Bélgica abandona el carbón

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Noticia - 4 abril, 2016
Belgica - El 30 de marzo pasado, las últimas toneladas de esta energía sucia fueron quemadas en la planta de Langerlo, marcando el principio del fin de una intensa era de carbono.

Después de Chipre, Luxemburgo, Malta y los países del Báltico, Bélgica es el séptimo país de la Unión Europea en camino a estar libre del carbón. Casi al mismo tiempo, Escocia cerró para siempre su última central térmica a carbón y otros están siguiendo su ejemplo. Esta es una gran noticia, como el acuerdo climático de París del año pasado que compromete a los países a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y a eliminar gradualmente el carbón y otros combustibles fósiles. El Reino Unido y Austria anunciaron que van a dejar el carbón para el 2025 - y ya empezaron a reducir su capacidad de carbón - mientras que Portugal pretende estar libre de carbón para el año 2020.

Hecho con carbón

Como es el caso en muchos países europeos, el carbón tiene una larga historia en Bélgica. Ya en tiempos de los romanos, el carbón estaba siendo explotado en la parte sur del país, pero no fue hasta la introducción de la máquina de vapor en la década de 1830 que la minería de carbón realmente despegó. Un largo declive de la industria llevó al cierre de la última mina belga en 1992, y las plantas de energía fueron tapiadas una tras otra - hasta que sólo quedó Langerlo.

Aunque las cosas podrían haber sido de otro modo. En 2009 - tan sólo unos meses antes de la cumbre del clima de Copenhague - E.ON (empresa del sector energético) planeó una nueva planta de carbón en el puerto de Amberes, Bélgica. Gracias a las protestas de Greenpeace y las quejas formales por parte de cientos de ciudadanos preocupados, el gobierno se negó a entregar los permisos necesarios, evitando así un desastre climático y para la salud. Desde entonces los días del carbón en Bélgica estuvieron contados.

Biomasa a gran escala: ¿cometer el mismo error otra vez?

Langerlo puede haber quemado su último carbón, pero la planta aún no está acabada. A principios de 2016, E.ON vendió la planta a German Pellets (uno de los principales productores de pellets de madera de Europa), con el objetivo de convertirla a biomasa - y obtener gran cantidad de subsidios: hasta 2 mil millones de euros durante diez años; a pesar de que la elección de pellets de madera norteamericanos para una vieja planta de carbón está muy lejos de lo que se considera energía sostenible. Algunas formas de producción de electricidad por biomasa conducen a incluso más emisiones de CO2 que el carbón.

Con esto en mente, Greenpeace pide a la Comisión Europea que se asegure de que la directiva actualizada de energías renovables, que será lanzada más adelante este año, sólo permita el apoyo a la producción de energía de biomasa sostenible y eficiente.

Mientras tanto, la energía solar y la eólica están fácilmente disponibles a costos cada vez menores, proporcionando mejores oportunidades de inversión que los proyectos de biomasa a gran escala destinados a ir a la quiebra en el minuto que los subsidios dejen de fluir.

Pero no todo está perdido. Constantes problemas financieros en German Pellets significan que la conversión a biomasa de Langerlo parece menos segura cada día que pasa - obligando al gobierno a considerar otras opciones más sostenibles para alcanzar su objetivo de energía renovable. Por ahora, vamos a celebrar que otro país va en camino a estar libre de carbón.

 

 

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