Rex Weyler cuenta nuestra historia

Página - 11 enero, 2011
Rex Weyler fue el primer Director de la Fundación Greenpeace, el editor del primer newsletter de la organización, y el cofundador de Greenpeace Internacional en 1979. Fue también fotógrafo y reportero en las primeras campañas de focas y ballenas de Greenpeace y ha escrito una de las mejores y más exhaustivas historias de la organización, “Greenpeace” (Raincoast, 2004). Su libro, “Sangre de la Tierra, una historia del Movimiento Indoamericano”, fue nominado al Premio Pulitzer. “Verde profundo” es la columna mensual de Rex, donde recorre las raíces del activismo y el ecologismo, y nos cuenta acerca del pasado, presente y futuro de Greenpeace.

Capítulo 30: Entropía y Ecología

Diciembre 2010

Rex Weyler


“Si no logras apreciar que la economía está embebida en los sistemas naturales del planeta, no vas a lograr entender por qué tenemos los problemas que tenemos con el ambiente, ni cómo los vamos a resolver.”

-Peter Victor, Universidad de York

Los debates sobre el clima en 2010 en Cancún (COP16) terminaron con un acuerdo climático marginal que propuso fondos para mitigación, sin mecanismos para proveer el dinero, y cortes de emisiones que siguen siendo no vinculantes e insuficientes para contrarrestar el calentamiento global. El científico británico John Beddington advirtió que la conferencia ofreció “poca oportunidad” de limitar el calentamiento global a 2°C y concedió, “Tenemos que enfocarnos en la adaptación.” Mientras tanto, la Organización Meteorológica Mundial (WMO) publicó datos que muestran el CO2 atmosférico a niveles record, y La Sociedad Real publicó el reporte "Cuatro grados y más" advirtiendo a la humanidad de prepararse para un mundo 4°C más cálido.

La sociedad humana ha conocido la ciencia del calentamiento global desde 1896, cuando el médico sueco Svente Arrhenius describió y predijo el efecto. En ese tiempo, las concentraciones de CO2 habían comenzado a crecer de la medida preindustrial de 280 partes por millón (ppm) a 290ppm. En 1979, James Lovelock envió a Greenpeace una gráfica del CO2 atmosférico, que pegamos en la pared de nuestra oficina, mostrando las concentraciones de CO2 en 337 ppm. En 1985, cuando abrió la primera conferencia del clima en Villach, Austria, las concentraciones de CO2 habían alcanzado 345 ppm. Los científicos reunidos ‘esperaban’ calentamiento significativo.

El verano pasado, las concentraciones de CO2 alcanzaron más de 390 ppm. Mientras tanto, el gas metano surge de la tundra ártica que se derrite, 13 millones de hectáreas de bosque desaparecen cada año, los mares se acidifican y los arrecifes de coral mueren y absorben menos carbono; estos factores aumentan la tasa de calentamiento planetario.

Con un siglo de ciencia y 25 años de conferencias tras nosotros, ¿por qué seguimos perdiendo el piso en la batalla contra el calentamiento global? Podríamos culpar a la avaricia, ilusión o negación. Sin embargo, una pieza importante de la respuesta puede aparecer en las propias raíces de nuestro sistema económico global.

Una zanja de drenaje en Gurao, China obstruida con agua sucia y basura. Aquí la economía está centrada alrededor de la producción textil y Greenpeace ha encontrado altos niveles de contaminación industrial y ha documentado los efectos sobre la comunidad. Imagen: Qiu Bo / Greenpeace

Economía sin límites

“Algunos economistas muy respetados han estado diciendo cosas muy erróneas por mucho tiempo.”

-Herman Daly, Economía Ecológica y Desarrollo Sustentable.

En 1972, la biomédica Donella Meadows y sus colegas del Club de Roma publicaron Los Límites del Crecimiento, explicando cómo la declinación de recursos eventualmente limitaría el crecimiento económico. El año siguiente, el economista Robert Solow dio una conferencia en respuesta, ante la Asociación Americana de Economía. Solow declaró que el capital podría ser sustituido por recursos y si esto fuera cierto, entonces “el mundo puede, en efecto, continuar sin recursos naturales.”

En términos económicos neoclásicos, La ‘función de producción’ de Solow establece que el ‘resultado’ económico es producto del capital x trabajo x recursos. Si esto fuera cierto entonces, con una fuerza laboral estable, mientras la industria agota los recursos, la producción se podría mantener aumentando el capital. Esta noción ha permanecido como justificación económica convencional para crecimiento ilimitado.

Sin embargo, en 1971, el economista rumano Nicholas Georgescu-Roegen publicó La Ley de Entropía y Proceso Económico, formulando lo que llamó ‘Bioeconomía’, exponiendo ciertos errores en la teoría económica convencional. Georgescu-Roegen hizo una distinción importante entre recursos por un lado y capital, trabajo y tecnologías por otro.

El dinero, o capital, no se transforma en el proceso industrial. Sin embargo, los recursos – materia y energía – pasan a través del proceso productivo y se transforman de materias primas en productos y desecho. Esta transformación debe obedecer las leyes de conversión energética, o termodinámica. La Segunda Ley de la Termodinámica, conocida como la ‘Ley de Entropía’ establece que la energía siempre se agota y degrada en cualquier proceso mecánico. Georgescu-Roegen mostró cómo esta ley también aplica a la transformación de materiales.

Esto puede sonar técnico, pero de hecho es muy simple. No podemos quemar el mismo barril de petróleo dos veces. El sentido común nos dice que una pila de tablas y aserrín no es un árbol, aún si representa la misma cantidad de materia. Aunque podemos reciclar materiales, cada transformación degrada materia y quema energía. No hay escape. El dinero, por lo tanto, no es un sustituto de la energía, árboles, agua dulce o cualquier otro recurso y las coacciones materiales en efecto limitan el crecimiento económico.

Un depósito salino es la única evidencia que queda de un lago pequeño en el área del Mar Estrella en China que se secó completamente en 2001. Imagen: Greenpeace / John Novis

Entropía

“Puesto que la Ley de Entropía no permite enfriar un planeta en continuo calentamiento, la contaminación térmica podría probar ser un obstáculo más crucial para el crecimiento que la limitación de recursos accesibles.”

-Nicholas Georgescu-Roegen, 1975

La entropía es una medida de desorden en un sistema. Sin energía, el orden físico se dirige al desorden. La luz del sol baña la Tierra diariamente, compensa la entropía y permite la organización orgánica. Comemos para captar esa energía solar en nuestro sistema biológico personal. Sin embargo, la energía biológica o proceso mecánico transforma la energía útil (baja entropía) en energía de desecho (alta entropía).

Georgescu-Roegen mostró que la economía humana debía respetar la ley de entropía. Por esto, no existe la máquina de ‘movimiento perpetuo’. Una máquina no puede crear los recursos que transforma. Las herramientas pueden aumentar la cosecha pero no crean recursos. Los antiguos cazadores lo sabían. Hacer más puntas de flecha no creaba más bisontes. Los granjeros lo han sabido a lo largo de la historia, por lo cual dejaban descansar sus campos para recuperar nutrientes y energía.

La ley de entropía aplica a materiales así como a la energía. Podemos transformar un árbol en una mesa pero no podemos transformar una tabla en un árbol. Podemos reciclar una tabla en materiales de construcción pero esto requiere más energía y envuelve una pérdida neta de energía y materia. Cualquiera que mantenga una casa puede atestiguar cómo trabaja la entropía. El orden se pierde fácilmente y se requiere energía para reordenar todo. Una casa desatendida no se pone más limpia ni más organizada –acumula polvo y se desordena. Así es la entropía.

Georgescu-Roegen y después economistas como Donella Meadows y Herman Daly (Economía del Estado Estable) mostraron que el agotamiento de recursos es inevitable con toda la actividad económica. En la naturaleza, la ‘sustentabilidad’ es el estado de homeostasis, balance con los flujos de materia y energía disponibles en un hábitat. Los promotores del crecimiento continuo consideran esto pesimista, pero para cualquier científico biólogo o físico, es simple realismo. Cuando miramos alrededor nuestra Tierra degradada – mares acidificados, acuíferos drenados, desiertos crecientes, especies extintas – atestiguamos el costo entrópico el crecimiento económico humano.

Georgescu-Roegen también estableció que el crecimiento industrial necesariamente resulta en conflicto social (por los recursos agotados) y la desigualdad, tanto regional (el rico tomando recursos del pobre) como inter generacional (la sociedad de hoy dejando escasez de recursos y desechos a las generaciones futuras.)

Nuevas turbinas de viento se construyen en la Granja Eólica Butterwick Moor, en Reino Unido. Imagen: Steve Morgan / Greenpeace

Búsqueda de homeostasis

Nos bombardean con anuncios que nos persuaden a aislar nuestros hogares, apagar nuestros termostatos, conducir menos, caminar más. El único anuncio que no verás en un programa de gobierno es ‘¡compra menos cosas!’”

-Tim Jackson, Comisión de Desarrollo Sustentable del Reino Unido

Hoy la humanidad se encuentra en un complejo dilema. Nuestra principal fuente de energía está calentando la atmósfera, océanos y tierra. Para detener el calentamiento debemos hacer una transición de los hidrocarburos a fuentes renovables de energía, como geotérmica, eólica y solar. Pero hay más. Los hidrocarburos nos han permitido aumentar nuestros números y consumo a tasas sin precedente, y ese crecimiento degrada nuestra base de recursos y frustra la transición.

Vaclav Smil, profesor de Ambiente y Energía de la Universidad de Manitoba advierte que el reto más grande de la transición es la escala de nuestra economía basada en petróleo. En el siglo XIX, durante la transición de biomasa (madera) a carbón, tomó más de 60 años que el carbón creciera de5 a 50 por ciento para uso energético. Sin embargo, hoy nuestro consumo energético total es 20 veces mayor que entonces.

Smil advierte que la transición a renovables tardará más puesto que “las cantidades absolutas que deben reemplazarse se han vuelto mayores.” Él aconseja que hacer factible dicha conversión requiere “disminuir las tasas de uso energético per cápita.” Las estrategias principales de nuestra transición energética deben ser reducción y conservación.

La ley de entropía nos enseña que las herramientas – incluyendo computadoras y turbinas eólicas – no crean recursos; las herramientas queman recursos. La humanidad se ha tropezado con este hecho de la naturaleza en los bosques sumerios de cedro, en las antiguas laderas griegas desnudas, en la Isla de Pascua, y hoy a escala global.

El calentamiento global no se ha detenido porque es un síntoma de un problema más profundo: la creencia en el crecimiento ilimitado. Los economistas biofísicos como Georgescu-Roegen, Meadows y Daly son el Copernico, Kepler y Galileo de nuestro tiempo. Ellos miraron detrás de las ilusiones convencionales y descubrieron la verdad. El status quo hoy, como en el siglo XVI, los ignoró y se burló. Sin embargo, así como el cosmos se reveló, lo hará la naturaleza aquí en la Tierra. No se burlarán de la naturaleza.

Al final, nuestra búsqueda de sustentabilidad no será gobernada por fantasías sino por leyes de la naturaleza. En cualquier lugar de la naturaleza – en una cuenca, una isla o en el planeta entero – una especie permanece sólo cuando descubre la homeostasis, viviendo dentro del flujo natural de energía y materia de su hábitat.


-Rex Weyler


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