Siempre he creído en la distinción entre un comediante y un humorista. Es verdad que el objetivo de sus rutinas es hacer reír, pero nadie puede negar la diferencia que existe en el desarrollo éstas.

El comediante, elabora y despliega su rutina a partir de la exageración y ridiculización -a veces extremas y no graciosas- de situaciones cotidianas o inventadas, como es el caso de los payasos.

El humorista en cambio, cuenta chistes.

Yo en lo personal, prefiero a éstos últimos, ya que en una historia corta y fácil de recordar (para lucirse después en el asado) logran darle gracia a situaciones dramáticas o bochornosas, deseables de olvidar. Y en algunos casos consiguen que algunos de esos chistes se conviertan en clásicos, que de vez en cuando, nos hacen reflexionar sobre nuestra, a veces triste, realidad.

Cuando me enteré de la renuncia del, ahora ex Ministro de Energía Fernando Echeverría, se me vino a la memoria uno de esos clásicos, “El Sofá de Don Otto”. Sí, lo sé!, esta metáfora se ha usado bastante, pero no me sé muchos chistes y tengo mala memoria. En fin, la situación es la siguiente; hace 16 meses que se instaló el nuevo Gobierno y ya tenemos a nuestro cuarto Ministro de Energía. El primero salió por falta de perfil político; el segundo por exceso de perfil político y el tercero por no conocer el perfil político del cargo. Parece chiste – y de mal gusto- pero no lo es.

Ahora bien, sin ánimo de ofender, todos los responsables en materia energética de los últimos 22 años, sean éstos, ex presidentes de la Comisión Nacional de Energía (CNE) -que en 1998 en la administración de Eduardo Frei, tuvo 3 presidentes en 10 meses- o ex Ministros que ha tenido esta cartera, han sido el sofá de Don Otto.

Nosotros los hemos venido advirtiendo hace tiempo; cabe recordar que le dijimos al ex biministro Golborne que “parara el circo” y que definiera un norte en Política Energética. Es precisamente la no existencia de una política pública consensuada en materia energética, la que ha llevado a que se generen conflictos (y sofás) ya no tan sólo ambientales como Hidroaysén, Puchuncaví o Castilla, sino que también de tipo político como lo sucedido en Magallanes con el gas o que afecten proyectos que no son propiamente energético, como en el caso de la mina de carbón en Isla Riesco que llegó a “salpicar” incluso al propio Presidente Piñera por sus posibles conflictos de interés (¿suena conocido?) en la aprobación de la Mina Invierno por parte del Consejo de Ministros.

La renuncia del ex Ministro de Energía después de 3 días en el cargo, podrá ser sólo una anécdota (histórica por cierto) si esta vez se le asigna como prioridad en las tareas del nuevo Ministro, la elaboración una estrategia nacional de desarrollo energético de largo plazo que, entre otras cosas, sea transparente y que equilibre tanto los costos como los beneficios para todos y así no abrir flancos para futuros conflictos.

Si se mantiene el actual escenario de ausencia de una Política Energética clara, amplia, integradora, participativa y sustentable, el foco de los problemas en materia energética, seguirán apuntando en la persona del Ministro y las soluciones a las grandes disyuntivas  sobre la aprobación o rechazo de tal o cual proyecto energético, de si potenciamos las ERNC o seguimos con el carbón, de si tal norma es más o menos laxa, etc. no van a surgir, independientemente de quién se “tapice” de Ministro.