Noticia - 17 mayo, 2012
Internacional 17 de mayo de 2012- Ayer por la mañana, el staff de Greenpeace Argentina recibió una carta proveniente del departamento de Servicios y Asuntos Legales de Shell. Durante las siguientes 24 horas otras oficinas de Greenpeace, entre ellas México, Alemania, Reino Unido, Francia, Hungría, Países Nórdicos, Japón, el Mediterráneo, Polonia, Grecia, República Checa, Bélgica, Canadá e incluso la Unidad Científica de Greenpeace, recibieron idénticas cartas. Shell tenía algo que decirnos.
De acuerdo con su contenido, la empresa claramente quería asegurarse de que todas las oficinas de Greenpeace en el mundo:
a) supieran sobre la medida cautelar que Shell tomó en contra de Greenpeace EE.UU
b) entendiera que si alguna otra oficina tiene planeado ir a Alaska y protestar pacíficamente cerca de uno de sus buques de perforación, Shell sacará todas sus armas legales y apuntará hacia Greenpeace.
No era necesario. Todas las oficinas de Greenpeace son conscientes de la medida judicial que Shell ordenó en contra de Greenpeace EE.UU., sobre todo porque, en nuestra larga historia de no ser muy popular entre los contaminadores corporativos, esta orden legal se destaca como una de las más draconianas y radicales jamás tomadas en contra una oficina de Greenpeace. Se encuentra a la altura de las prohibiciones que la empresa Cairn Energy levantó en contra de Greenpeace Reino Unido y Greenpeace Internacional en cuanto a publicaciones en las redes sociales (medida que todavía está vigente hoy en día).
La orden impide a Greenpeace EE.UU. realizar protestas pacíficas (legales o no) en cualquier lugar que se encuentre cerca de los barcos de perforación de Shell en los EE.UU. ¿Por qué? De acuerdo a la carta de Shell , la petrolera no quiere que las protestas amenacen su "interés y derecho a invertir en exploraciones de petróleo y gas en los Estados Unidos ".
Curiosamente, Shell también dice estar preocupado por "la amenaza que tales actividades (las protestas) ... implican para el medio ambiente ", pero no se muestra consternado por la amenaza que representa la extracción de petróleo en uno de los entornos ecológicamente más sensibles del planeta.
Mientras los abogados de Shell siguen batallando para impedir la libertad de expresión y el derecho a la protesta, los buques de perforación de la empresa están acercándose cada vez más al Ártico. Si Shell logra su objetivo, en tan sólo un par de meses veremos cómo el ecosistema virgen de Alaska comienza a transformarse en un espacio industrial.
La buena noticia, sin embargo, es que Shell está sintiendo la presión. La orden judicial, junto con otras acciones legales preventivas extraordinarias contra una serie de organizaciones - nos sugieren que la oleada masiva de opinión pública tornándose contra ellos y una serie de protestas pacíficas en sus buques tomaron a la empresa por sorpresa y la pusieron nerviosa.
Mientras que Shell planea dañar de manera irreversible el Ártico, nuestra intención es seguir reclamando de pie. Greenpeace EE.UU. está apelando la medida cautelar y sigue movilizando la opinión pública que se opone a los planes de la petrolera. Y nosotros también seguiremos luchando para detener a Shell y salvar el Ártico.
Para leer la carta de Shell a Greenpeace (en inglés) , haz click aquí
Súmate a nosotros y a las 450.000 personas que quieren que Shell abandone sus planes de destrucción del Ártico. Haz click aquí
