guerra contra las restricciones a los OGMs (transgénicos).

2- Estados Unidos y Argentina, seguidos por Canadá, reúnen el 90 % de los cultivos transgénicos del mundo. Nuestro país es el segundo productor mundial de cultivos transgénicos. Brasil, fuerte exportador mundial de soja, ha ganado mercados significativamente dado allí la siembre de soja transgénica no está permitida, y se ha confirmado recientemente la decisión de continuar con la prohibición durante la próxima campaña. El rechazo actual en el mercado continúa expandiéndose y son al menos 37 los países que cuentan con legislación restrictiva hacia los transgénicos. Por otra parte, el Protocolo de Bioseguridad entrará en vigencia el próximo 11 de septiembre de 2003.

3- Por otra parte, el Protocolo de Bioseguridad de Cartagena, a pesar de la presión ejercida por los Estados Unidos, entrará en vigencia el próximo 11 de Septiembre de este año. A través de este acuerdo legal internacional, los países que lo han ratificado tendrán el derecho a recibir información sobre la presencia de transgénicos en las importaciones que realicen, e incluso rechazar el ingreso de transgénicos sobre la base del principio precautorio. La Argentina es parte de la Convención sobre Diversidad Biológica (CDB), y suscriptora del Protocolo de Bioseguridad de Cartagena, aunque aún no lo ha ratificado. El objetivo de la administración de Bush es legitimar a la OMC por encima del Protocolo definiendo las restricciones a los transgénicos como "barreras comerciales", con lo cual, se buscará también bloquear el camino posterior a la implementación del Protocolo. Ver informe La Guerra de Estados Unidos contra el Sur y la Biodiversidad

4- Monsanto es la corporación responsable de la Soja RR (Round Up Ready), soja modificada genéticamente para tolerar el herbicida glifosato, cuyo nombre comercial es Round Up, producto de la misma compañía. Monsanto es también responsable del 91% de los transgénicos en el mundo.