“Oh mar, así te llamas,
oh camarada océano,
no pierdas tiempo y agua,
no te sacudas tanto,
ayúdanos,
somos los pequeñitos
pescadores,
los hombres de la orilla…”

Así se refería al mar Pablo Neruda en uno de los fragmentos del poema “Oda al mar”. Y con leer estas líneas es suficiente para que en nuestra mente aparezca la imagen del agua y lentamente comencemos a percibir su aroma a sal. Porque todos llevamos el océano en la sangre, el mar en la piel. Lo respiramos desde que nacemos, nos constituye como país. Sería imposible imaginar a Chile sin su mar, sin su extensa costa y toda su biodiversidad.

Pero un día el mar gritó. Gritó porque lo hirieron. Porque no lo respetaron. El año pasado fue sometido a una de las peores catástrofes de su historia. Casi 5 mil toneladas de salmones en estado de descomposición fueron vertidas en sus aguas. Y las consecuencias resultaron nefastas: contaminación, muerte y destrucción de este ecosistema que es ícono de nuestro país y fuente de sustento de comunidades enteras. Si, nos referimos a lo que sucedió en Chiloé. Y volvemos al tema porque lo que pasó en la isla y lo que le hicieron a nuestro océano no se puede repetir nunca más. Llegó la hora de actuar por nuestros mares. Quédate atento. Pronto te contaremos novedades.

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