Especial “El futuro del planeta” por Rex Weyler *

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El 1° de marzo de 1954 en las Islas Marshall, los militares de Estados Unidos detonaron la primera bomba de hidrógeno, mil veces más poderosa que las bombas de Hiroshima y Nagasaki. La radiación llegó hasta el sudeste, llevada por el viento y contaminó a quienes vivían en Rongelap y a los atolones de Utirik. Incluso afectó a la tripulación de un barco pesquero que estaba cerca.

Los isleños y la tripulación enfermaron a causa de la radiación: perdieron el pelo y se les peló la piel. Aikichi Kuboyama, que trabajaba en el barco, murió seis meses después en un hospital de Hiroshima. Los niños de la isla sufrieron otras enfermedades como cáncer y la mayoría murió de manera prematura.

Castle Bravo Blast - Creative Commons

Prueba de armas nucleares de Castillo Bravo en el atolón Bikini.

Hoy, el reactor 2 de Fukushima tiene la potencia suficiente como para matar a un humano de forma instantánea y derretir acero en dos horas.

El significado de “colapso”

El término “colapso de la sociedad industrial” puede generar, para algunos, la imagen mental del apocalipsis digna de una película de Hollywood. Pero el colapso de las sociedades -como en Roma o la Mesopotamia- no es así. El “colapso” de una sociedad compleja usualmente envuelve la degradación del hábitat ecológico y esta degradación puede tardar siglos. Entonces ¿cómo es realmente el colapso social?

James Kunstler le llama “colapso de la sociedad industrial” a una “larga emergencia”, un proceso que se va desplegando a lo largo de varias generaciones. Algunos de los conflictos sociales de los que hoy somos testigos -crisis bancarias, guerras, refugiados, racismo- pueden ser entendidos como síntomas de este largo colapso. Dimitry Orlov, un autor ruso, describe cinco etapas de este proceso: financiero, comercial, político, social y cultural. Cuando hacer negocios en la forma en la que siempre se han hecho se torna imposible, las comunidades buscan alternativas, los mercados fallan, la fe en el gobierno desaparece y las personas pierden la fe en la sociedad.

El doctor Joseph Tainter, profesor de medio ambiente y sociedad en la universidad de Utah describe el colapso como una simplificación de la sociedad, el retroceso del proceso según el cual la misma sociedad adquirió su complejidad. Entonces, para entender el colapso debemos entender la complejidad.

Las sociedades envuelven soluciones complejas para los problemas que surgen, generalmente de los límites ambientales. Eventualmente los beneficios marginales de esas soluciones declinan. Si consideramos al petróleo, a las agresiones militares o a la energía nuclear como soluciones a los problemas, entendemos rápidamente que traen consecuencias no deseadas.

Socializar el costo 

TEPCO, la compañía a la que pertenecen los reactores nucleares de Fukushima, ignoró las advertencias sobre los riesgos tanto desde fuera como desde adentro de la compañía porque las medidas de seguridad eran muy caras. Entonces en 2011 un terremoto y un tsunami destruyeron los sistemas de refrigeración de la planta y produjeron el derretimiento de tres reactores. Hoy, seis años después, el corazón de los reactores se sigue derritiendo y los niveles de radiación son altísimos. Además 300 toneladas de agua radiactiva llega al Pacífico cada día.

En diciembre de 2016, el gobierno japonés anunció que el costo estimado de decomisar la planta y almacenar los residuos radiactivos, en caso de que esto pudiera hacerse totalmente, estaría alrededor de 21 trillones de yenes (200 billones de dólares). Estos costos se basan en un escenario sin terremotos hasta 2050.

TEPCO quedaría en bancarrota antes de poder terminar de pagar estos costos por eso el gobierno intervino. Esto significa que los ciudadanos pagarán los costos. Se trata de una política central de las corporaciones modernas: privatizar las ganancias y socializar los costos.

Fukushima I Nuclear Power Plant Damage - DIGITALGLOBE

Vista aérea del daño a la planta nuclear de Fukushima I.

Las víctimas

Las personas que están en las capas sociales más altas quizás no noten el colapso en sus primeros estadíos porque las primeras víctimas son los pobres y las personas más vulnerables. El accidente nuclear de Fukushima dejó a 150 mil personas fuera de sus hogares. Algunas -1600- murieron durante la evacuación y los sobrevivientes viven en parcelas improvisadas con escaso acceso a los alimentos y a los suministros. En el momento en que una familia debe abandonar su hogar todo se modifica: la niñez se ve afectada, las familias son separadas y las pérdidas son irreparables.

Las mujeres y los niños sufrieron los desafíos y riesgos más grandes a la hora de afrontar las diferencias de género en la sociedad japonesa. Japón -junto a Corea del Sur y Estonia- ocupa el final del ranking de países desarrollados en términos de diferencias de género. Luego de Fukushima, las madres solteras enfrentaron barreras sociales y financieras para recuperarse. Y la radiación hizo que los fetos y a los niños tuvieran enormes riesgos de sufrir problemas de salud en el futuro.

El año pasado, Ichiro Tagawa, de 77 años volvió a su ciudad -Namie- y reabrió la bicicletería que su familia había tenido durante 80 años. “Soy tan viejo”, le dijo a un periodista de New York Times, “No me importan los niveles de radiación.”

Light Painting: Nuclear Radiation Testing in Fukushima

Una luz especial pinta las áreas contaminadas con radiación en Fukushima. 

Para ahorrar dinero, el gobierno japonés declaró como “seguras” a algunas ciudades cercanas a Fukushima. También canceló las viviendas y la ayuda social que se les daba a las víctimas y les insistió a los ciudadanos para que vuelvan a sus hogares “seguros”. Enviar a esas personas de vuelta podría hacer que varios de ellos contraigan enfermedades como cáncer provocadas por la radiación y mueran.

La corrupción y el encubrimiento se han transformado en un estilo de vida dentro de TEPCO y la industria nuclear. El gobierno japonés y TEPCO incluso han incrementado alrededor de 700 veces los límites de “radiación segura” para los trabajadores de la planta y luego le ordenaron a los científicos que dejen de monitorear los niveles de radiación en algunas zonas de la fábrica ya que exceden las regulaciones.

De acuerdo a Tomohiko Suzuki los subcontratistas de TEPCO le pagaban sobornos a bandas criminales japonesas, los Yakuza, para obtener contratos de construcción y los Yakuza le pagaban a los políticos y a los medios para que mantuvieran el secreto.

La industria de la muerte

La historia de la energía nuclear como fuente energética comienza en 1950. Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y China comenzaron a construir sus arsenales pero éstos requerían más plutonio del que sus propios programas militares podían proporcionarles. Un estudio de la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos concluyó que los reactores nucleares como fuente de energía no eran viables por sus costos y riesgos. El doctor Charles Thomas, ejecutivo de Monsanto sugirió una solución con un “doble propósito”: un reactor que produciría plutonio para usarse en el campo militar y energía eléctrica para uso comercial.

Las compañías obtenían beneficios de ambos mercados mientras dejaban que la gente asumiera la responsabilidad de la investigación, la infraestructura y el riesgo: privatizar las ganancias, socializar los costos. El propósito real de la industria de la “energía nuclear” era proveer de plutonio para la fabricación de armas y obtener ganancias para unas pocas empresas.

Esta industria mortal dejó zonas muertas y pueblos fantasmas en todo el mundo además de pasivos ambientales contaminantes, plantas decomisadas y catástrofes como Fukushima y Chernobyl.

Nadie sabe exactamente cuántas personas murieron a causa del desastre de Chernobyl. La academia rusa de ciencias estima 200 mil personas y la comisión ucraniana calcula 500 muertes por los efectos de la radiación en la salud.

Abandoned Baby Shoes in Pripyat - 28 Jul, 2005

Zapatos de niño abandonados en el jardín de Pripyat.

Esta es la cara del colapso industrial en el que las soluciones se convierten en problemas más grandes. La energía nuclear se convirtió en una gran responsabilidad que drena los recursos de las comunidades que necesitan escuelas, hospitales y otros servicios básicos para la vida. Joseph Tainter, Jared Diamond y otros investigadores señalan que algunas sociedades -como la isla Tikopia y la sociedad Bizantina en el 1300- evitaron el colapso bajando la complejidad de la tecnología y aprendiendo a prosperar en un nivel de complejidad más bajo. Ese es el desafío que tiene hoy la sociedad industrial.

¿Podrán, especialmente los ricos y poderosos, cambiar sus hábitos de consumo y crecer? ¿Podemos volver a la Tierra?

 *Rex Weyler fue el director de la Fundación Greenpeace, editor del   primer newsletter de la organización y co-fundador de Greenpeace  Internacional en 1979.

  En este especial Weyler reflexiona sobre el ambientalismo, el      pasado, el presente y el futuro del planeta.